Recuperarse de un accidente cerebrovascular (ACV) es una batalla que merece ser celebrada. Ver a un paciente volver a caminar, hablar o recobrar su independencia después de un evento tan devastador es, sin duda, motivo de esperanza. Sin embargo, como neurólogo debo decir con firmeza algo que muchas veces no se escucha lo suficiente: la verdadera lucha no termina con la recuperación física; empieza con la prevención del segundo ACV.
Quienes han experimentado un accidente cerebrovascular tienen una probabilidad significativamente mayor de sufrir otro episodio. Según datos de la Organización Mundial de Accidentes Cerebrovasculares (WSO), cada año fallecen alrededor de 6.5 millones de personas debido a esta condición. Y, a nivel global, se estima que una de cada cuatro personas mayores de 25 años padecerá un ACV en algún momento de su vida.
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Además, el riesgo de que ocurra un segundo evento alcanza casi el 13 por ciento en los primeros cinco años posteriores al primero. Esto subraya la importancia de adoptar medidas preventivas y un seguimiento médico riguroso tras un primer ACV para reducir las probabilidades de recurrencia.
En México, datos de la Secretaría de Salud indican que, cada año, se registran alrededor de 170,000 nuevos casos de ACV, lo que equivale a una incidencia de 118 por cada 100,000 habitantes. Si consideramos que una parte importante de estos pacientes logra sobrevivir, estamos hablando de miles de personas en riesgo de enfrentar un segundo episodio.
EL ERROR MÁS COMÚN ES BAJAR LA GUARDIA
Muchos pacientes y familiares respiran aliviados al salir del hospital o al completar la rehabilitación. Piensan que “lo peor ya pasó”. Y aunque es comprensible ese deseo de dejar atrás el susto, bajar la guardia puede ser un error fatal. Un segundo ACV suele ser más grave que el primero, con mayor probabilidad de generar discapacidades permanentes o incluso provocar la muerte.
He visto casos de pacientes jóvenes que recuperaron la movilidad y volvieron a sus actividades normales… solo para sufrir un segundo evento meses después, con consecuencias mucho más devastadoras. ¿La causa? Abandono de los medicamentos, descuido en el control de la presión arterial o del azúcar, o simplemente falta de información sobre la importancia del seguimiento.
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Pero ¿cómo prevenir un segundo accidente cerebrovascular? Aquí es donde quiero ser muy claro. La prevención del segundo ACV no es una recomendación más, es parte del tratamiento. Así como se receta una rehabilitación para recuperar funciones motoras, también se deben instaurar medidas médicas y de estilo de vida para evitar una recaída.
Entre las medidas para reducir el riesgo de un segundo ACV y sus secuelas se incluyen:
- Tomar los medicamentos de forma constante, incluso cuando uno ya se siente bien. Antihipertensivos, anticoagulantes o antiplaquetarios no son “por si acaso”: son escudos activos contra un segundo ACV.
- Controlar enfermedades de base como hipertensión, diabetes y colesterol alto, que son factores de riesgo clave.
- Adoptar un estilo de vida saludable, con alimentación equilibrada, ejercicio moderado y abandono del tabaco y el alcohol.
- Asistir a controles neurológicos regulares. Cada paciente tiene necesidades particulares que deben ser monitoreadas con el tiempo.
UN COMPROMISO COMPARTIDO PARA EVITAR UN SEGUNDO ACCIDENTE CEREBROVASCULAR
Evitar un segundo ACV no depende solo del paciente. Es una tarea que involucra también a los familiares, cuidadores y al equipo médico. Necesitamos hablar más de prevención secundaria, explicar mejor los riesgos y acompañar más de cerca a quienes ya enfrentaron un primer evento.
Como neurólogo puedo decir que no hay mayor satisfacción que ver a un paciente no solo recuperarse, sino mantenerse sano con el paso de los años. Esa es la verdadera victoria. Porque sí, superar un ACV es un logro, pero evitar que se repita es la meta más importante.
No esperemos a que sea demasiado tarde. Si tú o un ser querido ha sufrido un accidente cerebrovascular, recuerda que el tratamiento no terminó al salir del hospital. Comienza una nueva etapa, donde la vigilancia y el compromiso pueden marcar la diferencia entre una vida plena o una nueva tragedia. N
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El Dr. Christopher David Anderson es neurólogo vascular con título de médico por la Northwestern University y posgrado en ciencias médicas por la Harvard Medical School. Es jefe de Ictus y Enfermedades Cerebrovasculares en Brigham and Women’s Hospital y profesor asociado de Neurología en Harvard Medical School.