Envuelta en un suéter rosa que cubre su enorme vientre, no deja de sonreír ni siquiera cuando cuenta lo que para muchas mujeres sería una situación traumática. Esta ucraniana de 26 años está embarazada de ocho meses, su marido está luchando en el frente y su pueblo es incesantemente bombardeado por las tropas rusas. Así enfrentan las embarazadas la guerra en Ucrania.
En busca de un lugar seguro, semanas antes de la fecha prevista de parto, se trasladó a un hospital de maternidad en el municipio de Pokrovsk, en la región de Donetsk, en el este de Ucrania.
“Estoy aquí por el estrés”, dice en la habitación del hospital que comparte con otras mujeres embarazadas.
Esta maternidad es la única de la cuenca del Donbás con una unidad neonatal e incubadoras para bebés nacidos prematuramente. A pesar de las alertas de ataque aéreo y los bombardeos, ha estado en constante funcionamiento desde que comenzó la invasión de Rusia hace dos años.
Lyakh solía vivir en Myrnograd, una localidad unos kilómetros al este, más cercana a la línea de frente. Rusia empezó a bombardear ambas localidades el 6 de enero, causando 11 muertos, entre ellos cinco niños, cuenta Lyakh.
Asustada por las alertas de ataques aéreos y el riesgo de que su propio edificio fuera impactado, “solía correr del quinto piso hasta el primero”, explica la mujer embarazada.
“Por eso vine aquí. Allí había una amenaza de dar a luz prematuramente”, argumenta.
“EL PARTO PREMATURO EN LAS EMBARAZADAS DE UCRANIA ES CAUSADO POR EL ESTRÉS CRÓNICO”
En otra cama en el pabellón, Katia Brendyuchkova, veinteañera también embarazada de ocho meses, está conectada a un gotero. “Estoy teniendo dificultades ahora. Hay la posibilidad de parto prematuro”, explica.
Su marido no es soldado, sino que trabaja en una mina de carbón en Pokrovsk. Esta localidad se encuentra a unos 30 kilómetros de uno de los puntos más peligrosos del frente: la batalla de Avdiivka, un pueblo estratégico que los rusos llevan meses intentando tomar.
En esta maternidad de dos plantas, algunas ventanas están protegidas por bolsas de arenas. Parte del sótano se reconvirtió en un refugio antibombas y dispone de generadores que suministra energía cuando se corta la electricidad.
Parte de los ginecólogos y las enfermeras marcharon, pero también disminuyeron los pacientes porque muchos residentes de la zona huyeron del este de Ucrania al comenzar la guerra.
Liubov Datsyk, jefa del departamento neonatal, cuenta que el número de nacimientos cayó de alrededor de 1,000, el año antes de la guerra, a 500 en 2022 y 622 el año pasado.Alrededor de un 20 por ciento de los bebés nacidos en 2023 fueron prematuros, el doble que 10 por ciento de antes de la guerra.
“El parto prematuro está causado por el estrés, el estrés crónico. Dado que nuestras pacientes están en una especie de zona gris y toda la región de Donetsk es una zona de guerra, el número de nacimientos prematuros ha aumentado”, explica Ivan Tsyganok, jefe de la unidad de maternidad.
El estrés se ve agravado por el hecho de que la mitad de las mujeres tienen a sus maridos en el frente. “Las mujeres están preocupadas tanto por sus maridos como por sus hijos”, dice Datsyk.
PADRES MUERTOS EN LA GUERRA
Ha habido casos de padres muertos en la guerra, mientras sus mujeres embarazadas estaban en el hospital de Ucrania, explica el personal médico. A veces decidieron no contarlo a la madre hasta después del parto, reconoce Datsyk, de 34 años.
De otra forma, la mujer embarazada “sabe que es una viuda” y todavía debe dar a luz, explica. La invasión rusa se cierne sobre los niños incluso antes de nacer. “Cuando tenemos niños, queremos que tengan un futuro brillante. Pero hoy, nacen y hay guerra. Son niños de la guerra”, dice Tsyganok.
Lyakh planea viajar para dar a luz a Dnipró, una gran ciudad 150 kilómetros al oeste. Después, ella y su hija, a quien quiere llamar Sofia, se mudarán a la capital Kiev.
Su marido es un lugarteniente de 23 años que combate actualmente en Avdiivka para contener a las fuerzas rusas. Una vez a la semana, la visita en el hospital.
“Debería ser trasladado (más cerca de Kiev), para que pasemos más tiempo juntos. Lo estamos deseando”, explica Lyakh. Brendyuchkova, que ya tiene una hija de tres años, reconoce que está asustada por los constante bombardeos y que le gustaría escapar.
“Quiero ir a algún otro lugar, pero hasta ahora, no hay opción. Mientras mi marido tenga un trabajo estable, nos quedaremos aquí”, concluye. N