De pie en la gélida costa del lago Superior, con el hielo derretido que brilla bajo el sol del norte del estado de Minnesota, Christina Welch recuerda lo que la llevó a cambiar los templados viñedos del norte de California, en el oeste estadounidense, por la helada ciudad de Duluth.
En 2017, un incendio forestal se acercó peligrosamente a su vecindario en el condado de Sonoma. Luego, dos años más tarde, mientras visitaba Duluth por consejo de un colega, otro incendio obligó a sus padres a evacuar su casa. Esa “fue la gota que colmó el vaso”, declaró a la AFP Welch, de 40 años.
Duluth, en el extremo norte de Estados Unidos, es conocida por sus inviernos extremadamente fríos y nevados, impulsados por los poderosos vientos que soplan desde el lago Superior. Pero a pesar de su duro entorno, esta ciudad de 86,000 habitantes está comenzando a hacerse un nombre como una especie de refugio para aquellos que huyen de los efectos del cambio climático.
Los incendios forestales, que según los científicos se han vuelto más frecuentes y poderosos en todo el mundo debido al cambio climático, también convencieron a John Jenkins de cambiar las doradas playas de California por las costas heladas de Duluth.
“El aire huele a más limpio. El agua es una de las mejores del mundo. Es muy limpia, prístina, es hermosa”, subraya Jenkins, de 38 años, a la AFP dentro del restaurante que compró en esta urbe y que renovó.
Incluso en los días de invierno que caen por debajo de los -29 grados Celsius, Welch y Jenkins no se arrepienten de sus decisiones. Y la familia de Jenkins solo ha crecido. Desde que se mudó aquí con su esposa, ha tenido dos hijos y varios miembros de la familia se han unido a ellos.
LOS MIGRANTES CLIMÁTICOS
En todo el mundo, el cambio climático desplaza a miles de personas de forma involuntaria. Pero Jenkins y Welch también podrían considerarse “migrantes climáticos”.
Son parte de un grupo pequeño, pero potencialmente creciente de personas para quienes el cambio climático, junto con factores tradicionales como la calidad de vida, las oportunidades laborales y los precios de la vivienda, están influyendo en el lugar donde se establecen.
Jesse Keenan, profesor asociado de bienes raíces sostenibles en la Universidad de Tulane, es responsable de gran parte del alboroto que rodea a Duluth en estos días.
Especialista en urbanismo y adaptación climática, Keenan empezó hace algunos años dónde querrían vivir los estadounidenses preocupados por el clima. Así, identificó varias ciudades, incluidas Buffalo, en el norte del estado de Nueva York y Detroit, en Michigan.
Pero Duluth, una ciudad históricamente industrial con muchas viviendas baratas y de alta calidad, se ha beneficiado “de muchos años de inversión del estado de Minnesota. Esto para tratar de promover una economía sostenible”, explicó.
Las orillas del lago Superior ofrecen otra ventaja.”El agua dulce es el nuevo petróleo”, según Keenan. Hasta ahora, muchos residentes parecen dispuestos a tener más vecinos, si los recién llegados pueden adaptarse.
“Creo que es maravilloso, pero tendrían que acostumbrarse al hecho de que hace frío casi todo el tiempo por aquí”, sostiene Lezlie Oachs, una jubilada de 65 años.
“DULUTH ES UN LUGAR PARA OPTIMISTAS DEL MEDIOAMBIENTE”
Las autoridades locales han adoptado un tono notablemente diferente sobre la creciente popularidad de la ciudad. “Parece que todavía nos estamos poniendo nuestras máscaras de oxígeno. No estamos listos para ayudar al pasajero que está a nuestro lado y, sin embargo, el clima nos llama a hacer eso. Y eso es mucho”, expresó a modo de ejemplo.
Además, Larson, considera algo “depredador” ejecutar una “estrategia de marketing” basada en los cambios climáticos en California o en otros lugares diciendo: “Lo siento mucho, pero puedes venir aquí porque es más fresco junto al lago”.
Keenan argumenta que esta es la forma incorrecta de ver las cosas. “La gente va a venir de una forma u otra, sin importar lo que hagas”, señaló. La oficina de Larson se negó a hablar con AFP.
El desafío que enfrenta Duluth “es bastante simple” y hay dos opciones, según Keenan. El primero es que la ciudad puede “promover el desarrollo urbano sostenible”, con las inversiones en vivienda y transporte que requiere. El segundo tiene que ver con el crecimiento querido o forzado.
“Se desarrollará de manera tradicional, con una expansión dependiente del automóvil y los residentes más pobres acabarán siendo excluidos en una especie de gentrificación climática”.
Duluth es un lugar para “optimistas climáticos”, personas que “creen que podemos hacer esto, que podemos descarbonizar el mundo”. Pero incluso el experto tiene sus preocupaciones.
“Es una parte hermosa del país. Y tiene un dominio ecológico muy sensible”, subraya Keenan, quien sin embargo alerta: una Duluth en auge, “si no se hace bien, podría empeorar las cosas”. N