“Soy una mujer de resultados”, dice Claudia Sheinbaum. “No es una cuestión de género”, asegura Marcelo Ebrard. Caras de una misma moneda, ambos políticos libran una contienda maratónica por la candidatura del oficialismo de izquierda para la presidencia de México en 2024.
Ella, física y exalcaldesa de Ciudad de México de 61 años. Él, excanciller y licenciado en relaciones internacionales de 63. De ascendencia europea, recorren desde junio un México profundamente golpeado por la violencia del narcotráfico y la pobreza.
Sin grandes despliegues de seguridad durante sus giras, son los favoritos en una campaña inédita, pues aún faltan 11 meses para los comicios y casi dos para conocer al ganador (entre seis aspirantes) de una encuesta por la nominación del partido oficialista.
“¡Buena suerte, mi amor!”, lanza una simpatizante a Sheinbaum, quien podría ser la primera mujer en gobernar México, durante un mitin que reunió a unas 1,500 personas el pasado sábado en una hirviente arena de pelea de gallos en Tapachula, Chiapas.
Vistiendo zapatillas, pantalón de mezclilla y blusa indígena, la aspirante arranca con una larga lección de historia. Al estilo de Andrés Manuel López Obrador, primer presidente izquierdista de México, afirma encarnar la Cuarta Transformación en la historia del país desde la independencia en 1821.
“¿Cuál fue la tercera transformación?”, sondea, en un ejercicio con tono escolar. Respuesta: “¡La Revolución!”.
“NECESITAMOS MÁS MUJERES QUE NOS REPRESENTEN”, DICE SIMPATIZANTE DE SHEINBAUM
De abuelos lituanos y búlgaros y ascendencia judía, Sheinbaum defiende la gestión de López Obrador, cuya popularidad promedio 68 por ciento, aunque suma propuestas propias: “Hacer más universidades” y “consolidar” la seguridad social.
“No me gusta hablar mal de mis compañeros”, explica luego a la AFP sobre por qué estaría más capacitada para suceder a López Obrador. Sin embargo, “nunca fui miembro del PRI”, desliza aludiendo a Ebrard, antiguo operador político del partido que gobernó México entre 1929 y 2000.
En el auto que la conducirá posteriormente al vecino Tonalá, Sheinbaum, a quien detractores tildan de acartonada, destaca que lleva “mucho tiempo trabajando con el presidente” y es “una mujer de resultados”. Una afirmación que refrenda Claudia Martínez, seguidora que llegó en autobús desde San Cristóbal de las Casas, donde hace tres décadas se levantó en armas el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).
“Necesitamos más mujeres que nos representen”, opina Martínez.
El candidato será proclamado el 6 de septiembre. Con camisa y delantal de cocina en un mercado popular de Ixtapaluca, en el Estado de México, Ebrard también intenta capitalizar el apoyo de la poderosa base del partido Morena, amplio favorito sin importar el candidato.
“He tenido el orgullo de trabajar con el mejor presidente de México en la historia moderna”, afirma entre puestos de comida humeantes, donde prueba algunos bocados.
Vendedores y simpatizantes expresan emoción por el comentario: “¡Marcelo, Marcelo!”, vitorean al dirigente de abuelos franceses con aspecto bonachón y exalumno de la Escuela de Administración de París.
“EL TEMA NO ES DE GÉNERO, SINO DE RESULTADOS”, DICE EBRARD SOBRE SU CANDIDATURA PARA LA PRESIDENCIA DE MÉXICO
Minutos antes, en un polideportivo, su objetivo eran los jóvenes, a quienes incluso ofreció llevar a México al grupo de K-pop BTS si llega al poder. El promedio de edad de los 126 millones de mexicanos es de 29 años, por lo que Ebrard es asiduo de TikTok.
Aunque varias encuestas sobre la presidencia de México muestran una ventaja de Sheinbaum, el también exalcalde capitalino manifiesta a la AFP “reservas sobre su precisión” y remarca: “Soy la mejor opción”. Su equipo presenta otros sondeos donde él aparece arriba.
Tampoco se muestra preocupado por comentarios sobre un supuesto favoritismo del presidente hacia su rival o frases de calle como que “es el tiempo de las mujeres”.
“El tema (…) no es de género, es de capacidad y resultados”, afirma Ebrard, quien resalta tener un “perfil propio” y haberse formado en la “adversidad”, en referencia a su exilio entre 2015 y 2017 tras denuncias de corrupción desestimadas por la justicia.
Y aunque no tiene un “elemento concluyente” de que se esté favoreciendo a su contrincante, ya avisó que no tolerará una “chicanada” (trampa). Escenario que según analistas lo empujaría a dejar la contienda y buscar la presidencia por otra vía.
Ebrard “conecta mejor con los jóvenes”, señala a unos metros de él Isaac Martínez, de 23 años, quien más que entusiasmo por BTS siente que el excanciller “va a hacer las cosas igual que AMLO” (acrónimo del mandatario).
Gracias a una beca del gobierno, el joven se graduó como informático y tuvo una pasantía laboral. Algo, según él, “impensable” en el pasado. Pero aunque Ebrard no gane la candidatura, “hay que apoyar a quien quede”, matiza. N