El tiempo promedio que la mayoría de los humanos podemos contener la respiración son 30 segundos, si lo miramos fríamente, cada respiro nos compra 30 segundos más de vida, cada respiro es extender nuestra vida un poco más y a pesar de eso, la actualidad de la vida hace que se nos olvide, que no podamos detenernos un poco a tomar aliento, a respirar y renovar el compromiso que tenemos con nosotros mismos, que es el de seguir viviendo.
Vamos viviendo la vida de 30 segundos en 30 segundos, pero nos seguimos preocupando por todo aquello que esta más allá de esos 30 segundos sin darnos cuenta que precisamente las cosas que nos hacen sentir vivos pasan en menos de 30 segundos, un abrazo, una mirada, un sentimiento, un beso…
Que belleza y que ironía que esos momentos que nos llenan de vida, también nos quitan la respiración, o quizá nunca nos la han quitado, quizá solo la han renovado y nos han recordado que en esos momentos, debemos de detenernos y respirar.
Hemos construido una sociedad donde la atención la atención se volvió moneda de cambio, donde todo exige que le prestemos atención, el trabajo, el teléfono, el consumir, el hacer porque nos dijeron no porqué queremos, si la atención es amor, estamos dando más amor del que recibimos, estamos dando tanto que nos estamos dando a nosotros mismos y recibimos a cambio solo ansiedad e incertidumbre.
Si la ansiedad es exceso de futuro, hoy me voy a llenar del presente, de sentir y vivir, de detenerme, disfrutar, respirar y amarme. Hoy voy a ser egoísta por 30 segundos, hoy esa atención me la voy a dar a mi misma.
Amarme tanto por esos 30 segundos y luego cuando se acaben, volverme a amar por otros 30, así, poco a poco, hasta que el amor propio se vuelva costumbre.
Hoy voy a darle atención al presente, porque la vida se construye de pequeños momentos y esos momentos pasan en el aquí y ahora, viviendo bien hoy terminarás viviendo bien en el futuro y cuando llegué el futuro, en ese momento aún habrá más futuro por seguir viviendo, de 30 segundos, en 30 segundos…