Un nuevo informe arroja luz sobre los traumas físicos y psicológicos que muchos de los niños centroamericanos quienes llegan a la frontera de Estados Unidos desde los países del Triángulo del Norte en realidad huyeron, y podrían enfrentarlos de nuevo si se les obliga a regresar.
En un análisis de más de 180 evaluaciones físicas y psicológicas a niños que buscan asilo en Estados Unidos, de los cuales 89 por ciento eran de países del Triángulo del Norte —El Salvador, Guatemala y Honduras—, el grupo de apoyo Médicos por los Derechos Humanos (PHR) halló que casi 80 por ciento reportó haber “sobrevivido a violencia física directa”.
De las decenas de niños entrevistados, 78 por ciento dijo que había soportado violencia física directa en sus países de origen, mientras que 18 por ciento dijo que había sobrevivido a violencia sexual, y 71 por ciento dijo que había sido sometido a “amenazas de violencia o muerte”.
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En la mayoría de los casos, la violencia a la que fueron sometidos los niños estaba “relacionada con las pandillas”, y 60 por ciento dijo que el abuso y las amenazas que enfrentaron provenían de pandillas, mientras que 47 por ciento dijo que enfrentó violencia de parte de familiares.
Médicos clínicos de PHR no solo tomaron los recuentos orales de los niños sobre sus experiencias, sino que también documentaron “secuelas físicas negativas” de abuso, “desde trauma musculoesquelético, pélvico y dermatológico hasta lesiones severas de cabeza”.
Además de reportar experiencias de “violencia extrema y abuso sexual a manos de pandillas, familiares e incluso autoridades en sus países de origen”, PHR mencionó que los niños también reportaron haber “sido forzados a unirse a pandillas o ser asesinados, se les dijo que asesinasen a sus familias si no querían ser asesinados por miembros de pandillas, u obligados a soportar abuso sexual a manos de miembros de pandillas o sus propios familiares”.
En un caso, una adolescente describió haber sido “golpeada en todo el cuerpo, incluida su cabeza, arrastrada por el bosque, atada con sus amigas, vendada de los ojos y violada por múltiples personas”.
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“Con el fracaso consistente de los estados en proteger a los niños, investigar crímenes, o juzgar o castigar a los perpetradores, y la existencia de intimidación de las pandillas a la policía así como de infiltración de las pandillas en la policía, los niños expresaron miedo y una falta de confianza en las autoridades locales”, dijo PHR en un resumen de su informe.
Mientras tanto, los médicos clínicos reportaron que en 76 por ciento de los niños se le sospecha tener o se le diagnosticó un problema grave de salud mental, siendo el trastorno de estrés postraumático (TEPT) el más común.
Por lo menos 64 por ciento de los niños ha sido diagnosticado con TEPT o se cree que lo tiene, mientras que en 40 por ciento se cree que tiene trastorno grave de depresión y 19 por ciento mostró indicios o fue diagnosticado con trastorno de ansiedad.
Los niños encuestados dijeron que no solo enfrentaron abuso y amenazas en sus países de origen, sino que también creían que “las autoridades del gobierno en sus países de origen no prevenían, investigaban, enjuiciaban o castigaban efectivamente los crímenes contra niños”.
En una declaración, Kathryn Hampton, ejecutiva de programas de la red PHR, advirtió que los niños quienes huyen de la violencia ahora enfrentan un trauma adicional en la frontera entre Estados Unidos y México, donde las autoridades de inmigración han visto un aumento en la cantidad de niños que llegan en grupos familiares desde países centroamericanos.
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Criticando la manera en que la administración de Trump ha manejado el aumento de familias centroamericanas en la frontera, Hampton advirtió que: “Los niños se encuentran en la frontera de Estados Unidos con políticas duras y punitivas que violan sus derechos y afectan severamente su bienestar”.
“Los funcionarios estadounidenses de inmigración han justificado dichas políticas en nombre de la disuasión. Sin embargo, si la violencia es un factor importante que motiva a los niños a buscar refugio en Estados Unidos —como se demostró en la gente evaluada por los médicos clínicos de PHR, y cuyos casos fueron utilizados para el estudio—, una política fronteriza dura no servirá como una disuasión efectiva y solo provocará más daño a una población de por sí traumada”, dijo ella.
En una declaración dada por el Dr. Joseph Shin, de PHR y quien funge como codirector médico del Centro Weill Cornell de Derechos Humanos, dijo que otorgarles asilo en Estados Unidos podría ser una salvación para los niños migrantes que escapan de la violencia en sus países de origen.
“A pesar del trauma extremo que estos niños han sufrido, y el daño resultante en su desarrollo, psicológico y físico, muchos mostraron una resistencia notable y una mejoría física y psicológica significativa en cuanto estuvieron a salvo del daño físico y tuvieron la oportunidad de reconstruir sus vidas en Estados Unidos”, declaró Shin.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek