A pesar de la aceptación social que tiene la dieta pescetariana —la cual incluye vegetales, cereales y pescados y mariscos—, nueva evidencia sugiere que comer pescado podría ser uno de los hábitos menos éticos e insostenibles que los humanos pueden hacer, pues investigaciones han demostrado que los peces sienten dolor.
La acuicultura es la forma más grande de cultivo intensivo en el mundo, con aproximadamente 160,000 millones de peces muertos en todo el mundo cada año, en comparación con 60,000 millones de pollos, pero con muchas menos regulaciones que protegen a los peces del sufrimiento en la vida y al momento de sacrificarlos.
Investigaciones recientes sugieren fuertemente que los peces sienten dolor de manera similar a los humanos, incluso automedicándose para reducir su sufrimiento.
Si los peces sienten dolor, entonces existen enormes implicaciones éticas y problemas con los estándares actuales de bienestar de la industria pesquera comercial, incluidos los peces silvestres y de criadero, y sus prácticas de matanza no reguladas.
Después del estreno de la película de Pixar Buscando a Nemo, en 2003, cuya trama se centró en un pez payaso capturado en la naturaleza para ser vendido en el mercado de peces tropicales, las ventas de estos ejemplares se dispararon.
Apodado el “efecto Nemo”, la ironía de que una película sobre la conservación resultara en un agotamiento de los peces payaso en la naturaleza no pasó inadvertida para los conservacionistas.
¿SI LOS PECES SIENTEN DOLOR POR QUÉ LOS HUMANOS NOS CEGAMOS?
“Como pescado para agregar más variedad a una dieta vegetariana; no creo que sientan el mismo tipo de dolor que un mamífero”, expresa Sue, de 60 años, de Michigan, Estados Unidos, quien pidió usar un seudónimo por temor a las reacciones violentas tanto de los partidarios del bienestar animal como de los carnívoros. Ella ha sido pescetariana desde principios de la década de 2000, y la mayoría de su familia es vegetariana, incluso su hijo pescador.
A pesar de su pasión por el bienestar de los animales (incluso se asegura de “matar limpiamente” cualquier insecto que encuentre), Sue ingiere pescado principalmente porque le gusta el sabor, porque su esposo también lo come y porque cree que agrega más variedad a una dieta vegetariana.
Cuando se le preguntó si cree que los peces sienten dolor de manera significativa, respondió: “Lo he investigado y, como con muchas cosas, no creo que nadie sepa realmente. Personalmente, creo que sienten algo, pero no creo que sea el mismo tipo de dolor que el de un mamífero”.
Sue hace referencia a la idea de que, a diferencia de los mamíferos, los peces no se preocupan por sus crías, como su razón principal para ponerlos en otra categoría que los pollos o vacas.
“No es lo mismo un salmón que nada río arriba para morir, y pone miles y miles de huevos, que un mamífero de sangre caliente que siente dolor y emoción”, dice.
Otra razón por la que Sue come pescado es por la diversidad de su dieta, especialmente cuando se trata de comida rápida. “Puedo escuchar la estupidez y la hipocresía que sale de [mi] boca”, indica. “Pero me gusta comer comida rápida y las opciones vegetarianas no son buenas, así que elijo las opciones de pescado”.
¿DE VERDAD LOS PECES SIENTEN DOLOR?
Durante años, en grandes sectores de la población se ha aceptado generalmente que los peces sienten el dolor y las emociones de manera muy diferente a otros animales, si es que lo hacen.
Sentir dolor no solo requiere una respuesta física, sino emocional, y durante mucho tiempo se ha argumentado que los peces no tienen la capacidad suficiente para comprender el miedo, o la densidad de las fibras nerviosas apropiadas para experimentar el dolor de manera significativa.
Un estudio de 2015, titulado “Los peces no sienten dolor y su implicación para comprender el fenómeno de la conciencia”, argumentó que los peces carecen de corteza cerebral y, por lo tanto, “no pueden experimentar dolor ni miedo”.
La corteza cerebral es la parte del cerebro que se considera el área de “pensamiento”, y si se cree en esta teoría, solo los humanos y los primates tienen la capacidad de sentir “dolor emocional”, ya que son las únicas criaturas con corteza cerebral.
La capacidad de sentir dolor es una necesidad de supervivencia aguda para todos los seres sintientes, lo que nos permite responder a las indicaciones de peligro y protegernos. Si los animales no sintieran dolor o miedo, entonces es probable que se lastimaran a sí mismos constantemente, y muchas especies que vemos hoy se habrían extinguido debido a su propio comportamiento, y los peces no son diferentes.
LAS PRUEBAS DE 2002
La evidencia más convincente de que los peces sienten dolor, incluso sin corteza cerebral, fue descubierta en 2002 por la doctora Lynne Sneddon, junto con sus colegas biólogos Victoria Braithwaite y Michael Gentle. Fueron los primeros en descubrir que los peces tenían nociceptores, receptores del dolor que les dan la capacidad de sentir dolor físico y el potencial de sentir dolor emocional.
“Estos nociceptores en los peces responden a estímulos como cortar, aplastar y productos químicos, y descubrimos que los tienen en todo el cuerpo, en la cara, los labios, los ojos y las aletas”, dijo Sneddon. “También descubrimos que las respuestas al dolor eran increíblemente importantes en peces, haciéndolos comportarse de manera diferente en diversas situaciones”.
Uno de los primeros experimentos innovadores realizados por Sneddon y su equipo descubrió que los peces responden al dolor de manera similar a los seres humanos.
A las truchas arcoíris anestesiadas se les inyectó ácido acético (vinagre) justo debajo de los labios frontales, lo que resultó en comportamientos anómalos. Los peces dejaron de alimentarse de inmediato y comenzaron a frotar sus labios a lo largo del costado del tanque.
LOS PECES RESPONDEN AL DOLOR
“Fue un poco como cuando nos golpeamos el dedo del pie”, dijo Sneddon. “Al instante lo agarramos y comenzamos a frotarlo”. Los investigadores observaron que la respuesta al dolor en los peces duró aproximadamente tres horas, la misma respuesta a los mismos estímulos en los humanos, y solo después de este tiempo se reanudaron los movimientos y la alimentación normales.
Otra prueba administrada en peces cebra descubrió que no solo sienten dolor, sino que poseen la conciencia de sí mismos para elegir automedicarse y pagar un precio para aliviar su dolor.
Los peces cebra son criaturas sociales que son adversas a la luz brillante; los mantuvieron en un tanque de barón durante siete meses sin estímulos, luego los colocaron en lo que Sneddon denominó una “cámara de elección”.
Luego tenían la opción de ingresar a un tanque con luces brillantes desfavorables o un tanque sin luz más atractivo con grava, una planta falsa y la apariencia de otros peces cebra. Eligieron el tanque enriquecido seis veces seguidas.
“Luego les inyectamos un estímulo doloroso y disolvimos analgésicos en el tanque desfavorable y brillantemente iluminado”, explicó Sneddon. “Vimos que decayó la preferencia por el tanque favorable por el que tenía el analgésico, lo que demuestra que los peces no solo sintieron el dolor, sino que estaban dispuestos a hacer algo desagradable y soportar las luces brillantes para reducir el dolor”.
IMPLICACIONES ÉTICAS DE COMER PESCADO
Si estamos dispuestos a creer que los peces tienen la capacidad de sentir dolor como los animales terrestres, o incluso los humanos, entonces es necesario revisar las implicaciones de bienestar de la industria pesquera comercial y las condiciones en las que se mantienen, capturan y sacrifican los peces.
“Al igual que con otras formas de agricultura intensiva, estás negando las necesidades de los animales para aumentar la productividad y, por lo tanto, las ganancias”, dice a Newsweek el activista por los derechos de los animales y filósofo Peter Singer. Singer es autor de varios libros sobre el tema, incluido Animal Liberation: A New Ethics for Our Treatment of Animals (Liberación animal: una nueva ética para nuestro tratamiento de los animales), publicado originalmente en 1975 y reeditado en mayo pasado.
1. PECES DE CULTIVO
Los peces de piscifactoría (granjas de peces) más comunes son el salmón, la lubina, la trucha y la tilapia, y estos peces pasan toda su vida en tanques estrechos y abarrotados y son propensos a enfermedades necróticas y a la agresión de los peces más grandes.
Los salmones son peces solitarios en la naturaleza y pueden viajar más de 1,600 kilómetros en su vida para desovar y alimentarse, un instinto primario que se les niega en un tanque abarrotado.
“Hay mucha evidencia disponible de que los peces de piscifactoría están estresados y muestran un comportamiento repetitivo en estos tanques, nadando en pequeños círculos, como leones y tigres enjaulados en recintos de concreto en los zoológicos antiguos”, explica Singer.
Los peces de piscifactoría en estas condiciones son muy susceptibles a las enfermedades, casi siempre sufren de ectoparásitos como piojos de mar, que son inofensivos para los humanos, pero se comen la carne y se alimentan de la sangre de los animales.
También se observa que los peces de piscifactoría sufren quemaduras solares si sus espacios no están protegidos. Y cuando están listos para ser capturados, los succionan del tanque por un tubo largo, contra el que luchan, lo que significa que casi siempre están exhaustos y estresados cuando llegan al final.
“No sería aceptable pasar por un campo y ver una vaca cubierta de piojos”, señala Sneddon. “Son parte de nuestro paisaje estético, pero debido a que los peces están ocultos, parece que podemos pasar por alto este hecho”.
2. PECES CAPTURADOS EN LA NATURALEZA
Si bien los peces capturados en la naturaleza pueden vivir en su hábitat natural, surgen problemas con su captura y sacrificio. Hay múltiples formas de capturar peces salvajes en masa, incluidas los palangres, donde cientos o miles de peces a la vez son arponeados vivos en anzuelos para actuar como cebo para peces objetivo más grandes.
Los grandes peces objetivo luego se tragan el anzuelo y pueden estar allí durante horas mientras los pescadores capturan su cuota. Las redes de arrastre capturan cientos de animales a la vez y los arrastran rápidamente a la superficie, lo que hace que sus vejigas natatorias revienten, la misma razón por la cual un buzo debe ascender a la superficie lentamente para evitar “el mal de presión”.
3. SACRIFICIO
Uno de los temas más controvertidos con los peces comerciales es la forma en que se sacrifican. Los peces silvestres a menudo se arrojan en la superficie de los barcos y mueren bajo el peso de otros animales, por traumatismo o asfixiados, según Singer.
“Con los peces de piscifactoría, las branquias a menudo se cortan mientras el pez aún está vivo, lo que hace que el animal se asfixie dolorosamente o se desangre hasta morir, en algunos casos hasta por 40 minutos”, apunta.
“Otras técnicas incluyen la narcosis de dióxido de carbono para el salmón y la trucha, mediante la cual se bombea CO2 al agua, lo que causa daño cerebral. Y se ha observado a los peces nadar vigorosamente tratando de escapar del tanque. El CO2 hace efecto dentro de dos a cuatro minutos, pero permanecen conscientes y capaces de sentir hasta que mueren”.
Se cree que la electrocución es la forma más ética de matar peces antes de sacarlos del agua. Sin embargo, no existe ningún requisito para la regulación del sacrificio de peces en ningún país, a diferencia de las leyes estrictas para los animales terrestres. Al momento de escribir este artículo, no existen estándares de bienestar para los billones de peces capturados en la naturaleza cada año.
Existen organizaciones que buscan promover técnicas de pesca sostenibles y éticas. Sin embargo, tienden a centrarse principalmente en la sostenibilidad y la salud de los océanos, en lugar del bienestar de los peces individuales una vez capturados.
El Marine Stewardship Council, una organización sin fines de lucro, por ejemplo, tiene como objetivo utilizar un programa de certificación de pesca y etiqueta ecológica para reconocer las prácticas de pesca sostenible.
¿CÓMO COMER PESCADO DE MANERA MÁS ÉTICA?
Parecería que todos los peces, a menos que tú mismo los atrapes y los mates rápidamente, probablemente habrán sufrido en el camino a tu plato, ya sea en la vida o en la muerte. Hasta que la legislación para proteger a los peces sea tan completa como con la de los animales terrestres destinados a la alimentación, seguirá siendo una fuente de alimento controvertida.
“No hay una forma ética de comer pescado en este momento”, argumenta Singer, quien también destaca el sufrimiento de los peces vivos en los restaurantes, incluida una receta para una popular sopa del sur de Asia con lochas, peces a los que se les echa sal viva para purgarlos. En muchos videos de amantes de la comida en YouTube se puede ver al pez retorciéndose por el dolor aparente antes de ser hervido vivo.
Pensar en tu huella de carbono puede ayudarte a asegurarte de comer pescado más sostenible, según Sneddon. “Trata de comer pescado local”, dice. “Y piensa en las especies que estás comiendo. Algunas pesquerías tienen esquemas de certificación que las etiquetan como sostenibles o más respetuosas con el medioambiente, así que busca estas, y puedes averiguar si la pesquería utiliza la práctica de aturdimiento para matar a los animales”.
Peter Singer sugiere comer más carpa, un pez principalmente herbívoro que puede prosperar mejor en ambientes de granja, pero añade que hasta que los peces puedan crecer de manera asequible a nivel celular, todavía habrá dolor y sufrimiento.
Sneddon y Singer están de acuerdo en que, a pesar de la opinión popular, en realidad es menos ético comer pescado que otras proteínas debido a su misma capacidad para sentir dolor y al sufrimiento desproporcionado que experimentan en una industria regulada de manera desigual.
Sabemos que los peces sienten dolor, y no es necesario buscar mucho para descubrir el lado oscuro de la industria pesquera. Simplemente, se reduce a si te preocupas por el bienestar de los animales, y si eso incluye a los peces. N
(Publicado en cooperación con Newsweek. Published in cooperation with Newsweek)