Usamos en nuestro lenguaje un adjetivo que define algo superior: excepcional. Una manera de ser, hacer, compartir; personas que trascienden lo habitual, que dejan sin valor lo normal. A mi juicio lo normal es parte de la vida inauténtica; la auténtica se refiere a lo extraordinario de las personas, sintetizamos sus talentos, capacidades, comportamientos…, al referirnos a lo excepcional señalamos algo que está más allá de lo común, lo que nos permite describir las “virtudes de tendencia” que muestran la excepcionalidad, empero no nos referimos a lo excepcional en primera persona, sino para otras personas, el reconocimiento de la excepcionalidad por parte de los demás.
Una reflexión más, lo normal tiene su origen en el ámbito estadístico, se refiere a un promedio de datos, así de simple. Su prueba didáctica es la “campana de Gauss”, con ello es factible ajustar conductas, fácticamente nos dice que la estadística es la ciencia de los comportamientos y guía de interpretación de la realidad. La paradoja es que nos hemos dicho una y otra vez que vivimos un mundo normal, es decir, ajustamos nuestra manera de actuar a los promedios de las ideas occidentales y escolásticas, siempre nos esforzamos para ser un dato del promedio, lo que ha permitido que personas tengan vidas que no son las suyas, que vivan lo que no les corresponde.
Este tiempo convulso le hizo caso al poema de Alfonsina, “…bájame la lámpara un poco más…” para alumbrarle el sueño eterno. María Elena Guerra y Sánchez, nos dejó su calidad de persona y sus obras. Cuando hay cesación de la vida resaltan las virtudes como liturgia impuesta, sin sentimiento. Este es un caso distinto, mi amiga querida, siempre admirada por los valores que la definieron, lo que yo pueda decir es nada frente a sus virtudes. Compartimos responsabilidades públicas, la caracterizó vocación de servicio. La reflexión inicial es precisamente animada por ella, se lo expresé públicamente en el auditorio del CIDE en un conversatorio organizado con sus finos impulsos y alegría para desarrollar trabajos creativos en su desprendimiento patriótico. Una persona ORIGINAL, así está en el mundo de mis afectos. Desde luego, tiene fundamentos más allá de sentimientos.
Conocí a la Doctora Guerra en el mandato de gran gobernador Rodolfo Landeros, único arquitecto político de los nuevos tiempos de Aguascalientes, se desempañaba como Delegada de Consejo Nacional de Fomento Educativo, oficina de tipo federal siempre abierta a colaborar en las buenas causas y prácticas, generaba un espacio en el que los tres niveles de gobierno apostaban por políticas públicas adecuadas para los problemas de ese tiempo. Tiempos sin contradicciones, por ello se hilvanan evocaciones verdaderas; dirigía el sector educativo el Profesor Mario Aguilera Dorantes, Don Mario, toda sinergia tenía cabida en beneficio de Aguascalientes. La LII Legislatura al Congreso del Estado hilaba fino, todas las sesiones de los diputados, además de ser públicas, fueron educativas, dialogaban con estudiantes sobre su responsabilidad y los temas que afectaban los espacios públicos. El voluntariado de la Soberana Representación Popular con creatividad hizo una gran actividad de orden cultural y educativa, entre otros, se propuso alfabetizar a los boleros, concertado con su sindicato, junto a la idea genial y original de “Viernes Culturales del congreso”, que ha merecido reconocimientos nacionales.
La batuta educativa de María Elena Guerra y Sánchez siguió la partitura del Centro de Cooperación Regional para la Educación de Adultos en América Latina y el Caribe, apoyó con contribuciones al desarrollo integral de personas jóvenes y adultas, como de individuos libres en comunidades justas, mediante la generación y transferencia de conocimientos y prácticas pertinentes, la colaboración con actores relevantes y a incidencia en la agenda pública.
Nos hereda testimonios, entre muchos: “Una educación basada en competencias” en coautoría de Tere Garduño Rubio, texto que ilustra los desafíos a los que se enfrenta la escuela en este nuevo siglo, abocado a la diversidad y al cambio. Inconmensurables herramientas y soluciones para docentes con el impulso de enseñanza dinámica, pluridisciplinaria, integral y adecuada a la pedagogía del instante; líneas propositivas para la vida compartida en la diversidad, “enfrentar nuevos lenguajes científicos y tecnológicos; resolver problemas complejos, entre otros, los docentes del siglo XXI”.
Compartí con ella las responsabilidad de instalar 12, 500 casillas electorales de las elecciones federales 2006 en el Distrito Federal, ella se desempeñaba como alta funcionaria de Educación, yo en el IFE, recuerdo que nuestro re-encuentro fue en sus oficinas, dispuso que ninguna casilla, en centros educativos, se dejaría de instalar, así fue. Ahora compartimos la responsabilidad constitucional de organizar elecciones desde el INE como Consejera Electoral en el Consejo Distrital 03. Tiempos de aportaciones significativas, empeños comprometidos, colaboraciones éticas. En el INE nos hará falta. Insisto, María Elena Guerra y Sánchez, no fue normal, siempre EXCEPCIONAL.