Las mujeres sufren una autentica guerra en su contra. Ayer se celebró nuevamente, después de 15 años de su instauración y al parecer sin generar algún tipo de conciencia, el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Con este motivo el INEGI presentó los Datos Nacionales sobre el detestable fenómeno de la violencia de género en nuestro país. La institución informó que las mujeres enfrentan violencia severa o muy severa por parte del esposo o novio, en su relación de pareja, en el 44% de los casos, referidos a 19.1 millones de personas. El restante 40% de afectadas afirmó haber padecido, al menos una vez en su relación, insultos, amenazas, humillaciones, violencia física o sexual de manera eventual, pero con daños físicos y emocionales que produjeron problemas nerviosos, angustia, miedo, tristeza y depresión.
Por su parte, el Sistema Nacional de Seguridad Pública de la SEGOB, informó que de enero a septiembre de 2018 cerca de 73 mil mujeres fueron víctimas de algún delito contra su vida que derivó en 607 feminicidios. Se estima que diariamente 269 mujeres son víctimas de secuestros, lesiones y homicidios. Por si fuera poco, este sábado en un evento, justamente sobre la eliminación de la violencia contra la mujer, legisladoras e importantes funcionarias del próximo gobierno, fueron agredidas por sujetos que arrojaron piedras y otros objetos.
Miles de mujeres sufren violencia múltiple, lo que deriva frecuentemente en suicidios. Tal violencia de género representa un problema que debe combatirse radicalmente. Los valores e ideales del régimen democrático no han impedido esta violencia contra las mujeres, quienes luchan por su plena inclusión y participación igualitaria en nuestras sociedades patriarcales. En ellas, además de asignar los roles diferenciados de género, se valora lo masculino por encima de lo femenino creando y reproduciendo la primera y más grave de las desigualdades humanas representada por la inequidad de género, en la que confluyen otras desigualdades sociales.
Si se analizan las tendencias históricas se observará un incremento de violencia contra las mujeres que no sólo es cuantitativo, como indican las estadísticas, sino también y sobre todo, cualitativo con sus abusos verbales, emocionales y físicos que van desde el acoso sexual y las operaciones ginecológicas innecesarias, hasta la violación y la esclavitud doméstica. Es una auténtica guerra en contra de las mujeres. Cuando estas formas de terrorismo social resultan en la muerte de las víctimas, se transforman en feminicidios. Por lo que debemos reiterar que los esquemas de subordinación de la mujer al hombre no son naturales sino culturales. Quizá el campo donde la desigualdad se manifiesta prepotentemente es en la relación entre los géneros, y tiene que ver con el conjunto de características psicológicas, políticas, económicas, sociales y culturales asignadas a los sujetos según su sexo biológico.
A pesar de los avances logrados en la cultura, la ciencia y los derechos de las personas, aún queda mucho por hacer. Prevalecen esquemas de dominación en donde lo que es válido y obligatorio para ellos, es inaceptable y prohibido para ellas, y viceversa. No hemos logrado construir un proyecto de sociedad del futuro, solamente existe el presente. Las mujeres representan el pasado oscuro del mundo, y esta situación debe cambiar, de aquí la urgencia de defenderlas y empoderarlas.
Correo: [email protected]
Twitter: @isidrohcisneros
Página electrónica: agitadoresdeideas.com