Según el gobernador del estado de Texas, Greg Abbott, gracias a que militarizó un parque en la frontera sur de Estados Unidos con México, a orillas del río Bravo, los cruces ilegales de migrantes por esa zona son mínimos. Sin embargo, ocho kilómetros al noroeste, medio centenar de personas acaba de atravesarla.
Es la mañana del domingo y una niña que no supera los diez años abriga sus manos bajo las mangas de su casaca para protegerse de la brisa helada que corre. Llora en silencio. Su hermano, un poco mayor que ella, le seca las lágrimas.
Son menores que migran sin compañía de adultos. Llegaron al borde de una carretera tras cruzar el río Grande —río Bravo en México—, frontera natural entre ambos países norteamericanos. Además de ellos, integran el grupo migrantes de Nicaragua, El Salvador, Colombia y República Dominicana.
Todo ocurre cerca del Parque Shelby, en la ciudad de Eagle Pass, una zona de 19 hectáreas que el gobernador republicano militarizó para frenar el masivo ingreso de migrantes y que se convirtió en epicentro del asunto.
El gobierno del demócrata Joe Biden demandó a Abbot por apoderarse del parque, que tiene una rampa de acceso al río, y por tender alambres de púas en parte de la ribera sin considerar que la frontera es de jurisdicción federal. Pero Abbott acusa a Biden de no actuar ante la crisis migratoria reinante y permitir una “invasión”.
“No vamos a limitarnos solo a este parque. Nos estamos expandiendo a otras áreas para asegurarnos de ampliar nuestro nivel de disuasión y rechazo a la entrada ilegal en Estados Unidos” sostuvo Abbot ante la prensa, flanqueado por 13 gobernadores conservadores que lo apoyan con recursos militares ante el gobierno federal.
ABBOTT, DE TEXAS, APOYA A TRUMP PARA LAS PRESIDENCIALES
Es un tema clave para las elecciones presidenciales de noviembre. Abbott apoya al expresidente Donald Trump (2017-2021), de fuerte discurso antimigración y claro favorito en las primarias republicanas. Biden, por su lado, busca la reelección.
El presidente anunció un acuerdo bipartidario en el Senado para aprobar una ley que permita al gobierno cerrar la frontera en caso de colapso migratorio. Pero un sector de los republicanos, estimulado por Trump, no lo apoyará. Biden acusa a Trump de convertir esta crisis “en un arma” política.
Mientras tanto, los migrantes, principalmente latinoamericanos, siguen llegando en busca de asilo y mejores condiciones de vida. Del lado estadounidense, ciudadanos conservadores viajaron hacia la frontera el último fin de semana formando un convoy autodenominado “Ejército de Dios” con el objetivo de “recuperarla”.
“Nadie quiere salir de su país, pero usted sabe la situación que estamos pasando allá los jóvenes, estamos mal, allí podemos estudiar toda la vida pero nunca vamos a ser nada. Y nos tomamos el atrevimiento de venirnos aquí, a un país ajeno”, señala Óscar Mena, un nicaragüense de 32 años, tras entregarse a la Policía de Fronteras estadounidense al resultar divisados.
Los detenidos son llevados hasta un centro de procesamiento migratorio. Algunos serán liberados dentro del país, donde en meses o años un juez definirá su pedido de asilo. Otros pueden ser deportados y los niños no acompañados terminarán en un albergue.
Mientras, en el Parque Shelby, alguna vez lugar de esparcimiento de residentes, la Guardia Nacional de Texas tomó el control portando armamento largo y usando Humvees, vehículos militares multipróposito con tracción 4×4. Además, han colocado cercas y alambrado de púas en áreas a orillas del río.
“EAGLE PASS HA SIDO INVADIDA”
En el río, ruidosos hidrodeslizadores realizan patrullas. Al otro lado, se divisan banderas mexicanas y un mural de la ciudad de Piedras Negras. A mediados de enero, la administración Biden denunció que efectivos texanos impidieron el acceso al parque a la policía de fronteras federal para rescatar a tres migrantes que se ahogaron. Texas lo negó.
Pero la Corte Suprema autorizó a la policía fronteriza cortar el alambrado. Mientras tanto, el proceso judicial sigue y Texas extiende su cercado. La discusión resucitó el debate sobre si Texas puede volver a ser un territorio independiente. De hecho, el fiscal General del estado, Ken Paxton, compartió en enero en sus redes sociales el lema “Ven y tómalo” [“Come and take it”], provocación utilizada en la guerra de la independencia texana contra México en el siglo XIX.
Abbott dijo que Eagle Pass, en Texas, ha sido invadida, algo rechazado por decenas de residentes. “Aquí tenemos abuelos o padres inmigrantes. Tenemos empatía y compasión. Somos un pueblo amigable”, sostuvo Mike García, vecino y activista.
Cree que si se redujeron los cruces se debe a un mayor control en México y no a los alambres de púas. Abbott explicó que el alambrado en la ribera se extiende por 160 kilómetros. Pero el total de la frontera estadounidense con México supera los 3,000 kilómetros y dos tercios corresponden a Texas.
“Ahora que hemos tomado el control de esta zona, durante los últimos tres días hay un promedio de apenas tres personas cruzando ilegalmente”, aseguró Abbott el domingo. Horas antes, la policía fronteriza ponía en custodia a otra decena de migrantes a metros del Parque Shelby. N