A veces los combates más duros no se libran sobre el tatami, sino ante las miradas de quienes dudan de tu derecho a estar ahí, y Mazikeen Delgado Castillo conoce bien esa batalla. Entre febrero y junio de 2023 su nombre apareció en múltiples medios deportivos y generalistas, dentro y fuera del país, por “romper barreras en el jiu-jitsu brasileño”. Lo que para muchos fue un hito, para ella se convirtió en el epicentro de una tormenta mediática que nunca buscó protagonizar y la alejó de su deporte para iniciar un proceso terapéutico.
Pero su historia nació mucho antes de la tormenta de titulares que la colocaron en el centro del debate sobre la participación de atletas transgénero en la categoría femenina. Comenzó en la infancia, en un salón de maternal, con un pequeño bálsamo labial entre las manos.
“Cuando se habla de personas trans, muchos piensan que es algo que uno decide al llegar a la adolescencia o a la adultez. En mi caso no fue así. Tenía tres años. Jugaba con un bálsamo cuando una compañera me dijo: ‘Eso solo lo usan las niñas’. Y yo le respondí: ‘Es que yo soy una niña’. Ella insistió: ‘No, tú eres un niño’. En ese momento algo explotó dentro de mí. La gente no me percibía como yo lo hacía”, cuenta en entrevista con NW Noticias la ahora joven de 26 años.
Eso sucedió más de una década antes de que Mazikeen —nombre que eligió y que ya aparece en su documentación oficial— descubriera la palabra “trans”. Tenía 18 años cuando, navegando en internet, se topó con la historia de Victoria Volkova, modelo y creadora de contenido mexicana, conocida por compartir públicamente su proceso de transición. Aunque inicialmente se definió en su adolescencia como un chico gay debido a los prejuicios sociales, Volkova en realidad siempre tuvo clara su identidad femenina.
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Hasta entonces, Mazikeen había crecido sin referencias, por ello la historia de la también actriz la tocó profundamente. “En la nota mencionaban cómo Tinder le cerró la cuenta, [una experiencia relatada por la youtuber en 2016]. Al leerla me sentí reflejada. Había algo en el vacío que ella narraba que yo también vivía”, recuerda la también arquitecta egresada de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP).
A pesar del reconocimiento que empezó a encontrar en otras historias, Mazikeen no pudo iniciar su transición en ese momento. Recién había ingresado en la escuela y atravesaba una etapa familiar compleja. Las circunstancias la obligaron a permanecer en el “clóset” varios años más.
SER MUJER TRANS: LA IDENTIDAD COMO CARTA DE PRESENTACIÓN
Recién en 2021 llegaron los cambios. Con el cabello quebrado y mechones violeta, se preparaba para cerrar su etapa universitaria, daba los primeros pasos en su transición y descubría, casi por accidente, una nueva pasión: el jiu-jitsu.
“Pasé por una decena de disciplinas porque me aburro fácilmente. Mi mamá fue una gran inspiración al practicar taekwondo y karate; siempre quiso que me metiera a deportes de combate. En la carrera estuve un tiempo en krav maga (sistema israelí de defensa personal). Me gusta mantenerme activa, entonces un día vi que a dos cuadras de mi casa había una academia de jiu-jitsu. No tenía idea de qué se trataba, pero fui a una clase muestra”, agrega desde su hogar en Puebla.
Para entonces, Mazikeen ya estaba en su transición. Para ella, su identidad es una carta de presentación, mientras que para otras personas no es así. Llegó al lugar con su nombre y con la ansiedad inevitable de presentarse en un mundo que no siempre está preparado: “De una u otra manera nosotras tenemos la necesidad de primero tocar base a ver si es estable y sí, mi sensei siempre fue muy respetuoso en su trato. Nunca me sentí discriminada, quizá por esa razón le tengo cariño a esta arte marcial.
“Es raro o nunca pasa que alguien llegue y diga: ‘Hola, soy una mujer cisgénero (que se identifica con el género asignado al nacer), y quiero participar aquí’. Me da ansiedad. Tenemos que estar seguras y convencidas de que no vamos a ser atacadas en cualquier momento”, añade a la conversación.

“ME TOCABAN DEL BRAZO Y ME ARDÍA LA PIEL”
En Zapata Team Puebla encontró comunidad y respeto. Allí también vivió los efectos más agudos del tratamiento de reemplazo hormonal (TRH), como la pérdida de masa muscular, el aumento de grasa y la fatiga extrema, lo cual dificultó sus entrenamientos. “Podía estar a media clase y ya no podía moverme”, asegura. De igual manera, sufrió sensibilidad extrema en la piel durante ciertos periodos del mes: “Es un deporte muy invasivo. Me tocaban del brazo y me ardía la piel”.
La atleta explica su terapia hormonal de la siguiente manera: “Puedes llegar a perder prácticamente 30 por ciento de tu masa muscular en meses y también cambia la densidad ósea. El cansancio es enorme. Antes salía a correr sin problema alguno, pero cuando inicié mi TRH a mitad de clase estaba agotada, en una sesión de hora y media. No es un tratamiento exacto. Mi endocrinóloga me dijo: ‘Toma esta dosis y te veo en tres meses, a ver qué pasa’. Es de ensayo y error. El mío es por inyecciones”.
De acuerdo con la Clínica Mayo, el TRH implica tomar fármacos para bloquear la acción de la hormona testosterona. Generalmente se suministra durante dos a cinco años, aunque en algunos casos puede llevar más tiempo. La terapia hormonal viene en varias presentaciones, cada una tiene sus ventajas y desventajas, entre ellas destacan las tabletas y parches. Hoy en día la joven está más estable, aunque experimenta algo parecido al síndrome premenstrual (SPM) por los cambios de humor, dos veces al mes.
DEL GUSTO PERSONAL AL ACTO POLÍTICO
La participación de Mazikeen en torneos fue accidental. No sabía que el jiu-jitsu tenía competencias. Pero tres meses después de empezar a entrenar, su sensei Jared Pérez Antonio, alias “El Oso”, le propuso participar. En 2021 compitió por primera vez en el Abierto de Puebla, pero en la categoría masculina, aún sin los requisitos hormonales para hacerlo en la femenina.
“En ese momento la Fundación Aja Montes trabajaba en un documento para promover la inclusión de personas trans y con discapacidad en las competencias de jiu-jitsu. Después de una videollamada, les expliqué que llevaba tres meses en TRH. Me dijeron que ya habían redactado una sección específica sobre la participación de mujeres trans, para que a su vez se la presentara a la Federación Mexicana de Jiu-Jitsu “, recuerda.
En palabras de la atleta, el documento proponía una serie de reglas que buscaban garantizar la participación justa de mujeres transgénero en el deporte. Se establecían tres criterios principales:
- Aquellas que no cumplieran con el régimen hormonal podrían competir en la categoría masculina, conservando su nombre para respetar su identidad de género.
- Las mujeres trans que hubieran iniciado su transición y proceso hormonal antes de la adolescencia podrían participar directamente en la categoría femenina.
- En el caso de mujeres trans que hubieran comenzado su transición después de la pubertad, podrían competir en la categoría femenina siempre y cuando sus niveles hormonales se mantuvieran dentro del rango establecido al menos un año antes de la competencia.
“Yo ya tenía los niveles hormonales requeridos, pero debía esperar un año para comprobar que se mantenían estables. La gente dice que intento ocultar ese episodio, pero fue un torneo sin mayor trascendencia. Me metieron una llave, giré en la dirección equivocada y terminé lesionándome el brazo”, comenta con una mezcla de ironía y desdén.

Un año después, en 2022, cumplió con todos los requisitos y presentó la documentación que acreditaba un año con niveles hormonales. Esta vez compitió en la categoría femenina, con un peso arriba de los 65 kilos, y ganó. Mazikeen fue la primera mujer trans en competir en una categoría femenina de jiu-jitsu brasileño en México. Sin embargo, no lo hizo con la intención de ser pionera. Según su testimonio, en el país ha sido la única participante transgénero en esta modalidad deportiva; “hay una compañera en Canadá que también buscó participar en esta arte marcial y lo logró”.
“Para ese año la Federación ya no avaló el torneo, así que nos dirigimos directamente con los organizadores del evento. Yo no lo hice en ese entonces por cambiar el país. Practicaba jiu-jitsu porque me gusta. Pero toda acción de una mujer trans se vuelve un acto político. Es pesado, pero a algunas nos toca forjar camino”, resalta para NW Noticias.
LA CONTROVERSIA MEDIÁTICA DESPUÉS DEL ORO: “ME DECÍAN QUE ME MURIERA”
Después de su victoria, Mazikeen accedió a una entrevista con una agencia internacional. La grabaron, fotografiaron y entrevistaron a su entrenador. Le prometieron que sería un reportaje audiovisual. Pero lo que se publicó fue una nota escrita, sin avisarle, que escaló en forma y contenido con cada medio que la replicó.
“La primera información trascendió bien, pero después no sabía si algunos medios estaban bajo la modalidad de fanáticos o haters (enemigos). Empezaron diciendo que era una competencia nacional. Luego que había ganado cinco peleas y llegué a romper brazos. Me llamaban campeona internacional, además algunos retomaron la peor foto de mí y la usaron en todos lados. Algunos individuos sostuvieron que cometí fraude para ganar una presea”, lamenta.
En realidad, la joven tuvo dos peleas, cada una de cinco minutos, antes de subir al podio en un Abierto de Puebla, en donde atletas del estado y de otras entidades compiten. Vinieron semanas de acoso, odio en redes, burlas y desinformación. Cuentas transfóbicas utilizaron sus imágenes, incluso fotos de antes de su transición, para ridiculizarla. La comunidad del jiu-jitsu, que hasta entonces había sido su refugio, también se dividió.
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“Al inicio estaba muy feliz, pero después terminó por afectarme. Entraba a los comentarios en las redes sociales y me decían que me muriera, también recibía mensajes directos de odio y mentándome la madre. Una revista de artes marciales tomó una de mis fotos del inicio de transición. Hubo memes respecto al tema”, apunta.
En esa vía, también fue invitada al programa Jiu-jitsu Al Chile, dirigido por cuatro hombres cinta negra, quienes al final llegaron a la conclusión de que las personas transgénero no deberían participar. En 2023 Mazikeen Delgado intentó inscribirse a otro torneo en la Ciudad de México, pese al debate colectivo. La respuesta fue desalentadora: “Si no hay otra chica trans, te damos tu medalla y ya”. Ella no quería solo un reconocimiento, quería competir como cualquier otra. “Pensaban que solo me importaba aparecen en los titulares”, aclara.
Por lo anterior, comenzó a bajar su rendimiento, “mentalmente estaba exhausta”. De entrenar toda la semana, empezó a ir solo tres veces, hasta que todo se redujo a un día. Hace seis meses dejó por completo el jiu- jitsu y retomó el apoyo psicológico.
TESTOSTERONA, GÉNERO Y MISOGINIA
La polémica en torno a su caso igualmente la ha llevado a reflexionar sobre la estructura de los deportes competitivos. “¿Por qué hay categorías binarias (masculina y femenina)?”.
“La discusión ni siquiera debería ser solo sobre personas trans. También afecta a mujeres cis. A muchas las obligan a bajar sus niveles de testosterona, aunque sean naturales. ¿Por qué el cuerpo de una mujer tiene que encajar en un molde para que sea válido?”.
Mazikeen ve en la estructura deportiva una violencia más amplia: “A nadie le importaba la participación de personas transgénero hasta que empezaron a ganar. A nadie le importaban los niveles hormonales de una mujer cisgénero hasta que ganaron. Eso habla de misoginia, no solo de transfobia”.
Tras la exposición y el daño emocional que enfrentó, Mazikeen espera regresar un día a practicar jiu-jitsu. Después de dos años de ejercer como arquitecta, hoy en día es reportera y activista por los derechos de la población LGBTQ+. Y como su esencia no se resume a su identidad, entre sus pasatiempos favoritos sobresale su gusto por el maquillaje audaz, artístico y expresivo con líneas de colores en los párpados y labios en tonos rojizos o fucsia.
“Me enamoré del jiu-jitsu desde la primera vez. La competencia me dio un sentido de pertenencia. Por eso duele que nos la nieguen solo por ser quienes somos”, concluye. N