Los Centros para el Control y la Prevención de las Enfermedades de Estados Unidos informaron el 15 de mayo que el número de nacimientos en ese país se redujo 2 por ciento, “la cifra más baja de nacimientos en 32 años”.
Estos informes fueron recibidos con sorpresa y alarma. Por ejemplo, USA Today abrió con el siguiente encabezado: “Muchos salones vacíos en los jardines de niños”.
https://newsweekespanol.com/2019/05/disminuyen-embarazos-en-adolescentes-y-aumenta-uso-de-anticonceptivos-inegi/
Sin embargo, esta reciente reducción coincide con las tendencias mundiales y no carece de precedentes en la historia estadounidense. Como especialista en demografía que estudia las tendencias de la fertilidad, la anomalía que me sorprende no es la caída reciente, sino la gran “burbuja” de fertilidad anterior
Índices inusualmente altos
Estados Unidos mantuvo índices de fertilidad sorprendentemente altos durante mucho tiempo.
Tras el auge de nacimientos de las décadas de 1950 y 1960, la fertilidad en Estados Unidos y otros países desarrollados se redujo durante la década de 1970. Sin embargo, Estados Unidos se recuperó a un ritmo constante, aun cuando los índices en la mayoría de los demás países desarrollados se mantuvieron bajos, o incluso se redujeron aún más.
Para 1990, había 2.1 niños por cada mujer en Estados Unidos, en comparación con 1.4 en España y 1.5 en Alemania, por ejemplo.
Esta diferencia entre Estados Unidos y otros países desarrollados dejó perplejos a los demógrafos durante toda la década de 1990 y principios de la de 2000. Las decisiones de política pública no podían explicarla. Estados Unidos mantuvo su alto índice de fertilidad aun siendo comparativamente débil en políticas “pro fertilidad”, como la ausencia laboral con goce de sueldo para atender asuntos familiares y el apoyo financiero para los padres.
Varios factores apuntalaron el índice de fertilidad. Estados Unidos tenía un flujo constante de inmigrantes de países con un mayor índice de fertilidad. Asimismo, tenía un índice persistentemente alto de embarazos no deseados, un mercado laboral flexible que permitía que los padres salieran y volvieran a incorporarse a él, y una economía fuerte y estable.
La fluctuación es normal
La reciente disminución en la fertilidad hace que Estados Unidos esté en el mismo nivel de otros países semejantes.
En 2018, el índice de natalidad en Estados Unidos se redujo a 1.73 niños por mujer. Esta cifra encaja perfectamente en el intervalo en el que se encuentran países similares, e incluso se inclina más hacia los niveles más altos. Solo unos cuantos países prósperos, entre ellos, Francia, Australia y Suecia, tienen índice de fertilidad más altos que Estados Unidos, y las diferencias son minúsculas.
Es normal que los índices de fertilidad de los países prósperos suban y bajen. Las personas tienden a ajustar el momento en que dan a luz para aprovechar un año “bueno”, como cuando se ofrecen muchos beneficios por parte del Estado, o para evitar un “mal” año, como cuando existe una gran incertidumbre económica.
El índice de fertilidad en España se redujo de la década de 1970 hasta principios de la de 1990, debido a que las mujeres se unían cada vez más al mercado laboral pero los maridos no compartían la carga en el hogar. (Quizás el hecho de trabajar y hacerse cargo de tres niños era más de lo que la mayoría de las mujeres querían manejar).
En Rusia, el índice de fertilidad se redujo a un ritmo constante después del choque económico y político que supuso la caída de la Unión Soviética. Posteriormente, volvió a aumentar.
Y entre la década de 1990 y principios de la de 2000, la fertilidad en Suecia cayó y volvió a aumentar, debido en parte a los cambios en las épocas en las que las mujeres daban a luz, así como en la economía y a los generosos apoyos del Estado a los padres.
Existen varias explicaciones posibles para la reciente disminución en Estados Unidos. La Gran Recesión es, ciertamente, importante, y sus efectos todavía son perceptibles, aun cuando la economía se ha recuperado. En una encuesta Gallup se indica que, en los últimos años, “la satisfacción con la forma en la que están las cosas en Estados Unidos” de los habitantes de ese país se ha mantenido sustancialmente por debajo de los niveles de finales de la década de 1990 y principios de la de 2000.
Además, las reducciones en el índice de fertilidad han sido particularmente pronunciadas entre los más jóvenes, que se ven desproporcionadamente afectados por las grandes deudas que contraen para pagar sus estudios, por lo que podría resultarles más difícil lograr la independencia económica que a las generaciones anteriores.
Sin embargo, si las condiciones económicas mejoran para estos jóvenes, las investigaciones indican que, probablemente, “aporten” esos nacimientos más adelante en su vida. Si esas cohortes de jóvenes lo hacen o no será más trascendente que el índice de natalidad de este año.
Finalmente, parte de la reducción en la fertilidad general se debe a la disminución de los embarazos no deseados tales reducciones han sido un objetivo político durante décadas, por lo que la reducción de la fertilidad debería verse como algo positivo y no como un motivo de preocupación.
Mantener la constancia
El índice de fertilidad en Estados Unidos no es alarmante todavía. Sin embargo, una caída constante podría provocar problemas.
Existen al menos dos situaciones que podrían generar desafíos. La primera de ellas es un índice de fertilidad persistentemente bajo que, con el paso del tiempo, genere una población cada vez menor. Por ejemplo, una población con un índice de fertilidad sostenido de 1.3 por mujer se contraerá rápidamente.
El segundo es una reducción rápida y de gran alcance en la fertilidad. Con el tiempo, esto produce una población desigual con más personas viejas que jóvenes, lo cual hace difícil, por ejemplo, sostener políticas como la seguridad social.
Ambos situaciones pueden producirse, pero es importante destacar que Estados Unidos no experimenta actualmente ninguna de ellas. No obstante, pienso que sería inteligente implementar políticas que facilitaran el hecho de tener hijos para aquellas personas que deseen hacerlo, como la ausencia laboral con goce de sueldo para atender asuntos familiares y la atención infantil subsidiada. Asimismo, la inmigración ha ayudado a mejorar el perfil demográfico de Estados Unidos en el pasado, y podría seguir haciéndolo en el futuro.
No es probable que Estados Unidos vuelva a tener los índices de fertilidad excepcionalmente altos que tuvimos antes de la última recesión, pero el índice actual es uno que a muchos países les encantaría tener.
Esta es una versión actualizada de un artículo publicado originalmente el 30 de mayo de 2018.
Caroline Sten Hartnett es profesora adjunta de sociología en la Universidad de Carolina del Sur.
Las opiniones expresadas en este artículo son responsabilidad de la autora.
Este artículo esta reproducido de The Conversation bajo una licencia de Creative Commons.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek