Las proyecciones de crecimiento para la mayoría de las economías se han revisado al alza, lo que apunta a un 2023 positivo. No obstante, todo indica que el año entrante habrá una desaceleración de la actividad económica prácticamente de todos los países.
El caso más emblemático es China, que muestra desde ahora signos de caída en todos los rublos de las mediciones que se toman en cuenta. Por ejemplo, a pesar de las bajas tasas de interés en la nación asiática, el nivel de nuevos créditos ha caído de tal manera que se encuentran en los que había en 2009.
También, la paridad del yuan con el dólar está en su peor nivel desde hace 16 años. Y el PIB solo logró el 0.8 por ciento después del robusto 2.2 por ciento que presentaba al inicio de este año. La mala posición pone en riesgo el poderoso sector inmobiliario, lo que traería una fuerte reacción internacional.
Del resto de las naciones, si bien no tienen números negativos, es de esperarse que el incremento en el precio de los combustibles, la lenta corrección en los precios de los alimentos y la agresiva restricción monetaria a la que asisten prácticamente todas las economías, con excepciones como Japón y Suiza, hagan inminente la desaceleración internacional.
LA BIPOLARIDAD GLOBAL YA NOS ALCANZÓ
La pandemia y la invasión rusa a Ucrania, sin embargo, no tuvieron el mismo impacto en la economía global como lo tuvo la doble crisis estadounidense que, con la quiebra de su sistema de crédito hipotecario y su mercado inmobiliario, ha costado a la humanidad billones de dólares.
Aquella crisis fue producto del abuso de tasas de interés bajas, el consecuente incremento desmedido del crédito y la laxitud tanto en la creación de préstamos hipotecarios como en la supervisión. A partir de entonces la economía global, en particular, Estados Unidos y Europa, han vivido en una abundancia financiera sin precedentes en la historia económica moderna.
Los balances de los bancos centrales en esas regiones se duplicaron e inundaron la economía global de dólares y euros a tasas considerablemente bajas. Al ser la principal causa de los altos niveles de inflación, esta abundancia de liquidez está llegando a su final, con el costo que ello significa.
Por su parte, regiones como China e India comenzaron a acostumbrarse a crecer a doble dígito, ello como resultado de haber recibido por décadas la manufactura que las economías desarrolladas no querían en sus territorios, lo que las llevó a ser potencias exportadoras, pero con escasas importaciones, dando como resultado un crecimiento considerable de sus reservas en dólares.
SE FORMA UN NUEVO BLOQUE
En el caso de América Latina, como es costumbre, no es jugador relevante, por lo sigue siendo rehén de sus ineficientes ideologías que no generan más que mayor pobreza e inestabilidad política.
En este contexto, sustentado en inestabilidad global, alto costo del dinero e incremento de la pobreza, hemos comenzado a percibir cómo la economía sustentada en el liberalismo y apertura comercial disminuye su influencia en diversas zonas del planeta para dar paso a la bipolaridad global.
Mientras Occidente lucha con las consecuencias producidas por su exceso de liquidez, la problemática expansión de las llamadas redes sociales y su agresiva agenda social identificada como progresista —las tres adversidades con fuerte resistencia por enormes sectores de la sociedad—, enfrente se forma un nuevo bloque.
Asistimos, en efecto, al surgimiento de un poderoso bloque económico, tecnológico, social y militar encabezado por Rusia, China y la India, los cuales tienen una visión diametralmente distinta de cómo hacer negocios, comercio e influir en el comportamiento cultural de las sociedades otrora consumistas y occidentalizadas.
Podemos llamar a este bloque Euro-Asia, al que se le suman Turquía, Sudáfrica, Corea del Norte, Brasil, Venezuela, Argentina y no pocos países del mundo musulmán. Aunque una moneda común suene utópica, su influencia comienza a ser notoria.
TENSIONES GEOPOLÍTICAS, COMERCIALES Y CULTURALES
Por el momento, China parece estar sufriendo los estragos de las políticas económicas de Xi Jinping y cayendo en todos los indicadores de crecimiento y bienestar. En tanto, Rusia mantiene su fuerza militar contrarrestando la espectacular ayuda económica y militar de Estados Unidos a Ucrania. E India, como China, es presa de su excesiva pobreza que, por su tamaño, parece imposible su surgimiento como potencia real. No obstante, el resto de los miembros del bloque estarán sujetos a lo que decidan los tres gigantes de la nueva región.
El destino de esta nueva área de influencia universal es incierto, pero mientras tanto se puede presuponer que habrá fuertes tensiones geopolíticas, comerciales y culturales, pues Estados Unidos por el momento no cuenta con el apoyo de Europa y menos de América Latina.
Merece atención aparte África, que lamentablemente está fuera de la sinergia global, y no muy lejos de América Latina, por ciento. No hay duda de que estamos ante nuevos hitos y desafíos formidables. N
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Carlos Alberto Martínez Castillo es doctor en Desarrollo Económico, Derecho y Filosofía y profesor en la UP e Ibero. Ha colaborado en el Banco de México, Washington, Secretaría de Hacienda y Presidencia de la República. Correo: drcamartí[email protected] Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad del autor.