Los cineastas panameños ponen en la mira la situación política de su país dentro del Festival Internacional de Cine en medio de las campañas presidenciales.
Panamá, Panamá.- Las elecciones en Panamá están a un mes de distancia. En medio de las campañas se desarrolla el festival internacional de cine (IFF Panamá). Mientras celebridades caminan por la alfombra roja, se escuchan los slogans desde los altavoces de camionetas que recorren la ciudad.
El cineasta Miguel González difunde un cortometraje sobre la corrupción y la desigualdad en el país que busca promover un voto consciente para las elecciones del 5 de mayo. “No se si sea activista, dice. Eso ya lo dirá la ciudadanía, yo en realidad tengo 60 horas de filmación para lo que será un largometraje. De ahí saqué el corto. La idea era hacer muchas proyecciones públicas y generar discusión porque la corrupción en Panamá es una metástasis y se tiene que hablar de ello antes de las votaciones”.
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Mientras Miguel habla para Newsweek México le entra una llamada al teléfono para informarle que su cortometraje ha sido censurado en la televisión nacional. “Ahora estoy pensando subirlo a internet”, dice.
El festival internacional de cine de Panamá (IFF Panamá) se inauguró el 4 de abril y terminará el 10. Este es el octavo año consecutivo y su directora, Pituka Ortega, cuenta que el festival ha permitido que los panameños conozcan el cine de su región, un cine para el cual no hay mucha distribución.
En el festival hay películas nicaragüenses, guatemaltecas, costarricenses y de toda la región, además de una selección de cine iberoamericano e internacional. Desde el festival se fomentan las producciones panameñas, muchas de las cuales se estrenan en el festival y de ahí salen al mundo.
Los Works in progress, explica Pituka, es un fondo de dinero en efectivo con el que el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) premia la mejor película de Centroamérica y el Caribe para su postproducción. IFF Panamá, abunda, también lleva la película al festival de Cannes, que es el mayor mercado de cine del mundo para presentarla ante la industria y ayudarla en su camino hacia la audiencia.
Las personas dedicadas al cine que han acompañado al festival durante sus diferentes ediciones cuentan que lo que era una industria incipiente ha cobrado fuerza. De acuerdo con las cifras del BID y el IFF Panamá, de cada dólar que se invierte se genera un dólar y medio más.
En Panamá, la economía naranja, es decir la que está conformada por todas las actividades culturales, en 2011 representaba el 3.1 por ciento del Producto Interno Bruto y para 2018 creció a 6.4 por ciento.
Muchas de las películas panameñas que se exhiben en el festival reflejan la vida política y social del país. Desde diferentes perspectivas hablan del desempleo de los jóvenes, la precariedad democrática, los inmigrantes, los indígenas.
La película Tierra Adentro muestra cómo en el bosque que divide a Panamá de Colombia se cruzan la guerrilla, el narcotráfico las personas migrantes. La Estación Seca habla sobre dos jóvenes varones y una joven mujer que están desempleados y muestran, en el subtexto, de sus historias, los problemas que trajo el canal desde que estuvo administrado por Estados Unidos hasta ahora que está en manos del gobierno panameño.
El cortometraje de Miguel González se llama cuarto poder, pero no hace alusión a la prensa, pues desde la perspectiva del cineasta, los medios de comunicación tienen sus propios intereses y, en su mayoría, son manejados por los poderes que ya existen. Sin embargo, considera, la sociedad civil sí es un cuarto poder y ahora con este proceso electoral ha salido a las calles. “Lo que me preocupa es que este movimiento se calme cuando pasen las elecciones”.
José Ángel Canto, director de la Estación Seca, cuenta que sus proyectos giran en torno a cuestiones políticas. Su joven país, dice, tiene procesos políticos y sociales enredados y complejos. De ahí que narrar el desempleo de tres jóvenes y su trasfondo social era un “ejercicio de sacar todo y buscar claridad para entendernos a nosotros mismos”.
La Estación Seca se hizo hace 13 años, pero los fondos para terminarla apenas se concretaron. Desgraciadamente, afirma, las cosas no han cambiado. La situación social y de desempleo sigue igual. Incluso, “diría que en ciertos aspectos el país ha empeorado. Por ejemplo, en educación, hemos desmejorado mucho”.
La directora ejecutiva de IFF Panamá coincide con José Ángel. “No entiendo, dice, como la educación y salud no son los temas prioritarios para todos los panameños. Creo que si la educación fuera primero, muchas cosas serían distintas, mejorarían, como la seguridad y el medio ambiente”.
El país más desigual
Panamá ocupa el sexto lugar en desigualdad en el mundo, asegura Miguel González. Un país con un montón de riqueza, pero que no tiene un proyecto de nación. Hay una gran dependencia de los ingresos del Canal, sin rumbo, sin proyecto. Se habla de marca país, pero ¿y el proyecto?, se pregunta. Las leyes acá, continúa, están hechas para propiciar la corrupción no para combatirla.
Miguel y José Ángel tienen un proyecto en desarrollo común. Se trata de una nueva película basada en hechos reales sobre un hombre negro que se enamora de una mujer blanca estadounidense que trabajaba en el Canal de Panamá, lo cual estaba prohibido.
Las personas de nacionalidad estadounidense que trabajaban en el Canal eran conocidos como zonians, derivado de zone, zona en castellano, lo que significaba que habían nacido o eran residentes en la Zona del Canal de Panamá.
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El candidato a la alcaldía de Panamá, Ricardo Martinelli, fue detenido por la Interpol en Miami en 2017 por recibir sobornos de la empresa Odebrecht. Ahora está en una prisión en su país. Desde ahí, el también ex presidente del país centroamericano.
Justamente, el auto que transita por las calles con altavoces haciendo proselitismo habla de Martinelli. Pero, si gana ¿cómo va a gobernar? pregunta una asistente al festival. Pues encontrará los huecos legales, le responden.
En otros países, se queja Miguel, han sabido crear contrapesos a los políticos. Mecanismos y parámetros que funcionan, acá, las cosas están acomodadas para favorecer a la corrupción. Por eso, filmo lo que me indigna, “lo que me enoja y me hace llorar”, concluye.