Entre el siglo XVI y finales del siglo XIX, aproximadamente 12.5 millones de africanos fueron sacados a la fuerza de sus tierras de origen y llevados a América para ser vendidos y realizar arduas tareas. A partir de la década de 1770, cientos de afroamericanos libres y esclavos trabajaban en una forja industrial de hierro en Maryland, Estados Unidos: Catoctin Furnace. Después de 44 años, en un estudio histórico, investigadores analizaron el ADN de más de 24 personas que fueron enterradas ahí.
Docenas murieron en Catoctin Furnace y sus restos se olvidaron en gran medida hasta 1979, cuando parte del sitio lo excavaron para construir una carretera. El objetivo fue utilizar esa información de ADN para identificar a decenas de miles de descendientes vivos cuyos registros estaban en una base de datos de genética de consumidores.
Publicado en Science en agosto pasado, el estudio podría abrir las puertas para vincular los genomas de personas históricas con sus descendientes actuales, algunos directos, pero la mayoría muy lejanos.
Este enfoque podría ser especialmente importante para los afroamericanos y miembros de otras poblaciones de todo el mundo que rastrean algunos de sus ancestros hasta personas esclavizadas, dicen los investigadores.
“Cada vez que somos capaces de encontrar un antepasado esclavizado, estamos frustrando el propósito de la esclavitud, que era robarnos esa información. Este es un avance importante en la historia del uso de la genética para rastrear la ascendencia”, apunta Henry Louis Gates Jr, académico de estudios africanos y afroamericanos de la Universidad de Harvard en Cambridge, Massachusetts.
“NO ESTÁN CONTANDO LA HISTORIA DE ESTOS ESCLAVOS, LO PODEMOS HACER CON EL ADN ANTIGUO”
De acuerdo con el artículo retomado por la revista científica Nature, después de que se excavaron los restos en Catoctin Furnace se llevaron a la Institución Smithsonian en Washington. Hace aproximadamente una década, la Sociedad Histórica de Catoctin Furnace propuso aprender más sobre los afroamericanos que vivían y trabajan allí, así como identificar a los descendientes.
Sin embargo, los esfuerzos iniciales fueron en vano. Según la arqueóloga Elizabeth Comer, presidenta de la sociedad, los registros de las personas esclavas estaban bajo el título de “propiedad” y no de “personas”. Esto complicó los esfuerzos para rastrear su ascendencia.
“No están contando la historia humana de estos individuos. Y creo que eso es algo que podemos hacer con el ADN antiguo”, dice Éadaoin Harney, genetista de poblaciones.
Al final, los investigadores identificaron a casi 42,000 personas que comparten tramos de ADN con los esclavos enterrados en Catoctin Furnace. La mayoría de estas relaciones son distantes. Y probablemente son el resultado de un ancestro común que vivió muchas generaciones antes, y posiblemente no en los Estados Unidos. No obstante, también hallaron a más de 500 personas con conexiones más cercanas.
La fuerza laboral en Catoctin Furnace se convirtió principalmente en blanca después de 1850, y los registros históricos ofrecen pocos detalles sobre lo que sucedió con los trabajadores afroamericanos de la comunidad negra libre y esclavizados y sus familias. N