Pese a que autoridades de los tres niveles aseguran que la emergencia derivada de la inundación de Tula, la cual ocurrió en septiembre del año pasado, ya está superada, los damnificados indicaron que no es verdad, pues “cada día surgen necesidades que los afectados no pueden cubrir”.
Manifestaron que, con el paso del tiempo, los apoyos se diluyeron y la gente que se quedó sin hogar, negocio, empleo o ingresos fijos ha quedado en “la miseria” por falta de asistencia.
“A seis meses de la anegación, Tula sigue en emergencia, no está de pie”, expresó en entrevistas un damnificado de la sumersión en las aguas negras del río Tula durante la segunda y tercera semana de septiembre de 2021, siniestro que arrojó un saldo de más de 35 mil personas con pérdidas totales; más aún, de manera oficial se reconoce a 17 fallecidos en las instalaciones del hospital de zona 5 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
María Berenice Pecina Jiménez, presidenta de la Gran Asamblea de Damnificados Tula 2021, dijo que no da crédito a cómo se puede hablar de que ya se superó el desastre, cuando todavía quedan calles, viviendas e inmuebles públicos que no se han acabado o ni siquiera se han empezado a limpiar.
Señaló que, en los recorridos que ha realizado en estos 180 días la organización que representa, se han detectado propiedades en diversas calles de la ciudad que siguen como si la inundación hubiera ocurrido ayer.
“Por ejemplo, en la Vuelta del Río, los callejones Atajay y Club de Leones, además del fraccionamiento Chapultepec, de Jalpa, hay viviendas que todavía tienen hasta un metro y medio de lodo sólido y humedad en las paredes, casas a punto de caer en la zona centro, etcétera”, indicó.
Criticó que se hable de celebrar una feria de casi 2 millones de pesos por parte del municipio, cuando la demarcación está en crisis y hay otras prioridades que no se atienden; además, a los afectados se les ha abandonado.
Para Mariela Luna Paredes, vocera de la agrupación Unidos por Tula (UxT), organización civil que ha dado apoyos a los afectados con el programa Adopta una Casa, en que se ha amueblado alrededor de 50 viviendas, cuyos propietarios lo perdieron todo, sostuvo que hasta ahora Tula solamente se ha levantado un pequeño porcentaje, pero consideró que ha sido por esfuerzos de la sociedad, no del gobierno, ya que las autoridades han hecho casi nada.
Afirmó que, a seis meses de la tragedia, los tulenses se han “rascado con sus propias uñas”, ante la indiferencia de los tres órdenes de gobierno, e indicó que es increíble que, por ejemplo, en medio año no se haya hecho algo por restaurar los inmuebles educativos que se perdieron completamente en la zona centro, lo que ocasiona que ninguno haya regresado a clases presenciales por no estar en condiciones.
Citó los casos de la primaria Venustiano Carranza, la más grande y más antigua de la demarcación: “Sigue en ruinas, los muros se están echando a perder, varias paredes están por colapsar; cuando quieran hacer algo, si es que lo hacen, ya no se van a poder recuperar”.
Para Angélica Marisol Salazar Huerta, del fraccionamiento Rancho Chapultepec, las carencias de los damnificados siguen siendo casi totales, porque nadie los ha ayudado: “Quien ha salido adelante, ha sido por medios propios”.
La afectada aseveró que el acalde carece de empatía y en seis meses no ha sido capaz de atender las necesidades mínimas de su pueblo, mismo que el 6 de septiembre cayó en desgracia.
Además, estimó que Tula no volverá a la normalidad sino hasta en unos 10 años, si se sigue con el abandono de los gobiernos: “Pero si se ponen las pilas y nos atienden, tardaremos la mitad del tiempo en volver a la vida que teníamos antes de la inundación”.
Miguel Ángel Martínez
Tula de Allende
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