Jean-Claude Romand, un francés que asesinó a toda su familia tras pretender durante dos décadas ser un prestigioso médico, un caso que inspiró películas y una novela, obtuvo la libertad condicional tras permanecer 26 años en prisión.
“Le concedieron la libertad condicional”, anunció a la AFP su abogado, Jean-Louis Abad. Su liberación es “inminente, pero sin duda no será hoy”, añadió el letrado, tras una decisión de la corte de apelaciones de Bourges (centro).
Jean-Claude Romand asesinó en 1993 a tiros a sus padres y dos hijos, y de un golpe a su esposa, cuando éstos estaban a punto de descubrir que era un impostor.
Romand había pretendido, durante más de una década, que trabajaba para la Organización Mundial de la Salud (OMS), con sede en Ginebra, como un exitoso médico e investigador.
Financiaba su tren de vida con el dinero que le confiaban sus padres y amigos, a quienes les hacía creer que invertía sus ahorros en Suiza.
Acorralado por varios deudores, algunos de los cuales habían descubierto su impostura, el falso médico, entonces de 38 años, decidió matar a toda su familia.
Asesinó a su esposa con un rodillo y a sus hijos, de 7 y 5 años, disparándoles por la espalda con un rifle. Después fue a la casa de sus padres a quienes les mató disparándole varias balas en la espalda.
Al día siguiente prendió fuego a su casa e intentó suicidarse tomando somníferos. Fue encontrado inconsciente por los bomberos.
Romand, que ahora tiene 65 años, deberá portar un brazalete electrónico durante dos años y deberá vivir en un área aprobada por el poder judicial.
“Es una gran decepción para mis clientes y una causa de gran dolor. Sienten que todo ha terminado para el Sr. Romand, pero nunca terminará para ellos”, dijo Laure Moureu, la abogada de los dos hermanos de Florence, la esposa de Romand.
Su caso ha sido objeto de fascinación en Francia. Inspiró la novela “L’adversaire” (El adversario) de Emmanuel Carrere que fue llevada a la pantalla grande en 2002, en un filme de Nicole García protagonizado por el destacado actor francés Daniel Auteuil.
El caso también inspiró la película del director francés Laurent Cantet “L’emploi du temps”, que tuvo una gran acogida en 2001.