Activismo y política como una decisión de las mujeres comprometidas con el quehacer democrático en sus comunidades fue el tema parteaguas del debate que 21 lideresas compartieron en el Primer Encuentro Latinoamericano #LibreDeSer de la Fundación Friedich Neumann Por la Libertad.
Para incidir en la política y la defensa de los derechos, mujeres activistas de América Latina acordaron que, para iniciarse en ambos caminos, se trata de ser como se es. Creer en su equipo y no tratar de hacerse aceptar y dejar de creer que solo los hombres son quienes saben hacer política en sus países.
Según María Corina Machado, fundadora y coordinadora de Vente Venezuela, para las mujeres, hacer e incidir en la política es una decisión dura y difícil que tiene enormes implicaciones para su entorno, pareja e hijos, y más en un contexto como el que se vive en Venezuela.
“Es una decisión diaria. Además, estos espacios son una manera de abrir caminos a otras mujeres”, señaló la también miembro de Súmate venezolana, A. C.
En cambio, María Clara Escobar, directora ejecutiva del Instituto de Ciencia Política Hernán Echavarría Olózaga (ICP), de Bogotá, Colombia, señaló que una sociedad abierta se fundamenta en el derecho o la intolerancia. En esta hay un privilegio especial a la racionalidad y reflexión donde se desarrollan instituciones culturales abiertas al pensamiento.
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“La tolerancia no significa que todas las ideas deban ser tratadas como iguales, pero sí que todas las personas deben ser tratadas como igualmente valiosas y ser tratadas con respeto y con el mismo derecho a expresarse”, añadió.
PLURALISMO COMO POLÍTICA SOCIAL
Para la colombiana María Clara Escobar, ahondar en el pluralismo desde la política es reconocer un camino minado por prácticas que buscan eliminar del individuo sus ideas y someterlo a identidades colectivas, al punto de establecer parámetros para anular grupos, en los que la gente recupera su valor cuando participa en ellos.
“Es preocupante que quienes no se sienten identificados en esos grupos hacen que surjan los grupos de odio que hacen difícil la vida pacífica. Estas políticas identitarias apelan y promueven la intolerancia y callan a quienes no hacen parte de esos colectivos al tratar de imponer una visión del mundo, a quienes no comparten su pensamiento”, explicó.
Incluso, hizo hincapié en abrir el debate de las ideas para romper las barreras del diálogo, donde el mismo Estado impone modelos para que la sociedad y los individuos estén sometidos a las prácticas de esos grupos.
“En las sociedades libres la ley se utiliza para que los grupos puedan coexistir. Para que no se use la coacción o el miedo sobre otros. En las sociedades plurales no se acallan las ideas porque se le abren las puertas al totalitarismo”, dijo.
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Escobar refirió que, para los grupos contrarios, su objetivo primordial es que no haya pluralismo guiados por la razón y sus valores éticos y morales. El mandato de ese orden es la defensa de las sociedades libres basado en evidencia más que dogmas.
La verdad resulta de la capacidad de actuar dentro de los marcos que se delimitan en una sociedad cuando se permiten prácticas represivas que forjan normas legales, característica del derecho a la libertad de expresión, añadió.
“Resulta absurdo ver cómo esos grupos se han apropiado de agendas como derechos humanos, defensa del medioambiente, defensa de violencia a la mujer, entre otras. Esta corrección política se ha usado para mantener esas narrativas y quien no se comporte políticamente correcto se siente con el derecho de calificar y atacar”, dijo.
MIGRACIÓN Y VIOLENCIA
En el encuentro #LibreDeSer, México tuvo presencia con Ana Saíz, directora de Sin Fronteras IAP, quien habló de la defensa de los derechos de los migrantes, donde muchos salen de su país porque no les queda de otra o huyen para sobrevivir sin saber que pueden tener un proyecto de vida, y su fundación les ayuda a construirlo.
“Las personas migrantes sí tienen derechos políticos y de expresión. Lo vemos en las caravanas donde se juntaron para protegerse, defender sus derechos y acompañarse”.
Sin Fronteras dedica una parte de su trabajo a construir los proyectos de vida de las personas migrantes, que garanticen sus derechos humanos y la ruta que seguirán.
“Muchas veces las personas no tienen las herramientas para tomar esa decisión y para las que quieren llegar a Estados Unidos implica que conozcan los riesgos que tendrán, como ser víctimas de violación, extorsión o estafa”, explicó.
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La también profesora de derecho de la UNAM y abogada en el Centro por un Recurso Efectivo explicó cómo afecta a los migrantes la angustia de no tener documentos ante el estigma de llamarlos indocumentados. En el caso de las mujeres, se trata de encontrar resiliencia entre ellas e ir un poco en contra de esa corriente.
“Entender que la movilidad de las personas es algo que debemos ir favoreciendo. Muchas veces tiene que ver con independencia económica para que las personas podamos tener un mínimo vital que permita ejercer sus derechos”, concluyó.