Chris Hondros captó la brutalidad de la guerra armado solo con una cámara. Un documental nuevo homenajea su vida intrépida y su obra.
UNA NIÑA iraquí grita. Está cubierta de sangre, la sangre de su familia, a la que soldados de Estados Unidos acaban de matar, pensando erróneamente que eran terroristas suicidas. Ella tiene cinco años.
La fotografía, tomada a principios de 2005, es una de las más estremecedoras —y tristemente icónicas— de la Guerra de Irak. Docenas de canales noticiosos, incluida Newsweek, la usaron. Tales incidentes horrendos eran comunes, pero rara vez documentados por una cámara, y pocas fotos captaron la carnicería residual de la guerra con semejante claridad sorprendente. La historia de la niña nunca se habría contado si no fuera por el difunto fotoperiodista Chris Hondros.
Fotógrafo de guerra oriundo de Carolina del Norte, Hondros fue prolífico e intrépido. Regresaba frecuentemente a zonas de conflicto, buscando las historias que necesitaban contarse, mucho después de que los medios tradicionales se habían marchado. La obra de su vida es el tema de Hondros, un documental nuevo del periodista convertido en cineasta Greg Campbell.
La película delinea la carrera de Hondros fotografiando conflictos durante las últimas dos décadas: Kosovo, Angola, Sierra Leona, Liberia. Después de los ataques del 11/9, cubrió la Zona Cero, luego tomó un avión a Pakistán. A los pocos meses, fue asignado a fuerzas antitalibanes en Afganistán. Tal vez sea mejor conocido por su extensa obra durante la Guerra de Irak. “La mayoría de la gente fue a Irak en 2003, y eso fue todo; la guerra había terminado”, recuerda un excolega en la pantalla. “Chris regresó todos los años, patrulla tras patrulla tras patrulla”.
La fotografía de conflictos siempre ha sido peligrosa, pero los riesgos aumentaron después del 11/9; de repente, los periodistas eran blancos de ataques. Y dado que los fotógrafos buscan captar los rostros de la guerra, están tan cerca de la acción como los soldados y las fatalidades. El 20 de abril de 2011, Hondros, por entonces de 41 años, murió en un ataque con mortero en Misurata, Libia (su amigo y colega fotógrafo Tim Hetherington también perdió la vida). En el documental, la madre de Hondros dice que ella a menudo lo instaba a ser precavido. “Tenía un trabajo peligroso”, comenta. “Todavía estoy un poco enojada de que tuviera que ir. Pero siempre digo que él hizo más en 41 años de vida que algunos cuando cumplen 100 años”.
Campbell llevó luto por un año tras la muerte de su amigo, luego decidió honrarlo con una película. Fue capaz de obtener metraje crucial de Hondros en su trabajo en varias zonas de guerra. Y en el proceso de rastrear a la niña iraquí, logró asegurarse productores de alto perfil para el documental. Cuando Campbell se acercó a la oficina de Bagdad de The New York Times, “el tipo que contestó el teléfono decía algo así: ‘Checa con Jamie Lee Curtis, quien tal vez sea capaz de ayudarte’. Pensamos que no lo oímos correctamente. Como vino a resultar, ella estaba en verdad afectada por la fotografía que tomó Chris”.
La actriz, ella misma una fotógrafa, aceptó producir la película y trajo al actor Jake Gyllenhaal, su ahijado, como coproductor. “Jamie nos tomó de la mano cuando necesitábamos que nos la tomaran. Ella nos pateó en el trasero cuando necesitábamos que lo hicieran”.
Hondros se fue hace siete años, pero, como dice Campbell, su obra sigue siendo “absolutamente crucial para nuestro entendimiento del mundo a nuestro alrededor”. Y “cuando nuestra profesión es puesta en duda por los puestos más altos del país, la dedicación a la verdad y la verdad en las imágenes es más importante que nunca antes”, añade.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation whit Newsweek