Durante los últimos tres meses seguí de cerca la exitosísima campaña de Donald Trump. Admito que me divertían sus posturas, gestos, lenguaje no verbal, bailes, carisma, chispa, agresiones y disparates. Como en todo, ni todo lo que decía era ilusorio o fantasioso, ni todo era aplicable o realizable. Sus discursos por todo Estados Unidos giraron en torno a una idea básica que todos entendieron, aunque no todos creyeron: Make America Great Again (MAGA). Este exitoso eslogan se sustentó en varias promesas: reforzar las fronteras, devolver las fábricas a EE.UU., disminuir la inflación (reduciendo el costo de la energía), recuperar la hegemonía mundial de EE.UU. basada en su poderío militar, evitar una tercera guerra mundial, deportar a los indocumentados, declarar terroristas a los cárteles y eliminar a sus líderes.
Una cosa es liderar una campaña exitosa y otra muy distinta es cumplir las promesas
Sin embargo, una cosa es liderar una campaña exitosa y otra muy distinta es cumplir las promesas al estar en el poder. Trump vendió a sus votantes la idea de que Estados Unidos volvería a ser el líder económico y militar del mundo, algo que, en el contexto de la globalización y la geopolítica actual, resulta imposible. Pretender que el país sea independiente del resto del mundo es una falacia. La economía global está interconectada, con bloques como BRICS y APEC, y potencias emergentes como China e India dominando el escenario.
El muro de Trump
El famoso muro físico para detener la inmigración ilegal es una quimera. Incluso grupos de poder dentro de EE.UU. han advertido que no será efectivo. La deportación masiva tampoco es viable. En otros aspectos económicos, como la fabricación de automóviles en EE.UU. o la imposición de aranceles, Trump se enfrentará a una realidad que lo obligará a ajustar sus políticas.
No obstante, algunas de sus propuestas tienen sentido, como endurecer el control de la inmigración, combatir a los cárteles y recuperar el respeto internacional como potencia militar. También son positivas medidas como bajar impuestos, desregular trámites y fomentar el desarrollo empresarial.
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Para México, podría ser beneficioso que EE.UU. colabore en el combate a los cárteles y controle la inmigración en la frontera sur de nuestro país. En resumen, Trump realizó una campaña brillante como candidato, pero muchas de sus ideas, especialmente las relacionadas con el aislamiento, son obsoletas e impracticables. Aun así, en lo militar y económico tiene puntos válidos, y podría obligar al gobierno mexicano a corregir el rumbo en varios aspectos.
Apunte final: La Claudia y su equipo parecen estar en una guerra política con AMLO y su círculo cercano, mientras que en EE.UU., el Peje ya está bajo la lupa de los estadounidenses. ¿Será posible matar dos pájaros de un tiro? N