En los próximos dos años el presidente electo Donald Trump será protagonista de eventos significativos, desde la celebración del 250 aniversario de Estados Unidos hasta el Mundial de Futbol de 2026. Sin embargo, uno de esos momentos podría ser especialmente memorable para él: se convertirá en el segundo mandatario de la historia en hacer una llamada telefónica a la Luna; el primero fue Richard Nixon.
En septiembre de 2026 el programa Artemis de la NASA devolverá humanos a la Luna por primera vez desde 1973. Si tiene éxito, será la culminación de años de esfuerzo científico, compromiso e ingenio, cualidades por las que la agencia espacial es famosa a escala global.
El regreso de Trump presagia la posibilidad de grandes cambios en la agencia de 66 años de antigüedad, incluida una asociación mucho más profunda con el sector privado, un impulso hacia la exploración de Marte y un enfoque renovado en la competencia con el rival clave de Estados Unidos en la Tierra y en el espacio: China.
“NOTABLES LOGROS DE MUSK”
Junto a Trump está Elon Musk, el empresario multimillonario que es el rostro de la exploración espacial moderna con su empresa de cohetes SpaceX. Musk, que se dispone a dirigir el recién creado Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), le dio a Trump una demostración de sus notables logros cuando el presidente electo se unió a él para ver el lanzamiento del cohete Starship de SpaceX en Texas.
El liderazgo del magnate sudafricano ha transformado la industria espacial, demostrando que las empresas privadas pueden ofrecer soluciones innovadoras y rentables con mayor rapidez que los programas gubernamentales. Sin embargo, su posible participación en la formulación de políticas federales sobre el espacio plantea no solo posibles conflictos de intereses, sino también interrogantes sobre las prioridades. Además de la financiación y su influencia en la NASA, una agencia acosada por el envejecimiento de su infraestructura y problemas presupuestarios.
PREOCUPACIONES SOBRE EL PRESUPUESTO DE LA NASA, ¿SE PODRÁ HACER LA LLAMADA A LA LUNA?
El primer mandato de Trump trajo consigo importantes logros en materia de política espacial, como el lanzamiento del programa Artemis en 2017 para que los humanos volvieran a la Luna. Fue una iniciativa clave liderada por el vicepresidente Mike Pence, en su calidad de presidente del Consejo Nacional del Espacio, y el experto en política espacial Scott Pace. Trump también creó la Fuerza Espacial de Estados Unidos, la primera rama militar nueva desde 1947. La calificó como uno de los logros de su presidencia que más lo enorgullecen.
Para un presidente que a menudo se describe como divisivo, fue un ejemplo de una visión unificadora. Casey Dreier, jefe de política espacial de la Sociedad Planetaria, apuntó que el éxito de Trump en la exploración espacial durante su primer mandato puede atribuirse al apoyo bipartidista que recibió.
“El espacio, afortunadamente, es uno de los últimos bastiones restantes del bipartidismo, algo que la primera administración Trump demostró que era así”, sostuvo Dreier a Newsweek.
PJ Blount, profesor adjunto de derecho espacial en la Universidad de Durham en el Reino Unido, dijo que también era una visión impulsada por la claridad. Gran parte de los éxitos de la administración Trump en materia de política espacial durante su primer mandato, agregó, se basaron en una política clara de fortalecimiento de la industria espacial estadounidense.
“Con este fin, el Consejo Nacional del Espacio impulsó una política centrada en la creación de oportunidades para hacer que la industria espacial estadounidense fuera más competitiva”, dijo.
El programa Artemis vio a líderes demócratas como los senadores Maria Cantwell, Jeanne Shaheen y John Hickenlooper , así como a la expresidenta de la Cámara de Representantes Nancy Pelosi , unirse a los republicanos para establecer un apoyo bipartidista para el regreso de humanos a la Luna.
LA NASA NECESITA TODO EL APOYO PARA LOGRAR ESA LLAMADA A LA LUNA
La NASA necesitará todo el apoyo que pueda conseguir en los próximos años. Un contundente informe de las Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina de Estados Unidos publicado en octubre, titulado “La NASA en una encrucijada”, identificó una miríada de problemas en la agencia, entre ellos una infraestructura obsoleta, presiones para priorizar objetivos a corto plazo y prácticas de gestión ineficientes.
La actualización de la infraestructura obsoleta llega en un momento en que la búsqueda de financiación de la agencia se ha vuelto más difícil. El año pasado, el Congreso redujo el presupuesto de la NASA en un 2 por ciento después de años de crecimiento.
La agencia espacial ha operado durante mucho tiempo con presupuestos ajustados, haciendo malabarismos con proyectos ambiciosos con recursos limitados. El segundo mandato de Trump puede traer un mayor escrutinio a los gastos de la NASA, y el énfasis de Musk en la eficiencia y la reducción de costos probablemente influya en las decisiones presupuestarias.
Musk, en su papel de codirector de DOGE, ya se ha comprometido a identificar 2 billones de dólares en ahorros del presupuesto federal, lo que, según él, garantizará que el dinero de los contribuyentes “se gaste de buena manera”.
Blount expresó su preocupación por este enfoque. “La NASA ya tiene relativamente poco dinero para sus diversas misiones. Si bien Musk puede aportar ideas sobre gestión y eficiencia, sus afirmaciones de drásticas reducciones presupuestarias no son un buen augurio para una agencia que equilibra los vuelos espaciales tripulados, la ciencia y los beneficios públicos”, indicó.
¿LA NAVE ESPACIAL TRIPULADA ORIÓN PERMITIRÁ UNA LLAMADA A LA LUNA?
Una gran oportunidad de ahorro de costos (y un posible conflicto de intereses para Musk) reside en el costoso Sistema de Lanzamiento Espacial (SLS) de la NASA, la piedra angular del programa Artemis. El SLS, que debutará en 2022 con la misión no tripulada Artemis 1 a la Luna, es un cohete de un solo uso que solo puede lanzarse cada dos años, con un precio de unos 4,100 millones de dólares por lanzamiento. En cambio, SpaceX está trabajando para reducir el costo de un solo vuelo de Starship a menos de 10 millones de dólares.
El SLS está diseñado para lanzar la nave espacial tripulada Orion a la Luna en 2026, pero la cápsula tripulada Orion ha enfrentado problemas con su escudo térmico que una auditoría reciente determinó que amenaza la seguridad de la tripulación.
Esto significa que es probable que el SLS y la arquitectura más amplia del programa Artemis sean objeto de un escrutinio minucioso por parte del Congreso, mientras que la Casa Blanca podría detener el desarrollo del SLS a favor del cohete reutilizable Starship para su programa Artemis, incluso cuando el administrador asociado de la NASA, Jim Free, instó a la administración entrante a mantener los planes actuales.
Cheryl Warner, portavoz de la NASA, mencionó a Newsweek: “La NASA es una agencia bipartidista. En las próximas semanas y meses trabajaremos para garantizar una transición fluida a la Administración Trump el 20 de enero de 2025. En este momento, la agencia sigue centrada en su dirección actual para avanzar en nuestro enfoque de exploración de la Luna a Marte, nuevos descubrimientos científicos e innovaciones en aeronáutica y tecnología espacial para el beneficio de todos”.
SPACE X SE BENEFICIARÁ
La posible colaboración entre Trump y Musk en la NASA ofrece oportunidades y desafíos. Por un lado, podría acelerar el regreso de la humanidad a la Luna y los primeros pasos en Marte, al tiempo que fomenta la innovación mediante asociaciones comerciales. Por otro, corre el riesgo de dejar de lado las misiones científicas de la NASA y concentrar la influencia en manos de entidades privadas.
Esto podría convertir a Musk en una especie de arma de doble filo para la NASA. “Si Musk gana un poder significativo en este proceso de políticas, entonces habrá preguntas reales sobre si la administración está dedicada a un ‘mercado’ espacial vibrante o si volverá al control monopólico sobre ciertos aspectos de las actividades espaciales”, dijo Blount .
Es probable que el papel de SpaceX de Musk crezca sustancialmente durante el segundo mandato de Trump, particularmente si se detiene el desarrollo del SLS.
“SpaceX y otras empresas privadas han demostrado que pueden ofrecer soluciones más rápidas, más baratas y quizás incluso más seguras”, apuntó a Newsweek Kani Sathasivam, profesor de relaciones internacionales en la Universidad Estatal de Salem, Estados Unidos.
La NASA ya ha pedido a la compañía, así como a Blue Origin de Jeff Bezos, que desarrolle módulos de aterrizaje de carga para sus misiones Artemis y que utilice esos módulos de aterrizaje para entregar equipo pesado a la Luna en 2033.
Pero aunque las asociaciones público-privadas sin duda ofrecerán mayores oportunidades para la exploración espacial, existe la preocupación de que la nueva administración no endurezca lo suficiente las regulaciones para las empresas espaciales privadas, lo que podría llevar a posibles monopolios para la empresa de Musk.
IMPULSO A MARTE
Musk señaló en 2015 que había creado SpaceX debido al lento progreso de la NASA para llegar a Marte. “Así que cuando fuimos a la Luna, se suponía que íbamos a tener una base en la Luna, se suponía que íbamos a enviar gente a Marte, pero eso simplemente no sucedió”, dijo entonces.
La visión de Trump y Musk para la NASA parece centrada en la exploración humana de la Luna y luego del planeta rojo. “El hecho de que Elon Musk sea su asesor más cercano obviamente aumenta la relevancia de la exploración espacial y de Marte en particular”, pormenorizó Drier.
SpaceX, de Musk, ya está desarrollando Starship para transportar personas y carga a la Luna y Marte. Esto significa que Starship podría desempeñar un papel clave en el transporte de astronautas y equipos al planeta rojo, lo que permitiría a Estados Unidos consolidar su dominio en la exploración espacial.
Y LA LUCHA CONTRA CHINA
Sin embargo, los críticos sostienen que priorizar estos ambiciosos proyectos corre el riesgo de descuidar las misiones científicas de la NASA. La disposición de Trump hacia Artemis, SpaceX y la exploración de Marte podría indicar que su administración priorizará los programas de vuelos espaciales por sobre otras áreas de investigación científica.
En tanto, es probable que la política espacial de Trump se centre en mantener el dominio estadounidense en materia de vuelos espaciales frente al programa espacial de China, que ha avanzado rápidamente en los últimos años y que ahora cuenta con su propia versión de Starship. El país planea enviar astronautas a la Luna en 2030 y establecer una estación de investigación lunar tripulada en colaboración con Rusia durante la próxima década.
China también ha acelerado su cronograma para devolver muestras de Marte a la Tierra, posiblemente tan pronto como 2031, antes de la misión conjunta de Retorno de Muestras de Marte (MSR) de la NASA y la Agencia Espacial Europea. N
(Publicado en cooperación con Newsweek. Published in cooperation with Newsweek)