Los nombres y la placa eran falsos, pero los robos con tácticas intimidatorias fueron reales.
Steven Fisher, de 44 años, era un ladrón que fingía actuar los papeles principales de novelas de espionaje y películas biográficas de Hollywood. Durante gran parte de 2017, el ex empleado de Boeing cometió una serie de crímenes, extorsionando tiendas pequeñas propiedad de inmigrantes mediante sacar una pistola de aire y presentar documentos sospechosos que descargó de internet.
El lunes, en una corte federal de Seattle, Fisher fue sentenciado después de declararse culpable de llevar a cabo golpes ordinarios presentándose como el defraudador serial Frank Abagnale, quien fue la inspiración de Catch Me If You Can [Atrápame si puedes] de Steven Spielberg, y mostrando su placa del FBI con el nombre Jack Ryan, quien es el espía central en las novelas del difunto Tom Clancy.
Durante su audiencia de sentencia por robo e intento de robo, así como por múltiples cargos de suplantar a un oficial federal, el lunes, James Robart, juez federal de distrito, le dio a Fisher una sentencia de 5 años en prisión y le puso una regañiza.
“Este fue un crimen calculado por mucho tiempo, atacando a una comunidad marginada”, dijo Robart sobre los crímenes que presentaron a Fisher abusando de grupos principalmente indocumentados, en su mayoría de naciones de África Oriental. “Elegiste al grupo de personas más vulnerable que conozco… Hiciste algo despreciable a personas que merecen algo mejor”.
En una entrevista con Newsweek, el padre de Fisher tampoco estaba listo para disculpar a su hijo.
“Sospecho que en algún lugar u otro se puso a probar drogas y las cosas se fueron cuesta abajo a partir de allí”, dijo Richard Fisher. “Esto tiene que ser lo más tonto que ha hecho en su vida adulta. El muchacho necesita pagar por ello”.
No siempre fue así.
El jubilado asistente del alguacil enfatizó que su hijo resintió el que su matrimonio fracasara. Pero antes de eso, Fisher vivió una vida bastante ordinaria, contando con un empleo como gerente de instalaciones de Boeing.
“Entre él y su esposa, ganaban $300,000 dólares al año”, comentó su padre.
Según el Memorándum de Sentencia del Gobierno obtenido por Newsweek, Fisher, quien solo tenía un robo previo en 1993, adoptó los personajes de la pantalla grande y “trató de robar usando el ardid de una investigación del FBI” en numerosos negocios de transferencia de dinero en Seattle, culminando con su arresto el 19 de agosto de 2017.
Seis meses antes de que se descubriera la treta y los verdaderos federales le echaran el guante, Fisher puso en la mira a Red Sea Financial, un servicio de transferencias de dinero que atendía a clientes con lazos con Eritrea y otras naciones de África Oriental. Fisher se acercó al empleado solo, “mostrándole una placa fraudulenta” y un documento que él afirmaba que era una orden de cateo, todos con la firma fantasiosa de Frank Abagnale.
Los fiscales confirmaron que la orden fue “comparada a través del sitio web LegalFakes.com, cuyo logo presenta una balanza de la justicia rota y un eslogan de bienvenida en la página de inicio que dice: ‘¡donde todos los días son el Día de los Inocentes!” Aparte de órdenes de cateo que presentan sellos que dicen “712a Corte No judicial de Distrito” y notariada por tipos con nombres como “F.L. Aysheeo”, la tienda de ramos generales también ofrece una “orden de registro al desnudo”, arresto ciudadano, demandas de pensión alimentaria y paternidad,, así como una “orden de deportación”.
Él procedió a blandir una pistola de aire equipada con silenciador y acusó al negocio de haber “llevado a cabo una mala transacción”, según muestran los documentos de la corte.
Fisher exigió que le permitieran auditar las transacciones de Red Sea de ese día y revisar personalmente la trastienda, dicen los documentos.
Fue entonces cuando, según los documentos, Fisher obligó al empleado a apagar la computadora “que mantiene el disco duro de las cámaras de seguridad dentro del negocio” con el fin de tener acceso a la caja de seguridad sin que lo vieran.
Fisher se llevó la torre del ordenador y metió $128,000 dólares (Fisher afirmó que fue la mitad de esa cantidad) en el bolso de seguridad de su mochila antes de cerrar con candado la trastienda con el empleado atrapado adentro.
Un amigo se las arregló para ir en ayuda del empleado y juntos llamaron al 911.
Parece que Fisher se mantuvo quieto por seis meses.
Pero el 28 de junio de 2017 supuestamente trató de llevar a cabo el mismo ardid en una tienda de abarrotes y agencia de viajes en el área SeaTac de Seattle, cerca del Aeropuerto Internacional Seattle-Tacoma.
“En ambos negocios, [Fisher] se presentó como un agente del FBI y dijo que estaba allí para investigar un caso”, declara el documento de la sentencia. “También presentó una placa fraudulenta”.
El charlatán se hizo con aproximadamente $2,000 dólares en efectivo y se llevó tres teléfonos y papelería.
Un mes después, Fisher se acercó al gerente de Dahabshil, Inc., otro servicio de transferencia de dinero con oficinas en Seattle.
Como el Jack Ryan del escritor Clancy, Fisher hizo propio el papel. Su Jack Ryan no era parte de la CIA, sino un agente especial del FBI, según muestran los documentos.
Trató de dar el golpe con el gerente de Dahabshil y un negocio vecino. Fisher los llevó a un estacionamiento y advirtió que “un sospechoso planeaba allanar Dahabshil más tarde esa noche y el FBI estaría observando”, según el memorándum de la sentencia.
En una acción preventiva, Fisher —perdón— Ryan explicó que el dinero tenía que ser retirado antes de que el presunto ladrón llegase.
El gerente se percató de lo absurdo del plan y no entregó el efectivo. Más bien, el gerente llamó a las autoridades y presentó un reporte formal.
Alrededor de las 11:30 am del 19 de agosto, los documentos de la corte muestran que Fisher regresó a Dahabshil para intentar “el mismo crimen”.
Como todavía afirmaba ser un agente especial, Fisher mostró una placa falsa y esta vez llevaba consigo un portafolios.
Entonces exigió que le mostraran los archivos.
El gerente se asustó y, según los documentos de la corte, temió que lo asaltaran y “activó la alarma de pánico”, la cual hizo acudir raudos y veloces a oficiales del Departamento de Policía de Seattle.
Los oficiales que acudieron al lugar presentaron placas reales, y estaban armados con órdenes reales.
Procedieron a revisar el Mini Cooper 2005 plateado de Fisher y encontraron su portafolios, el cual contenía varios pares de esposas, una llave para esposas, aerosol para osos, cortacadenas y la pistola de aire con silenciador de Fisher. Aun más, según los documentos de la corte, los policías hallaron “una billetera de piel con credenciales fraudulentas del FBI a nombre de ‘Jack Ryan’ y una placa fraudulenta del FBI”.
Fisher fue puesto bajo custodia y, el 9 de julio, cuando se confesó culpable de asalto y suplantar a un agente del FBI. Los fiscales presentaron los crímenes de Fisher en su memorándum de sentencia como “bien planeados y ejecutados hábilmente”.
Aparte del tiempo en prisión que le dio el juez, Fisher también tendrá que pagar $125,000 dólares como indemnización.
Su padre tiene muy claras las respuestas al por qué Fisher cayó tan duro.
“Durante toda su vida, Steve nunca ha asumido una responsabilidad”, dijo Richard Fisher, señalando que tuvo una buena vida antes de embarcarse en una carrera criminal. “No hay razón por la cual hizo lo que hizo aparte de que resultó ser un pendejo”.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek