A través de sus sentidos mis hijos construyen una persona a la que no tengo acceso, que va cambiando conforme crecen y se transforman, nada de lo que hago es motivado únicamente por esta idea, pero mentiría si no admitiera que entre la mujer que ellos ven, y la que yo soy, no hay tanta diferencia, lo cual por lo general me da alivio. La congruencia se transmite con actos más que con palabras.
Nadie te enseña a ser padre o madre, eso lo tengo claro, pero al menos hay un periodo de tiempo para prepararse. Con este año, en cambio, se ha puesto a prueba tanto la resiliencia de los niños como de los padres de familia, y es que, la vida como la conocíamos lleva meses extinta y la nueva normalidad aún no tiene nada de cotidiano. Cada quien con sus propias batallas pero todos paso a paso, viviendo un día a la vez, haciendo lo mejor que podemos con lo que tenemos a la mano.
La infancia es tan, pero tan, pero tan corta que dejar pasar estos momentos sin la alegría de ser niño por estar encerrado en casa me parece que sería dejar que la contexto actual marque su vida para siempre. La situación que vivimos es de por si estresante como adulto, así que, como madre de familia decidí que a pesar de que no está directamente en nuestras manos definir cuándo termina la contingencia, decidir que herramientas le damos a nuestros hijos si lo está, y es una responsabilidad muy grande debido al impacto que tendrá en su futuro.
Hace algunas semanas estaba reunida con mi mamá viendo videos viejos, recordando otros tiempos, fue entonces cuando me encontré conmigo, ahí estaba, a los seis años corriendo por todos lados, riéndome con mis primos y amigos mientras jugábamos. Siempre fui una niña feliz y eso es justo lo que quiero que vivan y recuerden mis hijos.
Hice lo que realmente estaba en mis manos; construir comunidad con otros padres y madres de familia fue mucho menos complicado de lo que pensé, al final nuestro objetivo es el mismo: criar niños felices.
Nos pusimos de acuerdo entre varios; porque sabemos que la escuela es mucho más que sólo estudiar, también es convivir. Contratamos una maestra de apoyo para sobrevivir al regreso a clases en línea y que nuestros hijos vivan una experiencia mucho más integral y similar a la que estaban acostumbrados.
Sonrío al imaginar lo que van a platicar en unos años – “¿Se acuerdan cuando empezamos la escuela en la casa? y que hicimos tal…” la pandemia; el encierro y aislamiento es mucho más duro para ellos que para nosotros. Darles la oportunidad de tener una rutina, de ver a algunos amigos, de que alguien más además de su mamá les enseñe y los acompañe; los llena de vida
Hoy fue el primer día y no puedo esperar a mostrarles como disfrutaron este regreso a clases; entre bailes, dibujos, pinturas, conversaciones y juegos.
Quizá sería mucho más fácil y cómodo para mí, mamá “emprendedora” decir, que pierdan el año; pero la verdad es que los amo demasiado, y disfrutan aprender, no sólo acontecimientos importantes, geografía y demás cosas de la escuela, sino, aprender a convivir, a disfrutar con amigos, a crear momentos y a construir con sus propias manos una normalidad en la que estén tan protegidos, como contentos.
A la hora de la comida mi hijo me contó lo que hizo en su regreso a clases, en ningún momento mencionó que tuvo lugar en la sala de la casa, mientras su hermana con más cansancio que hambre me mostró los dibujos que realizó esta mañana con una sonrisa de oreja a oreja. Su felicidad y salud integral : si está en nuestras manos.