“Estados Unidos nunca será un país socialista”, declaró Donald Trump en su discurso del Estado de la Unión. Alguien debería avisarle a Trump que Estados Unidos ahora es un semillero de socialismo. Pero es socialismo para los ricos. Todos los demás son tratados con capitalismo duro.
Para la mentalidad conservadora, el socialismo significa obtener algo por hacer nada. Eso describe en gran medida los 21,000 millones de dólares que se ahorraron los bancos más grandes del país el año pasado, gracias a los recortes fiscales de Trump, algunos de los cuales dieron bonificaciones enormes a sus ejecutivos bancarios. Por otra parte, más de 4,000 empleados bancarios de nivel más bajo recibieron una dosis de capitalismo duro. Perdieron sus empleos.
Los bancos que son demasiado grandes para quebrar —cortesía del rescate bancario de 2008— gozan de un subsidio oculto de alrededor de 83,000 millones de dólares al año. Ya que los acreedores enfrentan menos riesgo al aceptar un interés más bajo en depósitos y préstamos. El año pasado, el fondo común de bonificaciones en Wall Street fue de 31,400 millones de dólares. Si quitas el subsidio oculto, ese fondo de bonificaciones desaparece.
Trump y sus elegidos para la Reserva Federal están reduciendo los requisitos bancarios que entraron en vigor tras el rescate. Se asegurarán de que los bancos más grandes sigan siendo demasiado grandes para quebrar.
Trump promueve un socialismo para los ricos y un capitalismo para todos los demás de otras maneras. Desde que fe elegido, GM ha recibido más de 600 millones en contratos federales, más 500 millones de dólares en exenciones tributarias. Parte de esto ha terminado en los bolsillos de los ejecutivos de GM. Su presidenta y directora ejecutiva Mary Barra ganó casi 22 millones de dólares en compensaciones totales solo en 2017.
Pero los empleados de GM están sujetos a un capitalismo duro. GM planea despedir a más de 14,000 trabajadores y cerrar tres plantas de ensamblaje y dos fábricas de componentes en Norteamérica para finales de 2019.
Cuando todavía hacía negocios, Trump perfeccionó el arte de usar la bancarrota para escudarse de las consecuencias de las malas decisiones —el peor tipo de socialismo para los ricos— mientras dejaba a los empleados a la buena de Dios.
Ahora, por todos Estados Unidos, los ejecutivos quienes hacen quebrar a sus compañías obtienen paquetes de salida en chapa de oro, mientras sus trabajadores reciben su carta de finiquito.
Sears les reparte 25 millones de dólares a los ejecutivos que se deshicieron de sus activos restantes y la llevaron a la bancarrota, pero no tiene dinero para los miles de trabajadores que despidió.
Mientras Pacific Gas and Electric se precipita a la bancarrota, la persona que estaba a cargo cuando ardieron los infiernos mortales en el norte de California el año pasado (provocados en parte por equipo defectuoso de PG&E) se ha ido con un paquete de indemnización por despido en efectivo de 2.5 millones de dólares. El ejecutivo de PG&E encargado de las operaciones de gas cuando supuestamente se falsificaron los registros se fue en 2017 con 6.9 millones de dólares.
En el socialismo para los ricos, puedes meter la pata a lo grande y aun así tener grandes recompensas. Richard Smith, de Equifax, se jubiló en 2017 con una pensión de 18 millones de dólares después de una falla de seguridad que expuso la información personal de 145 millones de consumidores a los hackers.
Carrie Tolstedt, de Wells Fargo, se marchó con un paquete de salida de 125 millones de dólares después de estar a cargo de la unidad que abrió más de dos millones de cuentas no autorizadas por los clientes.
Alrededor de 60 por ciento de la riqueza de Estados Unidos ahora es heredada. Muchos de los súper ricos de hoy día no han trabajado un solo día en sus vidas.
La respuesta de Trump fue recortar el impuesto de sucesiones para que este se aplique solo a las sucesiones valuadas en más de 22 millones de dólares por pareja. Mitch McConnell ahora propone que el impuesto de sucesiones sea abolido por completo.
¿Qué pasó con los principios capitalistas de que la gente gane lo que vale en el mercado, y que las ganancias económicas deberían ser para quienes las merecen?
Estados Unidos está en el umbral de la más grande transferencia de riqueza entre generaciones en la historia. Conforme los viejos ricos mueran en el transcurso de las siguientes tres décadas, se calcula que 30 billones de dólares serán para sus hijos.
Estos hijos serán capaces de vivir con el ingreso que generan estos activos, y luego dejarles la mayor parte de estos a sus propios herederos, libres de impuestos. (Los impuestos por ganancias de capital no se aplican a los valores desorbitados de las acciones, bonos, mansiones y otros activos de la gente adinerada que murió antes de que estos se vendiesen.)
Después de unas cuantas generaciones de esto, casi toda la riqueza de la nación estará en manos de unos cuantos miles de familias que no trabajan.
Para la mentalidad conservadora, el espectro del socialismo evoca una sociedad en la cual nadie se hace responsable, y nadie tiene que trabajar por lo que recibe. Pero esa es exactamente la sociedad que Trump y los republicanos están promoviendo para los ricos.
Mientras tanto, la mayoría de los estadounidenses está sujeta a un capitalismo duro y arbitrario en el que trabaja más duro pero no escala puestos, y tiene menos seguridad que antes.
Necesitan redes de seguridad más gruesas y merecen una rebanada más grande del pastel económico. Si quieren llamar socialismo a esto, está bien. Yo lo llamo justo.
Robert Reich es catedrático de política pública en la Universidad de California, campus Berkeley, y alto miembro del Centro Blum de Economías en Desarrollo. Fungió como secretario del trabajo en la administración de Clinton, y la revista Time lo nombró uno de los 10 secretarios de gabinete más efectivos del siglo XX. Ha escrito 14 libros, incluidos los éxitos de ventas Aftershock, El trabajo de las naciones y Beyond Outrage, y más recientemente Saving Capitalism. También es un editor fundador de la revista The American Prospect, presidente de Common Cause, miembro de la Academia Americana de Artes y Ciencias y cocreador del laureado documental Inequality for All (Desigualdad para todos). Su documental más reciente, Saving Capitalism, se transmite en Netflix. El nuevo libro de Reich, The Common Good, ya está disponible.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek