CUANDO una vaca se encuentra en un prado está dañando al medioambiente a partir de la liberación de metano, en general la agricultura es responsable del 12 por ciento de las emisiones de efecto invernadero en el mundo, especialmente el metano, el segundo gas perjudicial después del dióxido de carbono.
El rumiante promedio produce entre 250-500 litros de metano por día. A nivel mundial, el ganado es responsable de emitir el metano equivalente a 3,1 gigatoneladas de dióxido de carbono a la atmósfera anualmente, explica la BBC.
En conjunto, la agricultura y la ganadería generan un 40 por ciento del metano vinculado a la actividad humana. El resto procede principalmente del sector gasístico.
Esto se debe sobre todo al proceso de digestión de los rumiantes, que liberan metano al eructar, y no como se suele atribuir a sus flatulencias. El 95 por ciento de las emisiones de metano de los bovinos provienen de su hocico.
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La investigación, tanto pública como privada, multiplica las iniciativas para remediarlo, aunque por ahora es difícil que lleguen a implementarse en las granjas, informó AFP.
Actualmente, el gigante estadounidense Cargill desarrolla un proyecto con la empresa emergente británica Zelp sobre un dispositivo en forma de cabestro. El mecanismo, colocado en el hocico de las vacas, filtra el metano para transformarlo en CO2, cuyo efecto de calentamiento de cada molécula es mucho menor que el de una molécula de metano.
“Los primeros datos son interesante, con reducciones de emisiones de metano a la mitad”, señaló recientemente a la AFP Ghislain Boucher, responsable del servicio de rumiantes en el fabricante de alimentos para animales Provimi (filial de Cargill).
El aparato, sin embargo, todavía tiene que ser probado “en condiciones reales”, antes de plantearse su comercialización a finales de 2022, o 2023.
A corto plazo, Cargill empieza a vender en Europa del norte un complemento alimentario químico, el nitrato de calcio: 200 gramos en la ración diaria permitiría reducir las emisiones de metano de 10 por ciento.
El coste se estima a “entre 10 y 15 céntimos por vaca y día”, precisó Boucher al margen de un encuentro profesional de ganadería en el centro de Francia.
MANERAS PARA REDUCIR LOS GASES CONTAMINANTES
Otro experimento aplicado a estos animales consiste en una vacuna contra ciertos microbios intestinales que son responsables de producir metano mientras los animales digieren sus alimentos.
El instituto de investigación más grandes de Nueva Zelanda AgResearch desarrolla esta vacuna, junto con otros métodos antimetano, “para permitirnos seguir comiendo carne y productos lácteos mientras se reduce el impacto que la industria ganadera tiene en el medio ambiente. Lo que se podría definir como carne sin culpa y queso con la conciencia tranquila”, informa BBC.
Los científicos de AgResearch esperan que sea posible reducir la contribución que la ganadería está haciendo al calentamiento global.
Su enfoque se basa en el trabajo de Sinead Leahy, un microbiólogo de AgResearch adscrito al Centro de Investigación de Gases de Efecto Invernadero Agrícola de Nueva Zelanda.
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Otra alternativa es alimentar a los animales con una dieta distinta, dice Phil Garnsworthy, quien se especializa en nutrición de vacas lecheras en la Universidad de Nottingham, siempre y cuando continúe permitiendo que los animales sigan produciendo leche y carne. “Probablemente se puede reducir el metano en aproximadamente un 20-25 por ciento al alterar la dieta”, explica.
Un estudio realizado por investigadores de la Universidad de California, en Estados Unidos, estimó que se podrían reducir las emisiones globales de metano de las vacas en un 15 por ciento cambiando la alimentación.
Pero Garnsworthy cree que la cifra puede ser más alta. En Reino Unido, dice, los agricultores usan principalmente ensilado de hierba. “Solo con cambiar a ensilado de maíz, se podría ver una caída en la producción de metano del 10 por ciento”, explica la BBC.
A su vez, un estudio estadounidense, el potencial de las algas rojas como complemento alimentario es muy superior, con reducciones de emisiones que pueden llegar a más del 80 por ciento. Si estos resultados se pueden reproducir, sería conveniente desarrollar el cultivo de algas rojas, sobre todo cerca de las granjas, según investigadores californianos.
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“A todo esto, se tiene que ver cómo reaccionarán los ganaderos, que tendrán que pagar más caro sin mejorar los beneficios económicos de los animales, salvo si son remunerados en forma de créditos de carbono, por ejemplo. Y también se debe tener en cuenta qué harán los consumidores, preocupados por los alimentos que ingieren los bovinos que acaban en su plato”.
Los expertos contactados por la AFP coinciden en decir que, por ahora, ya sería posible reducir el número de animales considerados improductivos, por ejemplo adelantando la edad en la que las vacas tienen su primer ternero.
Un informe del programa de Naciones Unidas para el medioamenbiente indicaba en mayo de 2021 que las soluciones tecnológicas tenían un “potencial limitado” para reducir de forma significativa las emisiones del sector.
El documento recomendó antes intentar cambiar algunos hábitos, como la reducción del despilfarro alimentario, la mejora de la gestión de los criaderos y la adopción de un régimen alimentario con menos carne y productos lácteos. N
Con información de AFP y BBC