ALGÚN DÍA, tal vez pronto, todo esto terminará. Las cosas volverán a la “normalidad”, con todo lo que eso pueda significar, y las vidas se retomarán en donde se hayan quedado previo al confinamiento. Al menos eso es lo que muchos esperan.
Como exsoldado, alguien que se ha desplegado durante un largo periodo fuera de casa y como veterano de combate, creo que tengo algunas cosas que quizá desees saber sobre lo que vendrá después.
Hasta cierto punto, todos hemos estado viviendo vidas un tanto inertes desde esos días de marzo de 2020. Es probable que también hayamos desarrollado algunas fantasías sobre cómo será el final de la pandemia. Para mí, esto se siente inquietantemente similar a contar los últimos días de un despliegue militar.
Todavía puede pasar bastante tiempo antes de que esto termine, pero con los esfuerzos de vacunación aumentando y algunos otros signos positivos muchos comenzarán a sentir que “les falta muy poco”. Esa es una frase que las tropas usan cuando su periodo de combate apunta a su fin. Incluso empiezan a hacer bromas para aliviar la presión de los días de ansiedad.
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Empero, “corta” se trata de una etapa de la que la mayoría de los soldados pueden platicar. Los altos mandos del ejército también pueden contarlo. El liderazgo sabe que las fases más peligrosas para una unidad son cuando llega por primera vez y aprende su trabajo, pero también los últimos meses, semanas o días, antes de abandonar la zona de combate. Durante esos momentos, todo lo que las tropas pueden pensar es en lo que harán a continuación y en la fiesta de bienvenida que recibirán. Tu cabeza simplemente no está en el juego. Y las consecuencias pueden ser desastrosas.
¿Suena familiar? Son las mismas zonas de peligro de la pandemia temprana: “¿Dónde consigo una mascarilla? ¿Necesito lavar mis alimentos?”.
Y ahora que se acerca el final, las frases son: “Se levantó el semáforo rojo y no he visto a nadie en meses. Así que solo iré a ver a unos cuantos amigos”.
Esta última etapa tiene sus riesgos y lo que viene también requiere de precauciones. Personas de todo el mundo están experimentando algunos de los meses más estresantes de sus vidas. Muchos están reprimiendo las emociones, ignorando los problemas y dejando de lado los asuntos pendientes que no se resolverán, aunque esto termine. Muchos soldados pueden contar cómo pasaron por experiencias tristes de trastornos de estrés postraumático (TEPT) de esas emociones que no desaparecieron y que solamente están esperando su turno para manifestarse.
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Algunos de estos cálculos tardíos son estructurales. Pagos de alquiler, facturas vencidas de servicios públicos, préstamos estudiantiles diferidos. Todas estas cargas mentales, sociales y financieras tendrán su día y afectarán seriamente nuestras esperanzas de volver a la “normalidad” mucho después de que el virus haya retrocedido.
Al recordar mi propio regreso de la guerra y el regreso a casa de mis amigos en el servicio, solo espero moderar las expectativas de lo que vendrá después. El regreso a la vida cotidiana también vendrá con esperanzas de una vida social renovada, tiempo con la familia, trabajo entre nuestros compañeros y una serie de otras cosas que requerirán el ejercicio de algunos músculos que pueden haberse atrofiado durante el último año.
Si está en medicina o es un trabajador de primera línea, puede soñar con días más ligeros y una gratitud bien merecida. Es posible que esté pensando en viajes que le gustaría hacer, vacaciones, conversaciones con personas fuera de su burbuja o profesión y, en general, cosechar las recompensas de un trabajo bien hecho.
LAS ESPERANZAS FRUSTRADAS SON MUY PELIGROSAS
Te lo mereces. Un conductor de reparto, una enfermera, un almacenista de comestibles o un maestro, has cumplido y nos han mantenido a todos vivos.
Para otros, el desafío no ha sido tan agudo. Trabajaron desde casa, confiaron en esos alabados trabajadores de primera línea y silenciosamente hicieron su parte haciendo muy poco de lo que solía ser la vida normal. Para los jubilados, este podría haber sido el momento más aislado de toda su vida.
Sin embargo, para todos en cualquiera de estos grupos, quiero decirles que tengan cuidado con lo que viene a continuación.
Cuando las tropas llegan a casa, rara vez encuentran exactamente lo que esperaban. También a veces dejan escapar demasiado vapor reprimido y el deseo de vivir las vidas que se han perdido de una vez. Las esperanzas frustradas pueden ser tan peligrosas como los últimos y desenfocados días de combate. Los soldados se suben a sus motocicletas y van demasiado rápido, van a los bares y beben demasiado, vuelven a la vida social en pausa y atraviesan puentes más rápido que la temporada de incendios forestales de 2020.
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He perdido amigos por todas estas cosas. A veces se pierden relaciones. A veces se pierden vidas. Hay historias de advertencia para nosotros hoy en día sobre todos los problemas de regresar a casa después de la guerra.
Habiendo cometido mis propios errores y tenido tiempo para pensar en los de los demás que regresan del combate, aquí hay algunas cosas en las que pensar:
Primero, no escribas por adelantado. Trata de acercarte al regreso a la normalidad como si fuera un día más. Date algo de tiempo cuando llegue. No intentes hacer todo y ver a todos a la vez. Ten en cuenta el hecho de que los amigos y los familiares abordarán tus mismos problemas, pero es posible que no estén en la misma frecuencia.
Si un amigo también es enfermero, tal vez su hospital se desaceleró antes o después del tuyo. Si un vecino es jubilado, tal vez su familia recibió vacunas antes o después de la tuya. Cualquier cosa puede hacer que el momento sea incorrecto.
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Es posible que tú y tus amigos no se vean de inmediato. Cuando lo hagan, las cosas pueden ser muy diferentes. Las relaciones cambiarán. Ya no tienes las mismas experiencias compartidas que alguna vez tuviste. Además de eso, algunos pueden estar viviendo como si no hubiera un mañana.
Lo mejor que puedes hacer es tomarlo con calma. No aceptes todas las invitaciones a la vez y no esperes un desfile por tus esfuerzos o tu reaparición en la vida de otras personas a las que te has perdido.
Sobre todo, recuerda que habrá personas cuyo regreso a casa y celebración nunca llegará.
Estamos a punto de perder tantas vidas a causa de esta pandemia como lo hicimos en cualquier guerra. Piensa en todas las familias que no fueron a los desfiles porque el ser querido que estaban esperando nunca regresó. Mantén cerca a esos amigos desconsolados y ayúdalos, mientras celebras tu suerte, te animas y regresas a la vida cotidiana.
Con todo, la mayor precaución que puede tener un soldado es poner un pie delante del otro y mantener sus expectativas bajo control. Todos pasaremos por esto juntos, aunque será diferente para todos. Lo peor que puedes hacer es decepcionarte y arruinar la alegría de volver a lo que te perdiste idealizando una imagen que no existe.
Ten calma. Cuida a los demás. Tómalo como viene. N
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Chad S. A. Gibbs sirvió en el ejército estadounidense de 2002 a 2009, incluido el despliegue de tropas en Irak. Actualmente es candidato a doctor en historia del Holocausto en la Universidad de Wisconsin-Madison. Las opiniones expresadas en este artículo son responsabilidad del autor.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek