Cada fin de semana en mi trayecto al Valle de Guadalupe disfruto del majestuoso espectáculo de la carretera escénica Tij – Ensenada y sus hermosos parajes, sin embargo es muy triste y da coraje ver como por culpa de varios actores léase Gobierno, turistas, bañistas, industrias, Hoteles , Restaurantes, etc., sin misericordia, estamos vertiendo basura, residuos , aguas negras sin tratar, en nuestras magnificas playas y costas, y de paso dañándonos a nosotros mismos, pues al dañar nuestras playas, nos metemos autogol, perjudicamos a nuestra propia salud y a la industria turística, que tanto nos beneficia económicamente, y más hoy en día, dado que nuestras playas, en cualquier temporada y ante los lentísimos cruces tanto de ida como de vuelta a EU, se han convertido en un sitio idóneo para nuestra recreación. Al perjudicar nuestras playas y costas, también se daña la pesca, se inhibe el desarrollo inmobiliario turístico y aunado a esto al problema que enfrentamos de escasez de agua, tanto potable como para riego, en el estado, nos damos cuenta de que esta situación ya no puede esperar buenos deseos, sin que esto se convierta para todos, en lugar de un patrimonio, una tragedia ante la falta de planes concretos a corto plazo para resolver el estrés hídrico que padecemos, incluyendo por supuesto el tema de este artículo.
El crecimiento indiscriminado de Tijuana, el aumento del turismo local, apareado con el crecimiento de la estructura hotelera y restaurantera en la costa de Tijuana – Ensenada, pasando por el Valle de Guadalupe, más el crecimiento de la industria pegada al mar, ha provocado, entre otras cosas, como la escasez de agua, el aumento del derrame de aguas residuales sin tratar al mar , y las escasas plantas tratadoras de aguas residuales en el estado (aprox 22) funcionan cuando mucho al 30% , son insuficientes para los numerosos vertederos (muchos clandestinos), por cierto uno de los más grandes es, el localizado frente a Real del Mar, donde miles de metros cúbicos de aguas negras, sin tratar, llegan al mar, debido a que la planta de tratamiento de Punta Bandera funciona solo en un 20 por ciento, véase también el vertedero del cauce del Rio Tijuana hasta afecta las playas de nuestros vecinos de California, USA Imperial Beach y Silver Strand. A este ritmo de constante afectación a nuestras playas y costas estas se convertirán muy pronto, en lugar de un lugar de recreación y belleza, en un apocalíptico y dantesco lugar de aguas pestilentes y llenas de contaminación, destruyendo peces, y demás fauna marina, y, por si fuera poco, causantes de enfermedades al humano y obvio, todo esto será a final de cuentas en detrimento de nosotros mismos. Urge elevar la prioridad de esta situación sobre los diversos problemas y situaciones que aquejan a nuestra Baja y ya de una vez por todas lograr una acción coordinada entre los 3 niveles de gobierno , además de la industria turística , pesquera, cámaras relacionadas y el ciudadano de a pie para, para primero, concientizar a todos de la gravedad del problema y posteriormente realizar acciones concretas concertadas, a muy corto plazo, para solucionar esta penosa situación a la brevedad, después de todo es la Baja que vamos a heredar a las futuras generaciones.. N