“Fire and Fury: Inside the Trump White House” es el libro del momento. No hay nadie que no hable del texto del periodista Michael Wolff. Incluso el diario oficialista norcoreano Rodong Sinmun le ha dedicado unas líneas a este material que en tan solo unos días se ha convertido en un bestseller.
La euforia ha sido tal que en varias librerías de Estados Unidos solo se puede obtener bajo pedido, mientras que algunos lectores se han confundido y han comprado un tomo sobre los bombardeos aliados en Alemania durante la II Guerra Mundial que comparte el título.
Wolff asegura que para escribir las casi 250 páginas entrevistó durante 18 meses a unas 200 personas del círculo cercano de Donald Trump, con quien también habló. El magnate enfureció contra el periodista e intentó bloquear que la editorial sacara el material. Sin embargo, sus amenazas han tenido el efecto contrario y el libro vio la luz antes de lo previsto. Ahora el presidente amaga con demandar, pero de igual manera sus intentos de censurar el libro solo le han dado más popularidad.
El contenido de “Fire and Fury” más que una novedad, ha confirmado las sospechas de cómo es Donald Trump como presidente de la que es considerada como la nación más poderosa del mundo. Lo pinta como una persona iracunda, egocéntrica, de oídos sordos, desconfiada, cuestionada por su gente e incluso pone en duda su estabilidad mental para poder gobernar.
“No autoricé ningún acceso a la Casa Blanca (en realidad lo rechacé muchas veces) al autor de un libro engañoso. Nunca hablé con él para el libro. Lleno de mentiras, tergiversaciones y fuentes que no existen”, tuiteó Trump en relación al prólogo del libro donde Wolf menciona cómo pese a la hostilidad del magnate hacia la prensa a él se le permitió pasar meses en la Casa Blanca hablando con colaboradores como el exconsejero Steve Bannon e incluso hizo lo propio con el mandatario estadounidense.
“Si se dio cuenta de que era una entrevista o no, no lo sé, pero ciertamente no fue extraoficialmente”, dijo Wolff a la NBC. “He pasado cerca de tres horas con el presidente en el transcurso de la campaña y en la Casa Blanca. Por lo tanto, mi ventana a Donald Trump es bastante significativa”, agregó a la par que insistió en que todos alrededor del empresario inmobiliario dicen que es un niño ”que necesita una gratificación inmediata”.
¿Trump nunca quiso ganar?
“Cuando la campaña llegó a su fin, el propio Trump se mostró optimista. Su objetivo final, después de todo, nunca había sido ganar. ‘Puedo ser el hombre más famoso del mundo’, le había dicho a su asistente Sam Nunberg al comienzo de la contienda. A su amigo de toda la vida, Roger Ailes, exdirector de Fox News, le gustaba decir que si desea una carrera en la televisión, primero se postulará para presidente. Ahora Trump, alentado por Ailes, estaba haciendo flotar los rumores sobre una televisora de su propiedad. Sería un gran futuro. Él saldría de esta campaña, Trump le aseguró a Ailes, con una marca mucho más poderosa y oportunidades incalculables. ‘Esto es más grande de lo que jamás había soñado’, le dijo a Ailes una semana antes de las elecciones. ‘No pienso en perder, porque esto no es perder. Hemos ganado totalmente’”.
Wolf describe esta escena en el primer capítulo del libro, en donde da una serie de detalles en los que, a decir de la fuentes con las que consultó, Trump nunca creyó que pudiese llegar en la Casa Blanca. El periodista menciona que el magnate no invirtió lo suficiente en la campaña; que le prometió a Melania que una vez pasada la votación todo volvería a la normalidad; que sus demás colaboradores estaban conscientes de todo ello ya que la carrera presidencial solo era un escaparate para cada uno de ellos.
“Trump sería increíblemente famoso y un mártir de la deshonesta Hillary. Su hija Ivanka y su yerno Jared serían celebridades internacionales. Steve Bannon se convertiría en el jefe de facto del Tea Party. Kellyanne Conway sería una estrella de noticias por cable. Melania Trump, a quien su esposo le había asegurado que no sería presidente, podría volver a almorzar discretamente. Perder funcionaría para todos. Perder era ganar”, prosigue Wolf en su libro.
Sin embargo, eso no fue así. Trump, para sorpresa de todos, incluso para él mismo, según el relato de Fire and Fury, fue haciéndose de cada uno de los distritos electorales conforme la noche del 8 de noviembre avanzaba hacia su inexorable fin. “Cuando la tendencia inesperada -Trump podría ganar en realidad – parecía confirmada, Don Jr. le dijo a un amigo que su padre, o DJT, como él lo llama, parecía haber visto un fantasma. Melania estaba llorando, y no de alegría”, se lee en el libro.
“Hubo, en el espacio de poco más de una hora, en la observación no distraída de Steve Bannon, un desconcertado Trump transformándose en un Trump incrédulo y luego en un horrorizado Trump. Pero aún estaba por venir la transformación final: de repente, Donald Trump se convirtió en un hombre que creía que merecía ser, y era totalmente capaz de ser, el presidente de los Estados Unidos”, escribe Wolf.
Un nuevo presidente en la Casa Blanca
Wolf asegura que en los primeros días, Trump ordenó dos pantallas de televisión además de la que ya estaba allí, además de colocar un candado en la puerta, lo que llevó a un breve enfrentamiento con el Servicio Secreto, quien insistió en que debía de tener acceso a la habitación. Además relata cómo reprendió al personal de limpieza por recoger su camisa del suelo: “Si mi camisa está en el piso, es porque la quiero en el piso”, dijo Trump, según la reconstrucción que se hace en el libro.
“Luego impuso un conjunto de nuevas reglas: nadie toca nada, especialmente su cepillo de dientes. (Tenía un largo temor de ser envenenado, una de las razones por las que le gusta comer en McDonald’s; nadie sabría que vendría y la comida estaría preparada con seguridad). Además, le informaría al personal de limpieza cuando quisiera que le hicieran las sábanas, y él sería quien quitaría las sábanas de su cama”, escribe el periodista.
El mismo relato menciona que Trump va a la cama desde las seis y media con una hamburguesa con queso en la mano y mirando sus tres pantallas y haciendo llamadas telefónicas a un pequeño grupo de amigos, entre ellos Tom Barrack, que registró sus niveles de agitación creciente y decreciente durante la noche y luego compararon notas entre sí.
La publicación dice que a medida que los detalles de la vida personal de Trump se filtraron a la prensa, el inquilino de la Casa Blanca se obsesionó con saber de dónde provenían las fugas. “La fuente de todos los chismes, sin embargo, bien pudo haber sido el propio Trump. En sus llamadas durante todo el día y en la noche desde su cama, a menudo hablaba con personas que no tenían motivos para guardar sus confidencias. Era un río de agravios, que los destinatarios de sus llamadas se extendieron rápidamente a los medios siempre atentos”, escribe Wolf.
¿Trump buscó a Putin en Rusia?
Michael Wolf da cuenta de una plática que sostuvieron Roger Ailes y Steve Bannon sobre Trump, en la que el exdirector de Fox News le preguntó al entonces jefe de campaña del republicano si Trump estaba “metido con los rusos”
“¿Qué se ha metido él con los rusos?”, presionó Ailes. “Principalmente fue a Rusia y pensó que iba a encontrarse con Putin. Pero a Putin no le importa una mierda sobre él. Así que lo sigue intentando”, habría dicho Bannon según el libro.
“La acusación de que Trump se coludió con los rusos para ganar las elecciones, lo cual se mofó de él, fue, en la estimación de algunos de sus amigos, un ejemplo perfecto de su incapacidad para conectar los puntos. Incluso si no hubiera conspirado personalmente con los rusos para arreglar las elecciones, sus esfuerzos por ganarse el favor de todos, sin duda, de Vladimir Putin, habían dejado una estela de palabras alarmantes y actos que probablemente tendrían enormes costos políticos”, escribe Wolf.
El periodista menciona que poco después de las elecciones, Ailes le dijo a Trump, con cierta urgencia: “Tienes que ir directo a Rusia”, advirtiéndole sobre material potencialmente dañino que venía en su dirección. “Tienes que tomar esto en serio, Donald”, le dijo. “Jared tiene esto. Todo está resuelto”, le respondió el presidente electo de Estados Unidos, refiriéndose a su yerno Jared Kushner.
Las esposas de los amigos de Trump
“A Trump le gustaba decir que una de las cosas que hacía que valga la pena vivir era meter a la cama a la mujer de sus amigos. Al perseguir a la esposa de un amigo, trataría de persuadirla de que su marido tal vez no era lo que ella pensaba”, se describe en Fire and Fury.
Según Michael Wolf, Trump solía pedir a su secretaria que hiciera entrar a sus amigos a su oficina, donde los involucraría en lo que para él era una broma sexual más o menos constante. “¿Todavía te gusta tener sexo con tu esposa? ¿Con qué frecuencia? ¿Debes haber tenido una mejor relación que con tu esposa? Cuéntame sobre eso. Tengo chicas que vienen de Los Ángeles a las tres en punto. Podemos subir y pasar un buen rato. Lo prometo . . . Y todo el tiempo, Trump tendría la esposa de su amigo en el altavoz, escuchando”.