Un medio de comunicación es un gozne tecnológico que transmite significados que se aprestan en modalidades específicas de utilización desde la emisión hasta la recepción, aunque no siempre comparte dichos significados. Una dinámica social e histórica que pone en escena nichos, dispositivos, plataformas, redes… en tecnologías de comunicación. La institucionalización de los medios de comunicación, además sus especiales formas tecnológicas mediáticas, en su línea histórica, …juglares, heraldos, impresos periódicos, diarios, noticieros en radio y televisión, cine, internet, redes sociales…, es decir, lo que hizo visibles los efectos de mediatización. Los libros, periódicos, telégrafos, medios al fin, pero con características muy distintas a lo del siglo XXI. Un pueblo mediático da lugar, sube a escena, ínstala tecnologías de comunicación y es testigo de cómo se hilvanan en el tejido social.
La ciencia y la técnica en los medios con un avance lento en antaño e instantáneo en hogaño. Un papel esencial ocupan las prensas impulsadas por Gutenberg origen de las rotativas del periodismo que mediante servomecanismos realiza impresiones de gran escala, aunado a ello la gráfica para ambientar los contenidos, la actualización de la fotografía que llenó los espacios, políticos y sociales, los deportivos y religiosos…; las ondas hertzianas son invadidas por transmisiones de imágenes fijas y en movimiento en cine y televisión y las voces de la radio; sin duda, cambios culturales que encierran a cada uno de ellos, sobre todo las transformaciones comunicativas que han producido.
El poder, el de la política, por ejemplo, ha invertido la ecuación de una sociedad mediática, la ha llevado a ser mediatizada en sus rutas cultuales, morales, éticas… Es decir, las adaptaciones que las culturas y la vida compartida han tenido en sus instituciones y sistemas sociales en los medios, ejes de los acontecimientos compartidos por vía comunicativa que engendran un sentido social. Nacimiento del discurso que contienen intenciones mediatizadas por vía de una estampa, las ideas que vislumbre y manejo simbólico, hasta el escándalo.
Noticieros, mesas temáticas de debate, debates de postulantes por el poder público, todas las modalidades han mostrado un rostro del discurso que junto a noticieros e informaciones crean opinión, y mostrado, también, torrente de descalificaciones, basureo a diestra y siniestra, que conforman las imágenes de las pantallas y aumenta vertiginosamente los auditorios. Los políticos se convierten en escandalo por vía del discurso, en el chisme se posicionan, lo hacen consientes de la estrategia de culto a su persona, interacción electoral y periodística. Por un lado, la democracia como eje del discurso; y, por otro, la simpatía ciudadana por vía de medios. Cómo modificar la realidad social versus realidad inventada por los medios, por la cartografía de las tecnologías de la comunicación y de la información que producen el imaginario cultural en que ambas realidades se hilvanan para producir un sentido de diversas maneras, genera la creencia ilocucionaria de que es lo real. Límites y rupturas se apoderan de los signos y, el discurso de los significantes, las emociones verbales y corporales, las entonaciones, silencios, imperativos sonoros…, en la sociedad red que ocupa y distribuye información y datos a 360 grados todo el tiempo, como tiempo real; queda subsumida la racionalidad de los emisores, en sus contextos sociales y de poder.
Por ejemplo, la mediatización de la política que las ideologías logran mediante lógicas de símbolos que se comparten comunicativamente. Los políticos siempre tienen una narrativa que intenta identidad en la sociedad. En el núcleo estarán siempre los medios de comunicación por ello están siempre en medio del conflicto. Se desarrollan principalmente en la cultura oral, también en el bullicio, en los recursos histriónicos, en los diseños de personalidad que especialistas les venden, muy caro, por cierto.
El proceso de mediatización corre y tiende a impedir la discusión puesto que se ubica en el capital simbólico. Pero esto no termina ahí. El gran error de las ideologías, en su afán mediatizador, es que no quieren entender que la discusión no puede quedar de lado. Toda discusión debe ser fortalecida en un afán cultural, social, político, democrático…, la clase política se cualifica y la sociedad en su conjunto se fortalece. Lo ideal es un debate racional en los medios de comunicación, ello empodera los auditorios, se facilita el poder de elegir. Las opiniones no pueden ser producto mas que de las lógicas colectivas, la opinión histórica que contribuye a una verdadera transformación democrática.
Otros experimentos de transformación por vía de decretos discursivos improvisados, emotivos…, no llegan a buen puerto. Los auditorios se componen de un conjunto de públicos diferenciados por diversas razones y de distinto tipo, que participan en el debate racional o mediatizado, cada uno de ellos tienen sus estratégicas, unos contestatarios, otros moderados, sin olvidar la complejidad y las contradicciones latentes que pueden encontrar en la lucha por el cambio en las relaciones de poder.