De anticuerpos monoclonales a aspirina, de esteroides a melatonina, de medicamentos experimentales a vitamina D o zinc.
Desde que en la madrugada del viernes anunció que había dado positivo de COVID-19, el presidente Donald Trump ha recibido una combinación de tratamientos que no todos los pacientes de coronavirus suelen recibir en el país, según han confirmado sus propios médicos.
El doctor de la Casa Blanca, Sean P. Conley, hizo saber que desde el viernes el mandatario había recibido una dosis única de Regeneron, un coctel de anticuerpos experimental.
Conley confirmó, además, que el mandatario estaba tomando otros suplementos, que incluían vitaminas, hormonas e incluso, antiácidos.
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Un poco más tarde, en la misma noche del viernes, luego de que el mandatario fuera trasladado al hospital, el médico de la Casa Blanca anunció en un comunicado que Trump había comenzado con otro tratamiento experimental que le sería administrado por cinco días.
“Hemos elegido iniciar el tratamiento con remdesivir. Ha completado su primera dosis y está descansando cómodamente”, indicó.
El domingo, en una conferencia de prensa, luego de reconocer que el presidente había sufrido dos episodios de caída en los niveles de oxígeno en sangre, el equipo médico anunció que el presidente comenzó otro tratamiento con dexametasona,un esteroide que generalmente se reserva a casos delicados y en periodos avanzados de la enfermedad.
Ante la confusión en los reportes oficiales sobre la salud del presidente, varios expertos han señalado que la amplitud del tratamiento suministrado indicaría que su estado es más crítico de lo que la Casa Blanca o sus médicos han reconocido.
Mientras, otros hacen hincapié en que tiene que ver con lo que en la literatura médica se conoce como el “síndrome VIP”.
Es lo ocurre cuando una persona muy importante (VIP) es admitida en un centro de atención médica y su relevancia pública afecta las decisiones sobre la atención médica, tal como se explica en la revista especializada Chest Journal, del Colegio Estadounidense de Cirujanos del Tórax.
Según una serie de estudios médicos, por ello pasaron varios famosos, desde Prince, Michael Jackson o Steve Jobs.
Y aunque no hay ninguna evidencia sólida de que el de Trump es uno de esos casos, son varias voces expertas las que advierten de que debería ser algo a evitar.
El hecho de que el domingo el presidente decidiera salir a saludar a sus partidarios que se habían congregado fuera del centro de salud, algo impensable para cualquier paciente con coronavirus hospitalizado, también hizo que muchos se cuestionaran si es su cargo el que está influyendo en las decisiones médicas.
Los comentarios del estilo se multiplicaron en la tarde del lunes, luego de que el equipo médico anunciara que el presidente sería dado de alta y regresaría a la Casa Blanca.
¿Pero en qué consiste realmente el “síndrome VIP” y cuáles han sido algunos de los casos más relevantes?
El síndrome VIP
El término fue acuñado a inicios de la década de 1960 por el doctor Walter Weintraub, quien estudió a través de la historia cómo “el tratamiento de un hombre influyente puede ser extremadamente peligroso tanto para el paciente como para el médico”.
Weintraub recurrió a casos célebres como el del rey Jorge III de Inglaterra, a quien le administraron una cuestionable dosis de remedios para su locura, o el rey Luis II de Baviera, quien también recibió una dudosa atención psiquiátrica.
Pero de acuerdo con un artículo sobre el tema del doctor Jay Block, de la Universidad de Florida, el término comenzó a utilizarse más en las décadas siguientes, a medida que sucedieron hechos de gran trascendencia, como los intentos de asesinatos de presidentes de EE.UU. o del papa Juan Pablo II.
De acuerdo con el experto, el síndrome se manifiesta de diferentes formas.
“Puede haber una alteración en la atención habitual del paciente de tal manera que se tome la decisión de realizar menos pruebas, procedimientos diagnósticos o maniobras terapéuticas. Esta decisión generalmente refleja el deseo de salvar al VIP del dolor”, indica.
“En el otro extremo del espectro está la decisión de hacer un seguimiento de cada anomalía minúscula para parecer un médico más completo y competente”, agrega.
Un artículo publicado en el Cleveland Clinic Journal of Medicine, la situación se da cuando”se presiona al equipo de atención médica para que doble las reglas por las que generalmente practican la medicina”.
Sin embargo, según Block, “las desviaciones de la atención estándar a menudo resultan en catástrofes imprevistas“.
“Esta secuencia es probablemente la responsable de algo que se ha observado en los hospitales, y es que les suceden las cosas más extrañas a los familiares de los médicos y otros pacientes importantes. Si las decisiones tomadas sobre los VIP realmente resultaran en una mejor atención, entonces se tomarían para todos los pacientes“, señala.
De acuerdo con Block, las posibilidades de que un caso de este tipo son más recurrentes cuando la atención no es idéntica a la que se brinda a todos los demás pacientes con la misma afección.
“No hay nada biológicamente diferente en un Papa o en un presidente y no hay necesidad de alterar el pensamiento de uno para cuidarlos”, indica el experto.
Casos contradictorios
Los casos documentados de personalidades que se han visto afectadas por este síndrome se han multiplicado a lo largo de los años, lo que ha ayudado a los expertos a entender mejor el fenómeno.
Hace un par de años fue conocido el caso de Martin Sheen, quien presionó a sus doctores para recibir un coctel de células madre porque creía que le podría solucionar un problema en las rodillas.
El médico de Steve Jobs confesó hace unos años que el creador de Apple también lo presionó en varias ocasiones para que le diera unos supuestos tratamientos que le ayudarían a lucir más joven, pero también contó que algunas actitudes del paciente agravaron su situación.
Recordó, por ejemplo, que Jobs se negó a permitirle a su cirujano que le extirpara un tumor pancreático y, en su lugar, lo intentó tratar con una dieta vegana, remedios herbales y acupuntura.
En algunos casos, algunos médicos han sido señalados e incluso acusados por prescribir medicamentos por presiones de sus pacientes, algo que terminó costándoles la vida.
El suicidio de Prince, por ejemplo, fue causado —de acuerdo al informe forense— por “fentanilo autoadministrado”, un poderoso opiode que, según las investigaciones posteriores, fue recetado por su propio médico a sugerencia del paciente.
El doctor de Michael Jackson, Conrad Murray, fue acusado de homicidio involuntario luego de que le prescribiera al músico propofol, un poderoso anestésico quirúrgico, para ayudarlo a dormir.
Posteriormente, un jurado determinó que el medicamento jugó un papel clave en la muerte de Jackson.
Unos décadas antes, en 1977, la muerte de Elvis Presley por problemas cardíacos relacionados con medicamentos recetados se convirtió, probablemente, en el caso más famoso de síndrome VIP y llevó a cuestionamientos de por vida contra su médico, George Constantine Nichopoulos.
Los medicamentos que está tomando o ha tomado Donald Trump según su equipo médico:
- Regeneron
- Remdesivir
- Dexametasona
- Zinc
- Vitamina D
- Famotidine
- Melatonina
- Aspirina
El caso de Trump
No existe evidencia para relacionar los casos anteriores con la situación actual del presidente de EE.UU.
Sin embargo, la falta de transparencia sobre la salud de Trump, la ausencia de explicación sobre las decisiones detrás de los medicamento que está recibiendo y las informaciones contradictorias que ha dado su equipo médico durante los últimos días han disparado las especulaciones.
Conely admitió el sábado que Trump había iniciado terapias avanzadas “un poco antes que la mayoría de los pacientes que conocemos y seguimos“.
Sin embargo, indicó que esto se debía a que estaban “maximizando todos los aspectos de su atención, atacando este virus con un enfoque múltiple”.
“Este es el presidente y no quería esperar por nada. Si había alguna posibilidad de que algo (algún medicamento) agregara valor a su atención y acelerara su recuperación, entonces quería tomarlo”, dijo.
Otras de las principales dudas surgieron por las medicinas que el equipo médico ha revelado que el presidente está tomando.
“Los tratamientos (contra el coronavirus) se dividen en dos campos: los que atacan directamente al virus y tienen más probabilidades de ser útiles en la primera fase y los medicamentos para calmar el sistema inmunológico, que tienen más probabilidades de funcionar en la segunda”, explica James Gallagher, corresponsal de salud de la BBC.
Sin embargo, aunque no se sabe a ciencia cierta cuándo Trump tuvo su último resultado negativo, el equipo médico comenzó a administrarle desde el sábado una medicina que generalmente se utiliza en fases avanzadas o críticas de la enfermedad, la dexametasona.
“Este esteroide salva vidas al calmar el sistema inmunológico, pero debe usarse en el momento adecuado. Si se administra demasiado pronto, el medicamento podría empeorar las cosas al afectar la capacidad del cuerpo para combatir el virus”, indica Gallagher.
“Este no es un medicamento que normalmente administraría en la etapa ´leve´ de la enfermedad”, agrega.
La Organización Mundial de la Salud aconseja el uso del esteroide en casos “graves y críticos”.
De acuerdo con Gallagher el presidente también ha sido “una de las pocas personas” fuera de ensayos clínicos que se ha sometido a una terapia de anticuerpos monoclonales con el antivirus, la del Regeneron.
“El enfoque tiene sentido científico y hay grandes esperanzas de que sea eficaz. Sin embargo, la evidencia en pacientes todavía es muy limitada y estos monoclonales todavía se clasifican como un fármaco experimental; los ensayos clínicos están en curso”, explica Gallagher.
Según el corresponsal de la BBC, tampoco hay evidencias sólidas de que se hayan salvado vidas con el remdesivir o cómo el zinc, la vitamina D, famotidina, melatonina o aspirina tiene algún efecto en pacientes con COVID-19.
Medios de Estados Unidos también han señalado que, dado que es un tratamiento que no se practica con la mayoría de los pacientes y del que no existe evidencia médica de su efectividad, también genera dudas por los potenciales efectos de interacciones medicamentosas.
Thomas McGinn, médico en jefe de Northwell Health Hospital, dijo al New York Times que la variedad de medicamentos recetados a Trump dejaba la duda no solo sobre la condición del paciente, sino sobre las decisiones detrás del tratamiento.
“Plantea la pregunta: ¿está más enfermo de lo que estamos escuchando o están siendo demasiado agresivos, porque es el presidente, de una manera que podría ser potencialmente dañina?”, dijo.
Martin Landray, el médico que lidera el estudio más grande del mundo sobre tratamientos para el COVID-19 (y que se realiza en Reino Unido) también opinó que “los médicos de Trump deben resistir el síndrome VIP” y que el presidente no debería recibir medicamentos experimentales que aún no se han probado por completo.
“Los mismos principios se aplican a todos los pacientes. No exponga a las personas a medicamentos a menos que sepa que van a ser útiles, excepto en el contexto de un ensayo clínico”, dijo a Sky News.
El equipo médico de Trump, sin embargo, aseguró este lunes que el presidente ha asimilado bien los tratamiento y que los medicamentos administrados fueron aquellos que se valoraron convenientemente con los especialistas entre la variedad de opciones disponibles.
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