Crecemos con la idea de que la leche es imprescindible para nuestra salud y que sin su aporte de calcio no podríamos alcanzar nuestra altura máxima ni desarrollo óseo correcto.
Lo que sabemos hoy en día es que la leche materna es la única que necesitamos durante nuestros primeros años de vida para desarrollar nuestra flora intestinal de la manera correcta y así evitar alergias, intolerancias y enfermedades a largo plazo.
Nuestro cuerpo es tan sabio que después de los dos años de edad dejamos de producir la enzima que ayuda a degradar la lactosa. Por ello conocemos a tanta gente que le “cae mal” la leche, quesos, mantequilla, helados, etcétera.
La mayoría de las personas sin saberlo tienen alguna reacción hacia los lácteos y presentan síntomas que no imaginan que son provocados por la leche. Estos pueden incluir insomnio, indigestión, acné, malestar estomacal, alergias, gastritis y reflujo, entre muchos.
Durante los últimos años se han suscitado cambios drásticos en la producción de alimentos. Por ejemplo, el suministro de antibióticos a animales ha aumentado para que no enfermen por el gran estrés que viven día a día. La alimentación es otro factor muy importante que ha cambiado, ya que debe basarse en plantas y ahora la mayoría de las vacas lecheras consumen trigo genéticamente modificado.
VACAS ESTRESADAS Y DAÑINAS
Por último, su modo de vida es totalmente diferente al que solían llevar: antes estaban libres y tenían espacio para caminar. Ahora no pueden salir de su corral, por lo que el animal se estresa y libera hormonas que nosotros ingerimos en su leche.
Todos estos cambios nos llevan a entender y comprobar que la leche y los productos derivados de animales han bajado de calidad. Por lo que consumimos antibióticos, hormonas y grasa no saludable.
Si vas a consumir lácteos busca que sean de oveja, orgánicos y enteros. No recomiendo quesos light o bajos en grasa por varias razones:
- Al quitarle la grasa al queso necesitan tener el mismo sabor y textura, por lo que agregan almidones, azúcares o emulsificantes.
- Cuando le quitan la grasa y agregan almidones o azúcares, provocan que tú liberes más insulina al comerlo y, por ende, acumularás mucho más grasa que si consumes el producto entero. N
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Jessica Nasser es licenciada en nutrición clínica por la Universidad Anáhuac, certificada como entrenadora personal por la World Fitness Association y diplomada en nutrición vegetariana por el Instituto de Ciencias de Nutrición y Salud de España. Instagram: @nutrijessnasser. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad de la autora.