En opinión de un banquero, el remedio a la escasez de mano de obra consiste en contratar a personas con antecedentes penales.
“¿QUÉ TIENE que ver esto con la banca?”. Esa es una pregunta que me hacen todo el tiempo.
No es muy frecuente que los banqueros dediquen mucho tiempo a hablar y escribir sobre prisiones, políticas y sentencias judiciales, pero yo lo hago.
La descripción formal de mi puesto tiene que ver con orientar la asignación de inversiones que mi banco maneja a nombre de personas e instituciones. Dado que una persona no comprende cómo invertir a menos que comprenda la economía, mi equipo dedica mucho tiempo a investigar las tendencias económicas y a compartir esa información con nuestros clientes. No es posible comprender la economía sin observar atentamente el mercado laboral, y es aquí donde el impacto del sistema de justicia en nuestra fuerza de trabajo debe formar parte de la discusión.
Los males sociales han cobrado una terrible cuota a nuestra fuerza de trabajo, y el principal elemento de ello es el círculo vicioso de encarcelamiento y reincidencia que nos ha privado de los talentos de millones de posibles trabajadores. La magnitud de esos problemas sociales los ha convertido en verdaderos desafíos económicos.
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Nos encontramos, en Estados Unidos, en medio de una histórica escasez de mano de obra. Hasta el mes de julio de este año había una cifra récord de 10.9 millones de vacantes que no habían sido ocupadas. Esto limita la capacidad de las empresas de servir a sus clientes, de regresar a los niveles de empleo que había antes de la pandemia, y a escala nacional, esto ha impuesto un peligroso freno al nuevo crecimiento económico. Si bien los aspectos de la pandemia han empeorado esta situación, el problema subyacente es añejo y verdaderamente formidable, pues tiene que ver con las tendencias demográficas. Simplemente dejamos de tener suficientes bebés que se conviertan en los trabajadores que requiere la industria actualmente. Incluso la inmigración es una respuesta incompleta: la reducción en la fertilidad como la que experimentamos es un fenómeno mundial. Hasta hace poco, Estados Unidos tenía el beneficio de la generación millennial, pero se espera que los miembros de la generación de posguerra se jubilen en una cifra promedio de 10,000 personas al día durante la próxima década, y los millennials que conformaron la miniexplosión demográfica que alcanzó su punto máximo en 1990 ya forman parte de la fuerza de trabajo.
El crecimiento de la fuerza laboral de una nación, junto con el aumento en la productividad, es un elemento clave para el crecimiento económico en general. La productividad se puede aumentar mediante la automatización y otros avances tecnológicos, pero tiene limitaciones y parece ser cíclica. El crecimiento de la fuerza laboral suele ser el elemento más importante a considerar con el paso del tiempo. Desde este punto de vista, Estados Unidos está en grandes problemas. Los datos de nuestro censo más reciente muestran que, durante toda la década de 2010, la población creció únicamente 7.4 por ciento, lo que constituye el menor crecimiento desde la Gran Depresión. De hecho, desde 2008, nuestra tasa de fertilidad (es decir, el número esperado de nacimientos por cada mujer) no ha sido suficiente para reemplazar a nuestra población. La mayoría de los pronosticadores piensan que esto nos condena a tener un crecimiento del PIB que será, en promedio, de menos de 2 por ciento. Este ritmo no solo está muy lejos de los promedios de 3 a 4 por ciento de las décadas de 1980 y 1990, sino que su variabilidad natural significa que periódicamente habrá lapsos aún más lentos que podrían convertirse fácilmente en recesiones.
Pero hay una solución. Aunque no podemos hacer nada con respecto a la tasa de nacimientos de los años anteriores, sí podemos hacer algo sobre las decenas de millones de personas que han sido marginadas, entre ellas, quienes están totalmente fuera de la fuerza de trabajo, los desempleados y la enorme cantidad de personas que tienen empleos por debajo de su capacidad para contribuir a la prosperidad nacional. Entre ellos se incluyen amplias categorías, como los adultos mayores, los padres que trabajan y aquellas personas cuya pobreza ha limitado sus perspectivas. De todas estas posibles reservas de talento, mi trabajo indica que una de las mejores oportunidades para los patrones consiste en contratar a personas que han sido marginadas por tener antecedentes penales. Una “segunda oportunidad” de empleo, donde se contraten personas de esta población, podría hacer una verdadera contribución a la economía debido a que esta reserva de talentos 1) es grande, 2) ha sido ignorada en su mayor parte, y 3) lo que es más importante, está llena de personas que pueden ser trabajadores altamente productivos.
ENORME BARRERA PARA UN EMPLEO
Diecinueve millones de estadounidenses han sido condenados por delitos graves, lo que constituye una enorme barrera para obtener un empleo remunerado. Muchos millones más tienen antecedentes de delitos menores, lo cual es una barrera menos grave, pero igualmente real. Cada año, más de 600,000 personas son puestas en libertad para volver a su comunidad tras haber cumplido sus sentencias en prisión. Esta cifra es alta si se compara con los aproximadamente 150 millones de personas que ya forman parte de las nóminas civiles y con los 2 o 3 millones que se agregarían a nuestra fuerza laboral en los años de crecimiento típico. Para los muchos críticos del sistema de justicia penal, estas cifras son horripilantes, pero para los líderes de negocios visionarios, reflejan una enorme reserva de potencial humano no aprovechado.
¿Qué tan ignorada está esta reserva de talentos? La valoración más reciente data de principios de 2008, antes de que la crisis financiera hubiera oscurecido verdaderamente el panorama laboral de Estados Unidos, y, sin embargo, ya desde entonces el índice de desempleo de las personas previamente encarceladas que buscaban trabajo era de 27 por ciento en promedio, sin contar a quienes simplemente habían dejado de formar parte de la fuerza laboral. Los cálculos de desempleo de las personas en su primer año de reinserción después de su encarcelamiento giraban alrededor de 50 por ciento. Desde luego, el hecho de tener a un gran número de personas disponibles para ser empleadas no indica si pueden ser buenos trabajadores o no.
¿Qué tan viables son los empleados que reciben una “segunda oportunidad”? Los estudios publicados con un gran número de participantes, las investigaciones no públicas que han sido compartidas conmigo, y los testimonios de líderes de negocios que son pioneros en este tipo de contrataciones indican lo mismo: si se obtienen de la fuente adecuada y se les da el apoyo correcto, las personas con antecedentes penales pueden ser los trabajadores más comprometidos y leales. Poner atención a la calidad del trabajo y permanecer en una empresa durante un periodo prolongado son ingredientes básicos para tener empleados productivos y rentables.
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¿Por qué funciona? Pienso que la mayoría de nosotros puede recordar algún momento en su vida en que estuvo por debajo de sus propios estándares; las personas con carácter redoblan sus esfuerzos para demostrar que son mejores que sus peores errores. Si tomamos en cuenta la magnitud de los obstáculos que las personas que han sido encarceladas debieron superar para reconstruir su vida, es más fácil comprender que muchas personas con antecedentes penales son, de hecho, “personas con carácter”. Más allá del estigma social, entre las diferentes leyes federales y estatales, existen alrededor de 44,000 “consecuencias colaterales” que pueden restringir el acceso a licencias, créditos, alojamiento y otros elementos indispensables para el progreso personal.
El hecho de que el mundo de los negocios adopte la contratación de “segunda oportunidad” no es solo un buen deseo. ¿Qué ha cambiado? Los líderes reconocen cada vez más la escasez de trabajadores, pero la creciente comprensión de las fallas de nuestro sistema de justicia penal ha sido igual de importante. En los últimos años, la empresa en la que trabajo ha patrocinado paneles educativos para otorgar segundas oportunidades de contratación en todo el país, además de enviar comunicaciones a nuestros clientes de negocios. En 2020, la influyente Sociedad para la Gestión de los Recursos Humanos, que desde hace mucho ha defendido las contrataciones de “segunda oportunidad”, puso en marcha la certificación de “Lograr que las personas talentosas vuelvan al trabajo” para apoyar este esfuerzo entre los profesionales de recursos humanos. En abril pasado, algunas de las más grandes corporaciones de Estados Unidos formaron la Coalición de Negocios de Segunda Oportunidad, comprometiéndose a realizar programas piloto y a compartir información. Importantes coaliciones de la industria, como la Asociación Nacional de Fabricantes, han puesto en marcha programas de segundas oportunidades de contratación, y decenas de cámaras de comercio han emprendido esfuerzos de educación sobre ese sistema, así como sobre la defensa de las políticas de “justicia inteligente”.
SEGUNDAS OPORTUNIDADES DE CONTRATACIÓN, UN NEGOCIO
Mientras veo cómo la comunidad de negocios se une alrededor de este tema, también me doy cuenta de que muchas empresas medianas y pequeñas podrían participar, pero necesitan una orientación que vaya más allá de simplemente asistir a un seminario de una hora de duración. Esta primavera, la editorial HarperCollins publicó mi libro Untapped Talent: How Second Chance Hiring Works for Your Business and the Community (Talento desaprovechado: cómo funcionan las segundas oportunidades de contratación para tu empresa y para la comunidad), en el que se comparten los argumentos de negocios y las mejores prácticas de las segundas oportunidades de contratación, de manera que cualquier empleador pueda explorar esta oportunidad. Escrito en aviones, cuartos de hotel y vacaciones lejos de mi familia, este libro proporciona el marco conceptual para contratar a personas con antecedentes penales, además de presentar perfiles de empresas que tienen años de experiencia accediendo a esta reserva de talentos.
Las segundas oportunidades de contratación son un negocio, no un acto de caridad, pero eso no significa que la sociedad no obtenga algún beneficio. Para las personas que han cometido un crimen y han cumplido su sentencia, el empleo es una parte fundacional de su rehabilitación. En términos monetarios, el costo de no proporcionar tales oportunidades y de la consecuente reincidencia alcanza las decenas de miles de millones de dólares en gastos para las víctimas y en la administración del sistema judicial.
Mucho más profundos son los costos para las comunidades que sufren de la continua incidencia de delitos, pero también del ciclo perpetuo de familias destrozadas y de falta de empleos. Por ejemplo, el impacto desigual de nuestro sistema ha hecho que uno de cada tres varones afroamericanos haya sido condenado por algún delito grave. Los obstáculos para el empleo relacionados con este hecho siguen teniendo trágicas consecuencias intergeneracionales al exacerbar la desigualdad racial y al impedir la movilidad económica. Sin una amplia disponibilidad de segundas oportunidades, nuestra fuerza de trabajo nunca reflejará la diversidad de nuestra población.
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Para mí, este es el fundamento de lo que nuestro país es y debería ser. Las segundas oportunidades de contratación son indispensables si pretendemos cumplir con nuestra aspiración de que Estados Unidos sea “la tierra de las oportunidades”. Aunque mi propia familia no tiene ninguna relación particular con la justicia, como hijo y nieto de inmigrantes soy beneficiario de las segundas oportunidades recibidas por mis ancestros para construir vidas de prosperidad y colaboración. A pesar de todos nuestros desacuerdos, el concepto de ampliar las oportunidades para que las personas puedan superar su pasado resulta atractivo para ambos partidos políticos. Las políticas son parte de la solución, pero, a final de cuentas, los empleadores son quienes proporcionan las importantes oportunidades de empleo que nos permitirán alcanzar nuestros ideales nacionales.
Entonces, retomemos la pregunta de qué tiene que ver todo esto con la banca. Al promover la contratación de segunda oportunidad, yo ayudo a nuestros clientes comerciales a resolver la escasez de mano de obra, que es uno de sus mayores problemas, y a hacer que las comunidades a las que servimos se vuelvan más seguras y más prósperas. No creo que exista ninguna función mejor para un banquero. N
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Jeffrey Korzenik es jefe de Estrategias de Inversión del Fifth Third Bank y autor de Untapped Talent: How Second Chance Hiring Works for Your Business and the Community (Talento desaprovechado: cómo funcionan las segundas oportunidades de contratación para tu empresa y para la comunidad, HarperCollins Leadership). Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad del autor. Publicado en cooperación con Newsweek. Published in cooperation with Newsweek.