La tendencia “ultrasexy” y la desnudez en la moda desembarcaron en las colecciones de primavera-verano de la alta costura en París, una tendencia confirmada con la definitiva liberación de los cuerpos tras la pandemia.
“Hay mucha desnudez en los vestidos. Son tendencias, salimos de una pandemia, la gente tiene ganas de salir, de mostrarse, de celebrar juntos. Es algo natural”, reflexionó el creador de calzado de lujo francés, Christian Louboutin, que colaboró con la española Juana Martín para su colección titulada “Orígenes”.
Martín propuso el denim descolorido para su desfile, con cortes a nivel de la cintura, enseñando las caderas, para romper la simetría. “Mis clientas ya no quieren sujetadores”, explicó a la AFP el creador francés Julien Fournié.
Para este diseñador, un bañador de una sola pieza puede ser bordado y convertirse en vestido de noche. “La idea es llevarlo con mucha libertad y con mucha… desnudez. Volver a apropiarse del cuerpo herido por el covid. Incluso mis clientas ricas, las que hacen yoga, quieren hallar un sentido a su vida”, explicó.
El covid-19 impuso la comodidad en la moda, ahora toca volver a salir y divertirse, pero con flexibilidad. La marca italiana Fendi presentó una colección llena de transparencias y vestidos que eran reinterpretaciones de la lencería femenina.
“Es el mundo interior que sale al exterior, a la vez en el sentido figurado y en el sentido propio”, explicó el británico Kim Jones, director artístico de la casa.
Esa transparencia se acentúa con los colores carne, gris claro, pastel. Los zapatos, sin embargo, son de tacón de aguja, para no perder el lado sexy.
“LA MODA EN PARÍS NO ES PARA ANDAR CON CARAS TRISTES”
Viktor & Rolf, la pareja holandesa que acostumbra a sorprender cada temporada con su humor, también utilizó esa paleta de colores para una colección con dos tendencias: por un lado los tradicionales modelos de falda ancha, con abundante tul y lazos en la cintura, y por otro, modelos que llevaban esos vestidos al revés, o en diagonal.
Para ello tenían que exhibir sus corsés y corpiños, también de color carne. Las espaldas aparecen descubiertas, totalmente o con vestidos que ofrecen rombos o cuadrados, como la marroquí Sara Chraibi, que se estrenó con una colección de corte impecable en París.
Las capas pueden ser de gasa, de color pastel o estampadas, pero debajo a menudo se vislumbra un cuerpo semidesnudo, con una simple lencería, o unos shorts a juego.
La marca Thierry Mugler, que hizo de los corsés, las chaquetas de cuero y las botas superaltas su referencia desde los años 1990, volvió a asomarse el jueves por la noche por la alta costura con una pantalla gigante: “I’m sexy”.
El estadounidense Casey Cadwallader, que asumió las riendas de la casa tras el fallecimiento de su fundador el año pasado, presentó una mujer con vestidos ceñidos, negros y bordados, que dejaban poco espacio a la imaginación. Destacaban las medias negras hasta la rodilla.
De un corsé de Mugler salen dos escuetas alas negras que apenas esconden los senos de la modelo. Juana Martín utiliza el mismo motivo para ceñir la cintura de unos pantalones tejanos cortados por debajo de la cadera.
El desfile de Mugler se terminó con una discoteca en la que se mezclaron invitados y modelos.
“¡Hay que divertirse! La moda no es para ir andando con caras tristes. Es algo cálido y excitante”, declaró a los periodistas Casey Cadwallader. N