A 31 años del levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), fotógrafos del Colectivo Bats’i Lab montaron la exposición “Interpelaciones desde la selva”, una reflexión visual sobre los procesos sociopolíticos, culturales y comunitarios que han marcado la historia reciente de los zapatistas y los pueblos indígenas en Chiapas.
Esta exposición contiene más de 60 imágenes de 16 fotógrafas y fotógrafos recopiladas con el propósito de conformar una memoria visual desde y sobre los territorios zapatistas. Para lograrlo, recorre 80 años de organización, resistencia y autonomía de pueblos tzeltales, tzotziles, tojolabales, lacandones, zoques y choles.
Para indagar acerca de la importancia de esta recopilación fotográfica y la construcción de la memoria colectiva de las luchas sociales, el fotógrafo José Ángel Rodríguez comparte con NW Noticias su visión del pasado y presente de México, el periodismo y el EZLN.
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“Desde que surgió el EZLN, los pueblos originarios no solo de Chiapas, sino también de todo México, y me atrevería a decir que de las Américas, hacen suyas las postulaciones del zapatismo en cuanto a justicia, a terminar con el despojo y la humillación que habían padecido muchos pueblos originarios de México”, detalla el fotógrafo.
Quizás esa exigencia compartida hace valioso que la exposición también se exhibiera en ciudades de Estados Unidos y Canadá. Ahora vuelve a encontrarse con el público mexicano en una búsqueda especial por capturar la atención de los jóvenes, quienes pueden visitar la exposición hasta el 3 de octubre en el Centro Cultural Casa de la Primera Imprenta de América, de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

LA NUEVA VISIÓN DE LOS JÓVENES ZAPATISTAS
Después de retratar años de lucha y resistencia, José Ángel Rodríguez destaca la importancia de que las nuevas generaciones se involucren y, en particular, resalta la nueva visión de los jóvenes zapatistas. El fotógrafo se remonta a 2021, cuando zapatistas jóvenes construyeron con maderas las tres carabelas: la Niña, la Pinta y la Santa María, con el propósito de regresar simbólicamente a Europa.
Como parte del manifiesto, detalla Rodríguez, los jóvenes hicieron una distinción al decir que sus tres carabelas no eran de conquista, como aquellas que llegaron en 1492 al continente americano, sino que eran las carabelas de paz.
“Yo creo que lo importante es que las nuevas generaciones ya tienen una nueva visión de lo que es el zapatismo. [En este viaje] no solo hay jóvenes hombres y mujeres, también hay zapatistas trans, lo que llaman ellos compañeres; con vestimenta propia de su identidad, pero con pasamontañas de zapatista”, detalla el fotógrafo.
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Además, recalca la importancia del viaje y la nueva imagen del movimiento zapatista, que ya no es la del comandante típico, la de un maestro con su pipa, ahora son los jóvenes quienes se integran al movimiento con nuevas propuestas que abarcan el género, las disidencias sexuales y el mensaje que ha cobrado más fuerza: la tierra no es de nadie.
José Ángel Rodríguez señala que la fotografía juega un papel preponderante en la construcción de la memoria colectiva, pues la irrupción de los zapatistas transformó el periodismo clásico y tradicional mexicano.
UNA LUCHA A TRAVÉS DE LOS MEDIOS
“Los zapatistas son los primeros, digámoslo así, que aprovechan la cuestión mediática. Porque los zapatistas sabían que no iban a ganar una guerra militar al declarar la guerra al Ejército. Tenían una desventaja numérica, militar, armamentista, pero hacen una lucha a través de los medios. A través de sus comunicados logran proyectar la imagen que ellos querían proyectar”, explica el fotógrafo.
Quizá la figura más conocida y con mayor presencia mediática fue el subcomandante Marcos; pero, así como él llevó los postulados del zapatismo a la televisión, la radio y los periódicos, muchos otros comunicadores zapatistas trabajaron para volverse protagonistas de su imagen.
“No era como el fotógrafo que llega de fuera y capta un momento, sino que aquí se da una especie de complicidad entre el fotógrafo y el retratado, que son los zapatistas, para lograr un fin. A través de la proyección que ellos querían hacer de sí mimos logran hacer valer sus derechos y su lucha”.
Esta forma de retratar un movimiento, detalla Rodríguez, cambió el periodismo en México y la forma de ver y transmitir la otredad a través de la cámara. Esa autodeterminación por la que lucharon y que caló hasta las imágenes y representaciones acompaña a los zapatistas hasta el día de hoy, pues han sabido adaptarse a un mundo hiperconectado y digital.

UNA FOTOGRAFÍA QUE REPRESENTA A LOS ZAPATISTAS
“Ahora los mismos zapatistas tienen sus propios fotógrafos, sus propios camarógrafos y videoastas” detalla el fotógrafo. “No esperan a que llegue el periodista del centro para que los grabe ni esperan que, a través de otro ojo, de afuera, se logre mostrar al mundo una realidad, sino que ahora surge de las entrañas de la misma comunidad lo que ellos quieren expresar”.
Gracias a la tecnología, la forma en que la imagen fotográfica se muestra al mundo se ha transformado y ha permitido que las comunidades, zapatistas o no, configuren su propia memoria desde lo profundo de sus territorios.
Al ser “Interpelaciones de la selva” un trabajo colectivo, Rodríguez señala que es muy difícil elegir una sola fotografía que capture la esencia de toda la exposición, pues abarca muchos momentos muy diferentes. Sin embargo, sobre su propia aportación a la exposición, destaca una de sus fotografías que se acerca bastante a la posibilidad de decirlo todo en un instante.
Dicha fotografía se remonta a la masacre de Acteal, ocurrida en 1997, cuando un grupo paramilitar irrumpió en la comunidad mientras integrantes de Las Abejas —sociedad civil conformado por indígenas tzotziles— oraban en una ermita. La masacre cobró la vida de 45 personas, que no eran combatientes zapatistas, sino civiles reconocidos como bases de apoyo.
“HAY MUCHAS COSAS QUE APRENDER DE LOS ZAPATISTAS”
Rodríguez estuvo presente el 25 de diciembre, cuando realizaron los funerales en plena Navidad. Ahí tomó una fotografía en donde se ven todos los ataúdes formados antes de que fueran enterrados en una gran fosa común realizada por los zapatistas.
En dicha fotografía, se ve al obispo Samuel Ruiz García, conocido como Tatic (“padre” en tzotzil), sentado, a la espera de que pongan el último ataúd en la fila para oficiar la misa de los funerales de Acteal. La toma, realizada a espaldas del famoso obispo, lo muestra contemplando la escena de la muerte.
“Para mí esa es una fotografía que resume todo, porque ahí está en lo que desemboca la violencia cuando llega a su extremo de irracionalidad”, detalla Rodríguez. “El gobierno no quiso apoyar a los zapatistas, prefirió hacer una guerra, armar grupos paramilitares y todo desemboca en eso que estamos viendo. Ahí está Samuel Ruiz, el Tatic, el obispo, en un solo disparo viendo en lo que desemboca todo”.
Por último, el fotógrafo José Ángel Rodríguez destaca la formación de los Caracoles, una nueva forma de resistencia en la que los zapatistas han desaparecido el sentido de propiedad. Ahora para los zapatistas la tierra no es de nadie, es decir, nadie es propietario de la tierra.
“Yo creo que hay muchas cosas que aprender de los zapatistas, de su lucha, no solo para los pueblos originarios, sino para todos los mexicanos”, concluye el fotógrafo, mientras señala que, además, la suya es una lucha muy auténtica y verdadera. N