La COP29 en Bakú, Azerbaiyán, representó una reunión tensa en la que los representantes de decenas de naciones pusieron al centro sus preocupaciones y prioridades; sin embargo, en el escenario complejo del tablero geopolítico las negociaciones se tornan complejas.
¿EL ARREGLO ES QUE NO HAY ARREGLO?
Para tener un panorama de lo ocurrido en Bakú, hablamos con Sandra Guzmán Luna, fundadora y directora general del Grupo de Financiamiento Climático para Latinoamérica y el Caribe (GFLAC) y Defensoras.
“Desde 2009, los países desarrollados se comprometieron a movilizar 100,000 millones de dólares anuales en financiamiento climático para apoyar a los países en desarrollo entre 2020 y 2025. Sin embargo, esta meta ha sido ampliamente criticada por su insuficiencia. Las necesidades actuales en materia de cambio climático ascienden a billones de dólares, superando con creces este compromiso inicial”, detalló la doctora Guzmán.
Partiendo de la responsabilidad de las naciones más industrializadas en financiar esta transición por su impacto ecológico y climático de forma más aguda e histórica contra el resto de las naciones. Esto recae en el llamado G7 ( Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón, Reino Unido, y Estados Unidos).
En los últimos tres años, los países han trabajado para identificar los elementos clave que debe contener este nuevo objetivo. Sin embargo, las expectativas han sido dispares entre las naciones desarrolladas (contribuyentes) y las en desarrollo (receptoras). Ahí es donde empiezan las conversaciones incómodas.
Los países desarrollados priorizan mecanismos y criterios que les permitan mantener cierto control y condiciones claras sobre el financiamiento. En contraste, las naciones en desarrollo abogan por un acceso más directo y menos condicionado a los recursos, considerando la urgencia de sus necesidades frente a la crisis climática.
Para esta edición de la COP, se presentó un texto marco como base para las negociaciones, pero este fue rechazado por las partes. Esto forzó a que se iniciaran nuevamente las propuestas desde cero, pasando por varias versiones:
- Un texto inicial de 35 páginas.
- Una versión reducida a 25 páginas.
- Un documento de 10 páginas, refinado posteriormente a solo 5 páginas.
“El texto actual, aunque más conciso, ha generado división entre los países. Si bien incorpora avances en temas cualitativos, como el acceso y la predictibilidad, la cifra propuesta no satisface las expectativas de ninguna de las partes”, señala la activista ambiental.
EL TAMAÑO DE CHINA EN LAS NEGOCIACIONES
El tema de la aportación hecha por el G7 se queda corto para el tamaño de la tarea. Los países desarrollados han planteado la necesidad de ampliar la base de contribuyentes para financiar acciones climáticas, una responsabilidad que históricamente ha recaído sobre un grupo limitado de naciones. Tradicionalmente, estos contribuyentes han sido los países industrializados, todos parte del G7 dentro del G20. Sin embargo, los tiempos han cambiado, y el panorama actual ha llevado a cuestionar este modelo.
Las corresponsabilidades entre las principales economías y emisoras de gases de efecto invernadero se enfrentan ”En el contexto actual, economías como China han emergido como grandes emisores. China es hoy el mayor emisor global de gases de efecto invernadero, aunque en términos per cápita Estados Unidos sigue liderando”, señala la especialista. Una de las intenciones es que el gigante asiático se sume como contribuyente como los otros, pero esto no deja conforme a los intereses de Beijing.
“Esta propuesta ha generado un fuerte debate, especialmente dentro del G77 + China, que agrupa a países en desarrollo. Este bloque argumenta que no debería asumir responsabilidades de financiamiento, ya que no son emisores históricos. Los países desarrollados han sido los principales responsables de las emisiones acumuladas que han provocado el cambio climático actual”, detalla la especialista de la postura china.
Sin embargo, los representantes de la nación asiática reconocen su papel actual como uno de los mayores emisores, rechazan la idea de asumir una responsabilidad obligatoria para financiar acciones climáticas. Según su postura, aceptar tal responsabilidad sería injusto, especialmente en un contexto donde Estados Unidos podría abandonar compromisos financieros clave, como ocurrió en el pasado con el Acuerdo de París.
Este debate sobre la ampliación de la base de contribuyentes expone las tensiones entre los países industrializados y en desarrollo. Aunque las condiciones actuales exigen movilizar mayores recursos para enfrentar la crisis climática, por lo que el reto principal yace en encontrar un equilibrio que respete los principios de responsabilidad histórica y capacidades actuales. La clave estará en lograr acuerdos que promuevan una cooperación justa y efectiva para combatir el cambio climático global.
ESTADOS UNIDOS DUDA DE MANTENER EL ACUERDO DE PARÍS
No se descarta una posible retirada de Estados Unidos del Acuerdo de París, dada la llegada de Donald Trump al poder, asunto que genera cierta incertidumbre, aunque no con la misma intensidad que en el pasado. “Cuando ocurrió por primera vez, el contexto geopolítico era muy diferente, y la gran preocupación en aquel momento era la falta de financiamiento internacional para cumplir las agendas de desarrollo”, recuerda Guzmán. Actualmente Estados Unidos, como uno de los principales contribuyentes, jugaba un papel clave en garantizar estos recursos, pero esa hegemonía se ha atenuado.
“En las negociaciones actuales, ya se contempla la posibilidad de que Estados Unidos no participe plenamente. Por ello, los montos de financiamiento propuestos han sido ajustados considerando este escenario”, explica. Aunque es un peso importante y todas las fuerzas suman, la realidad que el mundo enfrenta ahora está preparado para avanzar sin depender exclusivamente de Estados Unidos, algo que resulta clave para mantener el impulso en la acción climática global y los acuerdos logrados en la COP.
El acuerdo alcanzado en la COP29 que establece 300, 000 millones de dólares anuales de financiación climática para los países menos desarrollados “no es ambicioso”, criticó el representante bloque de las 45 naciones con menos ingresos.
“Este objetivo no es lo que esperábamos conseguir. Después de años de discusiones, no es ambicioso para nosotros”, dijo Evans Njewa, diplomático de Malaui y jefe del bloque de Países Menos Desarrollados.
AMÉRICA LATINA: DESAFÍOS Y LIDERAZGOS
América Latina atraviesa un momento geopolítico crucial, en el que las expectativas sobre la consolidación de nuevos liderazgos parecen enfrentarse a retos de fragmentación y posturas divergentes. Figuras como Gabriel Boric en Chile, Gustavo Petro en Colombia, Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil y Claudia Sheinbaum en México han perfilado la posibilidad de un eje articulador en la región. “Sin embargo, la llegada de Javier Milei a la presidencia de Argentina representa un cambio que podría acentuar la desunión regional”, apunta a la disrupción con la tercera economía de la región la doctora Guzmán.
La región, tradicionalmente fragmentada, carece de una visión integrada en los foros internacionales. Por ejemplo, en las negociaciones climáticas bajo la Convención Marco de las Naciones Unidas, América Latina y el Caribe están representados por tres bloques distintos:
- AILAC (Alianza Independiente de América Latina y el Caribe): incluye países como Colombia, Chile y Perú.
- Grupo Sur: representado por Argentina, Brasil y Uruguay, entre otros.
- México, que participa de manera separada en un bloque distinto.
El rol de Brasil y Colombia en la construcción de liderazgos
Se tiene una expectativa importante con Lula da Silva desempeñará un papel clave en los próximos años, buscando cohesionar a los actores regionales y liderar procesos climáticos de impacto global, teniendo el tema del Amazonas dentro de sus prioridades ecológicas. Por otra parte, Colombia, que tuvo un rol destacado en la COP de biodiversidad realizada en Cali, continúa posicionándose como un actor relevante. La ministra de Ambiente, Susana Muhamad, está jugando un papel estratégico en la COP 29, consolidando la imagen de Colombia como líder climático regional, es una lectura a futuro que menciona la directora de Grupo de Financiamiento Climático para Latinoamérica y el Caribe.
México: señales de recuperación
La cuestión medioambiental para México atraviesa momentos de controversias por los proyectos del gobierno nacional. Sin embargo, hay señales que dan buenos indicios. “La reciente designación de Alicia Bárcena como secretaria de Medio Ambiente y Recursos Naturales envía una señal positiva. Se espera que Bárcena impulse acciones concretas para recuperar el tiempo perdido en materia de cambio climático durante los últimos años, fortaleciendo el posicionamiento del país en la agenda climática global”, expresa Guzmán.
Perspectivas hacia el futuro
América Latina se encuentra en un momento en que su oportunidad de avanzar en su papel en el escenario climático internacional es muy relevante. “La construcción de liderazgos más cohesionados, en combinación con una apuesta clara por las agendas ambientales, podría consolidar a la región como un bloque estratégico en la lucha contra el cambio climático”, señala con optimismo Sandra Guzman. “La clave estará en cómo los liderazgos actuales y futuros logren superar las divisiones internas y capitalizar las oportunidades de cooperación”, concluye.
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