Miles de libaneses se manifestaron el viernes por segundo día consecutivo contra la corrupción y las difíciles condiciones de vida en el país, tras lo que el primer ministro libanés dio 72 horas al gobierno para apoyar sus reformas.
“Nuestros socios en el gobierno deben darnos una respuesta clara y definitiva que sea convincente para mí, para los libaneses y para la comunidad internacional” para demostrar que “todos hemos optado por reformas, para acabar con el despilfarro y la corrupción”, advirtió Saad Hariri.
En un discurso televisivo muy esperado, el primer ministro dijo que, si ello no ocurre, tiene previsto hacer otra alocución al terminar ese plazo. Responsabiliza a miembros de la coalición de obstaculizar sus esfuerzos por avanzar con reformas.
Las manifestaciones estallaron tras el anuncio el jueves por parte del gobierno de un impuesto sobre las llamadas que se efectúen a través de las aplicaciones de mensajería internet como Whatsapp.
Las autoridades acabaron por renunciar a ella ante la presión popular, pero el hastío se canalizó hacia la situación económica y política en general.
En las últimas semanas, la tensión fue en aumento en Líbano donde empeora la situación económica, con temores a una devaluación y escasez de dólares en los mercados de cambio.
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La clase política es acusada de corrupción y mercantilismo en un país con edificios en malas condiciones y donde los ciudadanos se quejan del costo de la vida.
Al grito de “Revolución, revolución” y “el pueblo quiere la caída del régimen”, los libaneses, en su mayoría jóvenes, salieron a la calle inmediatamente tras el anuncio el jueves por la noche de la tasa, una medida que buscaba generar ingresos para el Estado.
En la capital, los manifestantes bloquearon numerosas carreteras, como la que lleva al aeropuerto internacional en Beirut, quemando neumáticos y contenedores de basura.
Cerca de la sede del gobierno en el centro de Beirut, hubo enfrentamientos entre la policía y los manifestantes que querían tomar por asalto el edificio. Las fuerzas de seguridad lanzaron gases lacrimógenos para dispersarlos.
El viernes por la mañana, los manifestantes volvieron a salir a la calle en la capital y en otras ciudades.
Llamado a la huelga general
Varios responsables pidieron la salida del gobierno Hariri. El influyente político Walid Jumblatt declaró que había pedido su dimisión.
“Nosotros les hemos elegido y nosotros les expulsaremos del poder”, lanzó un manifestante por la noche.
“Los que nos une es nuestro nivel de vida que actualmente está destruido”, declaró otro.
“Quiero electricidad, quiero que las calles estén iluminadas. Ya no quiero oír más el ruido de los generadores”, explicó Dima Hasan, de 42 años.
Líbano experimenta desde hace varios años un deterioro de su economía, que sufre relativamente la guerra en la vecina Siria, y cuyas repercusiones se suman a una corrupción endémica y unas infraestructuras en ruinas.
La deuda pública alcanza más de 86,000 millones de dólares, es decir más del 150% del PIB, tercera tasa más alta en el mundo, por detrás de Japón y Grecia.
El sindicato de funcionarios lanzó un llamado a la huelga general el viernes. Los bancos permanecen cerrados, así como las escuelas y las universidades.
El ministro de Información, Mohamad Shucair, había anunciado que los usuarios deberían pagar a partir de enero de 2020, 20 céntimos de dólar por cada llamada realizada a través de servicios como Whatsapp y Viber, y añadió que esta tasa supondría al Estado 200 millones de dólares al año.
“En Líbano, el precio de la telefonía móvil está entre los más altos de la región”, indicó en Twitter la organización de defensa de las libertades digitales en el mundo árabe SMEX.
Líbano se comprometió en abril de 2018 a iniciar reformas durante una conferencia internacional a cambio de promesas de préstamos y donaciones por un total de 11.600 millones de dólares.