Nunca antes en la historia de Estados Unidos la conformación racial y étnica de las generaciones anteriores fue tan diferente de la configuración demográfica de la población más joven.
En 1975, 13 por ciento de los adultos de más de 65 años y 25 por ciento de los jóvenes de menos de 18 eran personas de color; esto indica una brecha generacional y racial de 12 puntos porcentuales. Para 2015, 22 por ciento de los adultos de más de 65 años y 48 por ciento de los jóvenes eran personas de color; una brecha de 16 puntos porcentuales.
Querámoslo o no, la expresión “OK boomer” (algo así como “está bien, viejo, lo que tú digas”), niega esta realidad demográfica.
No estamos revisando un antiguo conflicto generacional. La brecha generacional y racial tiene una historia mucho más larga. Quienes no comprendan ni aborden la interacción entre la raza y la edad no podrán comprender el panorama político de la actualidad y perderán una enorme oportunidad para construir alianzas entre las divisiones raciales y generacionales.
El año 2016 fue escenario de “la elección más divisiva demográficamente de los últimos 36 años”, en la que los partidos estuvieron más divididos con respecto a la edad, la raza y la educación de los votantes que en cualquier otra elección anterior en la historia política moderna, de acuerdo con un informe reciente del Instituto Brookings, y con el Centro para el Progreso Estadounidense. Y 2020 no será muy diferente, a menos que los candidatos ahonden aún más para comprender los matices de la raza y la edad.
En la elección primaria del Partido Demócrata, los medios de comunicación y los moderadores de los debates se han centrado casi exclusivamente en las edades de los candidatos. Después de todo, hay una diferencia de alrededor de 40 años entre el candidato más veterano y el más joven. Sin embargo, esto no tiene en cuenta la interacción entre la raza y la edad.
Cuando “el Escuadrón”, el grupo de cuatro mujeres de color integrado por millennials y miembros de la Generación X de la Cámara de Representantes apoyó a los senadores Bernie Sanders y Elizabeth Warren, ambos candidatos perdieron la oportunidad de declarar clara y enfáticamente su compromiso para construir alianzas intergeneracionales y multirraciales. Los asesores de Sanders dieron unos pasos en esa dirección al indicar cómo el apoyo de la Representante Alexandria Ocasio-Cortez “representa la coalición multirracial y obrera que el candidato trata de construir”, pero fue la congresista quien llamó a los activistas a “impulsar un movimiento positivo e inclusivo” que sea “intergeneracional pero progresista”.
El mes pasado, un memorando interno de la campaña de Pete Buttigieg hizo surgir la preocupación de que la sexualidad del alcalde fuera un problema para los votantes afroestadounidenses de Carolina del Sur. ¿El problema era la presunta homofobia de la comunidad negra, como muchos supusieron? Es poco probable. Datos del Instituto de Investigación sobre la Religión Pública culpan a la división entre generaciones.
Existe una diferencia de casi 20 puntos porcentuales entre los estadounidenses más jóvenes y los más viejos en cuanto a su apoyo hacia las leyes que protegen de la discriminación a los miembros de la comunidad LGBTQ. Esa brecha generacional se mantiene entre los caucásicos y los afroestadounidenses. Sin embargo, la campaña de Buttigieg y los reporteros que la cubren no fueron capaces de ver de qué manera interactúan la raza y la edad, y en cambio, consideraron a la comunidad afroestadounidense como un monolito.
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Si la campaña hubiera reconocido que tenían un verdadero problema de “OK boomer” en las manos, pudieron haber hecho un llamado a todos los partidarios jóvenes de Buttigieg, pidiéndoles que hablaran con sus padres y con sus familiares más viejos acerca de los méritos del alcalde.
Reporteros y políticos deben combinar sus fuentes de datos para examinar mejor la interacción entre la raza y la edad. Al analizar los datos sobre los patrones de voto o los intereses políticos de un grupo racial o étnico, pueden dividirlos en grupos de edades. De manera similar, pueden clasificar los datos sobre un grupo etario específico con respecto a la edad y el origen étnico.
También es importante destacar ejemplos de alianzas multigeneracionales y multirraciales. El reverendo William Barber, presidente emérito de la Asociación Nacional para el Avance de las Personas de Color (NAACP, por sus siglas en inglés) de Carolina del Norte y uno de los líderes del centro estratégico Promover la Justicia, describe constantemente a su trabajo como la construcción de “un movimiento multigeneracional y multirracial”
Al hablar directamente con organizaciones que cuentan con miembros más veteranos, como la NAACP, Barber ha dicho que está a favor de los cambios para superar las divisiones raciales y generacionales. “Los jóvenes no solo son hechos a un lado para limitarse a repartir folletos a favor del movimiento, sino que son un elemento clave de la estructura fundacional del mismo”, declaró a Occupy.com. “No esperes que se queden en una reunión en la que tú decidirás quienes son los funcionarios y de qué color deben ser las servilletas en un banquete”.
Vivimos en una época sin precedentes de cambio demográfico, en el que los análisis de las divisiones generacionales deben incluir este nuevo panorama, y viceversa. Si no ponemos atención a la interacción entre la raza y la edad, no podemos esperar comprender la brecha generacional y racial. Es necesario hacerlo para desarrollar alianzas y coaliciones que verdaderamente tiendan puentes entre esas diferencias.
Corita Brown es directora de innovación y aprendizaje de Encore.org. Sean Thomas-Breitfeld es codirector del Proyecto Generar Movimiento.
Las opiniones expresadas en este artículo son responsabilidad de los autores. Corrección: en una versión anterior de este artículo se indicó incorrectamente el porcentaje de jóvenes de color en 2015; la cifra correcta es 48.