Con sus acciones estos niños, mujeres y hombres obsequian tesoros invaluables durante esta temporada
La niña que hace felices a otros niños
“Al hospital no pueden entrar los renos, ni el camello, ni el elefante, ni el caballo, por eso hago colectas”: Vale
Por Ana Ávila y Camila Sánchez Bolaño (@anaavilamexico y @CamilaSanB)
VALE llegó a oncología cuando tenía nueve años. Entonces pensaba que las personas “tenían una vida feliz, con chocolate caliente y su familia cerca”. Al ingresar en 2016 al hospital Federico Gómez, se enfrentó a otra realidad. Conoció a niños que estaban solos durante las quimioterapias porque sus familiares no tenían dinero para viajar desde sus pueblos al hospital de la Ciudad de México.
También se hizo amiga de Yoselín, quien nunca había estrenado un vestido nuevo y soñaba tener uno de princesa. Vale pensó que quizá podía hacer algo al respecto. Solicitó ayuda a su gente cercana hasta que logró comprar uno de la princesita Sofía. Y comenzó a hacer más colectas y campañas: para pasajes, para comprar juguetes en navidad e incluso para pagar quimioterapias.
Para Vale todo empezó con un dolor en la pierna. Luego le detectaron sarcoma de Ewing. Este tipo de tumor se forma en el hueso o en el tejido suave y afecta principalmente a niños y adolescentes.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática (INEGI), los tipos de cáncer que comúnmente suceden en la infancia y adolescencia son de ocurrencia repentina, no tienen síntomas evidentes y poseen un índice elevado de curación, ya que el tratamiento del cáncer infantil ha mejorado en su efectividad, principalmente para las leucemias, que son la principal causa de cáncer en la infancia a nivel mundial.
Hay evidencia de que en México, durante el periodo de 2011 a 2016, aproximadamente 50 por ciento de las muertes observadas por tumores malignos en la población de 0 a 17 años se debe a cáncer de los órganos responsables de la producción de células sanguíneas.
En la actualidad, Vale sigue asistiendo a sus quimioterapias y se ha convertido en una gran activista. “Conociendo a más niños, vi que tenían diferentes necesidades. Ya no solo de juguetes, sino de medicamentos, ropa, dinero. Le pedí ayuda a unas mamás de mi escuela y así fuimos ayudando a la gente y consiguiendo los medicamentos”.
La pequeña ha involucrado en sus acciones de ayuda a su mamá, papá, tía, amigas, pediatra, médicos del hospital y a la comunidad de su primaria. De hecho, a través de una tía que trabaja en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), Vale investigó cómo conseguir medicinas. Luego la mamá de una amiga suya, que es veterinaria, le ayudó a conseguir “quimios”.
La idea de hacer colectas de juguetes ocurrió en la navidad de 2016, justo la primera que ella pasó en el hospital. “Me di cuenta que los niños estaban en una cama aislados y no tenían con qué entretenerse. Ellos no pueden estar con su familia en navidad. En el área de trasplantes están solos, tal vez le dan permiso a una persona para entrar, pero la sacan después de un rato”.
Vale cuenta que ni a Santa Claus ni a los Reyes Magos les permiten entrar a los hospitales. “Es por el tema de los animales —explica—. No tienen permitido el acceso. No pueden entrar los renos, ni el camello, ni el elefante, ni el caballo”. Es por ello que decidió armar una campaña de recolección de juguetes.
Su mamá la grababa con el celular y ella editaba los videos. “Vivimos por el bosque de Tlalpan y ahí nos íbamos. Con los árboles detrás yo decía lo que necesitábamos y mi mamá me grababa”, cuenta. Después compartían los videos en grupos cerrados y por WhatsApp. En la primera campaña recibieron juguetes usados, pero de buena calidad. En 2017 cambió de planes y solo hizo colecta de juguetes nuevos. “No pedimos muchos requisitos, el punto es hacer felices a los niños. Peluches no podemos dar; es lo único. Para el área de trasplantes son mejores los legos”.
Vale además solicitó permiso a la directora de su escuela y, salón por salón, fue explicando por qué necesitaba juntar juguetes. Logró recolectar 700, con lo cual hubo suficientes para todos los niños y niñas. “Nos alcanzó para todo oncología. Esperamos este año alcanzar los mil juguetes”, dice esperanzada.
Con todo y las sesiones de tratamiento, Vale sigue estudiando en la escuela. En ocasiones, después de la quimio sale muy cansada; se le bajan tanto las defensas, que debe reposar. Pero tan pronto se recupera, enciende de nuevo su necia voluntad y vuelve como una incansable.
En estos días se le puede ver, después de clases, en la calle con una bolsa de llaveros: los está vendiendo para juntar para el pago de los medicamentos de los niños en el hospital.
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