Mirar a los ojos a tu perro y darle caricias puede hacer que su cerebro se sincronice con el tuyo, de acuerdo con un reciente descubrimiento de científicos de la Academia China de Ciencias.
Este tipo de sincronización de las ondas cerebrales, conocida como acoplamiento de la actividad intercerebral, se ha observado anteriormente en interacciones entre humanos y miembros de otras especies. Pero ahora se ha observado en parejas humano-perro, según un nuevo artículo publicado en la revista Advanced Science.
Esta es la primera vez que se observa la capacidad de sincronizar la actividad cerebral entre dos individuos de especies diferentes. Los autores del artículo escriben: “Este estudio es el primero en informar y caracterizar el acoplamiento de la actividad cerebral durante las interacciones entre especies. Nuestros resultados muestran que la fuerza, la dirección y las regiones cerebrales asociadas a la atención del acoplamiento de la actividad cerebral durante las interacciones entre humanos y perros son similares a las de las interacciones entre humanos”.
El perro es el mejor amigo del hombre desde hace más de 30,000 años, y se cree que su domesticación se produjo cuando ciertos lobos empezaron a interactuar con las sociedades humanas de cazadores-recolectores. A medida que los lobos se domesticaron y se convirtieron en perros se hicieron más dóciles, adiestrables y sociables y desarrollaron una mayor tolerancia a la presencia y atención humanas.
“Los perros han evolucionado para leer, comprender y responder a una amplia gama de estados emocionales y señales comunicativas humanas a través de comportamientos, expresiones faciales e incluso tonos vocales, ofreciendo un extraordinario nivel de compañía activa que no suele verse en otros animales domésticos o de compañía, como los gatos”, escriben los autores.
LA COMUNICACIÓN ENTRE UN HUMANO Y SU PERRO
“Sin embargo, se desconocen en gran medida los mecanismos del cerebro (neuronales) que subyacen a la comunicación distintiva y eficaz entre un humano y su perro”, afirman. En las parejas humano-humano, así como en parejas de ratones, murciélagos y primates no humanos, la actividad cerebral parece sincronizarse en zonas que incluyen las regiones frontal y parietal, ambas asociadas a la atención conjunta.
“Se ha demostrado que el acoplamiento neuronal intercerebral refleja la reciprocidad en las interacciones sociales, la atención conjunta y la calidad y el resultado de las interacciones sociales”, escriben los investigadores.
Utilizando electroencefalogramas inalámbricos de humanos y perros interactuando –mirándose a los ojos y acariciándose–, los investigadores descubrieron que esta sincronización también se produce entre las dos especies.
“Analizando las señales electroencefalográficas de perros y humanos, se ha descubierto que la mirada mutua y las caricias inducen una sincronización intercerebral en las regiones frontal y parietal de las [parejas] humano-perro, respectivamente”, escriben los investigadores.
Se observó que esta capacidad de sincronización de la actividad cerebral se reforzaba a medida que las parejas se familiarizaban.
“La fuerza de la sincronización aumenta con la creciente familiaridad de las [parejas] humano-perro a lo largo de cinco días, y el análisis del flujo de información sugiere que el humano es el líder mientras que el perro es el seguidor durante las interacciones humano-perro”, señalaron los expertos.
Se descubrió que esta sincronización estaba ausente si los perros estaban genéticamente mutados y presentaban rasgos de discapacidad social similares a los del autismo en humanos.
“Los perros con mutaciones en Shank3, que representan un prometedor modelo animal complementario de los trastornos del espectro autista (TEA), muestran una pérdida de acoplamiento intercerebral y una atención reducida durante las interacciones entre humanos y perros”, según el estudio.
EL CEREBRO DE UN HUMANO Y LA CONEXIÓN CON UN PERRO
Curiosamente, los efectos de esta mutación genética similar al autismo parecían invertirse si se administraba a los perros una pequeña dosis de LSD. Esto sugiere que el LSD puede desempeñar un papel a la hora de ayudar a las personas con autismo a gestionar las interacciones sociales, aunque aún queda mucho por investigar sobre este vínculo.
“Demostramos por primera vez que una dosis única de LSD rescataba el deterioro del acoplamiento interencefálico y la atención conjunta en perros mutantes Shank3, lo que sugiere que el LSD puede mejorar potencialmente los déficits sociales en el TEA, aunque el mecanismo subyacente al efecto rescatador sigue sin estar claro”, puntualizan los expertos. N