El futuro se convirtió en presente y sin duda; la tecnología, las exigencias culturales, las características de la sociedad y los estilos de vida; han creado nuevas necesidades y formas de hacer las cosas.
¿Qué hacer ante las exigencias del mundo laboral? ¿Qué metodologías educativas son las adecuadas para lograr que nuestros niños y jóvenes sean competentes a fin de generar impacto en su vida personal y profesional? ¿Es cierto que la inteligencia artificial nos ha rebasado a tal punto en el que el ser humano deja de ser necesario en diversos escenarios?
Para responder a estas cuestiones, vale la pena retomar 3 premisas imprescindibles a favor del desarrollo de la humanidad:
(1) Todo ser humano es inherentemente social, y por ello requiere ser y estar con el otro. La UNESCO menciona desde hace ya varias décadas que los pilares de la educación (saber conceptual, procedimental y actitudinal); hoy reiteramos la importancia de líderes educativos con visión integral capaces de desarrollar no solo escenarios para transferir el aprendizaje, mejor aún escenarios y experiencias de aprendizaje que fomenten la potencialización del ser humano en cada una de sus esferas y respetando su ser único e irrepetible, dentro de una sociedad.
(2) El World Economic Forum reitera la importancia del desarrollo de softskills, tales como el pensamiento crítico y creativo, la resolución de problemas, la toma de decisiones, escucha activa, trabajo colaborativo e interdisciplinar, entre muchos otros. ¿Por qué? Por que se vive en la sociedad del conocimiento; y por tanto, lo que se exige del ser humano es saber qué hacer con dicho conocimiento, cómo aplicar, cómo desarrollarlo y cómo lograr el bien actuar con dicho conocimiento obtenido. Para esto, se requiere postura, convicción, visión y conocimiento de causa. Así como la interdisciplinariedad, las metodologías activas, el autoconcepto, el lograr actuar con pertinencia teniendo conocimiento de causa del contexto en el que nos encontramos inmersos, será imprescindible.
(3) Finalmente, vale la pena no perder de vista que detrás de cada desarrollo tecnológico, avance teórico, nuevos productos y servicios que van surgiendo; se encuentra una interdisciplinariedad de talentos que con la dirección adecuada, logra ofrecer un avance en la sociedad que implique tener al ser humano como centro, su perfeccionamiento como fin último; y por ende, todo lo de su alrededor como medios, nunca como fines.
Sin más, el ser humano es co-creador, es autor de todo aquello que a través de la movilización de sus talentos, la interacción con otros y la intervención educativa pertinente; genera nuevas posibilidades, nuevas estrategias, herramientas, soluciones. El norte de cada acción es velar por la dignidad de la persona, su bien mayor y el bien común de la sociedad. Manteniendo dicha orientación, independientemente de la marea, la llegada a buen puerto, será segura.