Una nueva droga está adquiriendo rápida popularidad en muchas partes de Estados Unidos, pero, a la vez, está dejando a su paso pieles putrefactas e infinidad de daños a la salud. Mejor conocida como “tranq”, “tranq dope” y “zombie drug” (droga zombi), la xilacina emerge cada vez con más frecuencia en las ciudades más importantes de Estados Unidos, particularmente en San Francisco, Nueva York, Filadelfia y Los Ángeles.
A decir de un estudio publicado el 30 de junio de 2022 en la revista Journal of Analytical Toxicology, la xilacina ha sido detectada en el mercado de opioides de 36 estados de la Unión Americana, así como en el distrito de Columbia. Sin embargo, se cree que, desde entonces, la sustancia se ha diseminado mucho por todo el territorio estadounidense.
Este estupefaciente debe el espeluznante sobrenombre de “droga zombi” a que su uso produce ulceraciones putrefactas de la piel, las cuales, de no recibir tratamiento, obligan a realizar amputaciones. Y no solo eso: la xilacina también está implicada en una creciente cifra de muertes por sobredosis.
¿QUÉ ES LA XILACINA?
El Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas de Estados Unidos informa que la xilacina es un tranquilizante no opioide utilizado en medicina veterinaria, de modo que la sustancia no está indicada para consumo humano.
Pese a ello, cada vez se utiliza con más frecuencia como adulterante en combinación con otras drogas ilegales; mayormente fentanilo, aunque también cocaína, heroína y otros opiáceos, según detalla la hoja informativa de la Administración para el Control de Drogas de Estados Unidos (DEA).
Por sí sola, xilacina es un sedante que actúa en el sistema nervioso y ocasiona somnolencia, amnesia, respiración lenta, disminución de la frecuencia cardiaca y reducción de la presión arterial. No obstante, se cree que su combinación con el fentanilo prolonga los efectos del subidón.
Este tranquilizante veterinario puede ser inhalado, inyectado o fumado. Si se administra como inyección, la “droga zombi” puede ocasionar ulceraciones cutáneas en el punto de inserción de la aguja.
Poco después, esas úlceras —que a menudo rezuman pus coloreado— se convierten en zonas de piel muerta, llamadas escaras, las cuales se vuelven necróticas y requieren de amputación.
En Filadelfia, una usuaria de xilacina desarrolló lesiones ulcerosas cerca de los sitios donde solía inyectar los opioides. “A veces despertaba llorando porque mis brazos estaban muriéndose”, confesó Tracey McCann, de 39 años, en una declaración para The New York Times.
Otro usuario también desarrolló lesiones parecidas. “Lo que hace tranq es ‘zombificar’ el cuerpo de la gente”, aseguró Sam, adicto de 28 años entrevistado por Sky News. “Hasta hace nueve meses, jamás tuve una herida. Pero ahora tengo agujeros en las piernas y en los pies”.
LA XILACINA AUMENTA LA MORTANDAD
El riesgo de una sobredosis letal aumenta cuando la xilacina se combina con opioides, porque estas sustancias también deprimen el sistema nervioso. Ahora bien, esta complicación plantea un problema adicional, ya que la sobredosis de xilacina no cede con la administración de Narcan, nombre comercial de la naloxona: medicamento que se utiliza para reanimar a quienes se han administrado una sobredosis de opioides.
Por si fuera poco, la xilacina se ha relacionado con una creciente tasa de mortalidad: entre 2015 y 2020, el porcentaje de muertes por sobredosis asociadas a la xilacina saltó de 2 a 26 por ciento en Pensilvania.
Asimismo, la sustancia estuvo presente en 19 por ciento del total de decesos por sobredosis registrados en 2021 en Maryland, así como en 10 por ciento de las muertes por sobredosis ocurridas en Connecticut en 2020.
Además, según cifras de la DEA, solo entre 2020 y 2021 el total de muertes por sobredosis que dieron positivo a la “droga zombi” aumentó 103 por ciento en el noreste del territorio continental estadounidense; 516 por ciento en la región del medio oeste; 750 por ciento en el oeste; y un impactante 1,127 por ciento en el sur de Estados Unidos. En 2021, hasta 90 por ciento de las muestras de drogas analizadas en Filadelfia contenían xilacina.
Aun así, muchas de esas cifras podrían ser subestimaciones porque, dado que la xilacina se considera una sustancia eminentemente no humana, los análisis post-mortem no suelen incluir una prueba para detectar la presencia de esta “droga zombi”.
LA “DROGA ZOMBI” AÚN ES IGNORADA
Es más, la DEA asegura que la xilacina todavía no forma parte de los informes de sobredosis mortales que generan los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC). Y, como cabe suponer, tampoco se encuentra inscrita en el listado de drogas que contempla la Ley de Sustancias Controladas de Estados Unidos.
A decir de la DEA, la vía principal por la que la xilacina ingresa en el mercado de drogas ilegales consiste en los proveedores de medicamentos veterinarios que operan en línea, ya que la venta de este fármaco es ilegal incluso en el sector veterinario.
La sustancia líquida puede adquirirse en forma de ampolletas o jeringas precargadas, cuya concentración se basa en las características del animal al que va a administrarse.
No obstante, la DEA afirma que la xilacina puede también adquirirse fácilmente en línea a través de proveedores chinos que ofrecen la sustancia como líquido o polvo, y a precios muy bajos, “muchas veces sin que [los vendedores] tengan relación alguna con la profesión veterinaria, y sin necesidad de cumplir el requisito de demostrar que existe una necesidad legítima”.
Hace 20 años, la xilacina surgió como un problema particular de Puerto Rico, de donde la sustancia migró gradualmente al territorio continental de Estados Unidos. La DEA predice que seguirá circulando por la misma ruta este-oeste que el facilitó la expansión del fentanilo.
La dependencia presagia que la xilacina se hará cada vez más presente en los suministros de fentanilo, aunque también espera que su consumo individual se incremente igual que ocurrió en Puerto Rico. N
(Publicado en cooperación con Newsweek. Published in cooperation with Newsweek).