Aunque disminuye el comportamiento delictivo registrado, la percepción de seguridad parece no prosperar, y eso explica parcialmente que el tema continúe como prioridad ciudadana nacional.
El desempeño de los gabinetes de seguridad por entidad y municipio es profundamente desigual, como son los desafíos y liderazgos. Reducir la distancia entre la seguridad real y la percibida y alinearle en el mismo sentido es uno de los retos más difíciles.
En cinco años, la Ciudad de México ha logrado que la realidad de la incidencia delictiva se alinee con la sensación de seguridad de las personas. Los datos sistematizados por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública desde 2015 indican que los delitos de alto impacto disminuyeron 55.6 por ciento entre el primer cuatrimestre de 2018 y el mismo periodo de este año.
La más reciente Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU) del Inegi señala que la percepción de seguridad mejoró 35.2 puntos porcentuales entre el primer trimestre de 2018 y el de este año.
La brecha entre estadísticas y percepción se acorta y no es sencillo. Tan solo en Inglaterra les llevó 24 años mejorar en 25.9 puntos porcentuales la percepción de inseguridad.
En Perceptions of security: How our brains can fool us, Adája Stoetman apunta que la distancia entre la seguridad objetiva o de la realidad y la seguridad subjetiva o la percepción es resultado de compensaciones intuitivas. Aunque las personas crean ser buenas para hacer estimaciones de seguridad, suelen equivocarse.
SEGURIDAD: REALIDAD Y SENTIMIENTO
Pueden realizar un mal cálculo sobre la gravedad o probabilidad del hecho delictivo, magnitud de costos, la eficacia de las estrategias institucionales para mitigar o erradicar la actividad delictiva.
Una encuesta presentada el 23 de mayo por El Universal ubica a la seguridad, la manera de gobernar y la economía como lo peor que ha hecho el presidente, y un estudio de El Financieroapunta que el 59 por ciento califica el desempeño en seguridad como mal o muy mal.
La seguridad es tanto realidad como sentimiento. La primera es matemática, basada en mediciones de delitos denunciados. El sentimiento se basa en reacciones psicológicas tanto a los riesgos como a las estrategias, y puede estar condicionado incluso por valoraciones políticas que impiden reconocer avances en la contención y disminución de los delitos.
La política de seguridad impulsada en la CDMX por la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum Pardo, basada en cuatro ejes —atención a las causas, más y mejor policía, inteligencia policial y coordinación institucional— revela resultados estadísticos sólidos y que se profundizan.
En tasa de delitos por cada 100,000 habitantes es la cuarta de las seis entidades más pobladas, con 309. Por arriba están el Estado de México con 527; Jalisco, con 336, y Puebla, con 332. Debajo se ubican Guanajuato con 227 y Veracruz con 173.
UN PANORAMA DIFERENTE
Las condiciones en que se recibió la seguridad pública implicaban una tarea difícil. En 2018, nueve de cada diez habitantes vivía con miedo a ser víctima de la delincuencia. Ahora el panorama es diametralmente opuesto.
La recuperación de la confianza se aprecia, por ejemplo, en actividades que las personas han retomado. Entre 2018 y este año hay una mejoría de 16.4 puntos porcentuales en quienes salen a caminar de noche alrededor de su vivienda. Según la ENSU, hace cinco años solo una de cada tres personas realizaba esta actividad, ahora lo hace la una de cada dos.
El estudio Combating Crime in Latin America and the Caribbean: What Public Policies Do Citizens Want?, publicado en 2021, concluye que la falta de confianza afecta la disponibilidad y voluntad ciudadana a colaborar con las autoridades a partir de la denuncia.
Esa menor probabilidad de reportar un delito impide obtener información puntual sobre la forma de operar de la delincuencia y, por tanto, dificulta el diseño de estrategias policiales pertinentes.
Aumentar la confianza para la denuncia y que ello forme parte de un ciclo de aumento de seguridad y combate a la impunidad requiere mucho esfuerzo. En la CDMX, realidad y percepción se alinearon. La brecha se cierra. N
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Salvador Guerrero Chiprés es doctor en Teoría Política por la Universidad de Essex, Inglaterra, y presidente del Consejo Ciudadano. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad del autor.