Cada 2 de febrero se celebra el Día Mundial de los Humedales, una conmemoración que forma parte de los acuerdos establecidos en 1975 en la Convención Intergubernamental Ramsar para la protección de los humedales y que tiene como objetivo divulgar su importancia para la conservación de la biodiversidad.
De acuerdo con esa Convención, un humedal corresponde a “las extensiones de marismas, pantanos y turberas, o superficies cubiertas de aguas, sean estas de régimen natural o artificial, permanentes o temporales, estancadas o corrientes, dulces, salobres o saladas, incluidas las extensiones de agua marina cuya profundidad en marea baja no exceda de seis metros”.
Asimismo, son aquellas “zonas ribereñas o costeras adyacentes, así como las islas o extensiones de agua marina de una profundidad superior a los seis metros en marea baja, cuando se encuentren dentro del humedal”.
Así, por sus características geológicas, los humedales pueden ser marinos (como las lagunas costeras y arrecifes de coral), estuarinos (como los manglares), lacustres (lagos), ribereños (asociados a ríos y arroyos) o palustres (pantanos y ciénegas).
PARA QUÉ SIRVEN LOS HUMEDALES
Los humedales son de gran importancia por los servicios ecosistémicos que brindan a la sociedad, como la producción de materia prima, protección costera (de huracanes, erosión del suelo), pesquerías, turismo, recreación, identidad cultural y promoción de la educación e investigación científica.
También tienen un papel importante en muchos procesos biogeoquímicos al participar en el intercambio de gases (como el dióxido de carbono o el metano), así como en la importación y exportación de energía en forma de carbono orgánico y nutrientes (como el nitrógeno, fósforo, magnesio, entre otros) desde la tierra al mar.
Sin embargo, estos ecosistemas se han visto reducidos gradual o abruptamente en términos de estado de salud y de extensión (por el desarrollo urbano, descarga de contaminantes, pérdida de biodiversidad, entre otros).
Y es que son muy sensibles a modificaciones físicas y químicas como son el bloqueo de las bocas que las conectan con el océano, la deforestación, erosión costera, dragados, cambios de uso de suelo y cambios en parámetros físico-químicos (pH, temperatura, salinidad).
Asimismo, son sensibles ante la presencia de metales pesados y otros contaminantes orgánicos persistentes. Al sumar a estos factores la presencia de materiales plásticos tanto en los cuerpos de agua como en los sedimentos de los humedales, la problemática a enfrentar es aún mayor.
CONTAMINACIÓN POR PLÁSTICOS
Desde 1950, el incremento en la producción de plástico ha sido muy notorio, tanto así que en los últimos 26 años se calculó un aumento de 13.6 por ciento. En fechas más recientes y derivado de la contingencia sanitaria por la pandemia del coronavirus SARS-CoV-2, la presencia de insumos plásticos (cubrebocas, lentes, caretas, guantes) aumentó de manera significativa y se han vuelto parte del paisaje cotidiano tanto en calles como en contenedores de basura.
La frase “vivimos en la era del plástico” es cada vez más frecuente y menos errónea. Actualmente, la gran mayoría de los objetos que nos rodean contienen en su composición parte de estos materiales, usados comúnmente por su bajo costo, resistencia, maleabilidad y peso normalmente ligero.
Pero ¿qué son los plásticos? Estos materiales, en su mayoría derivados del petróleo, están hechos a base de monómeros y polímeros mezclados con diferentes aditivos, siendo estas mismas combinaciones las que le dan propiedades específicas.
UN MUNDO INVADIDO DE PLÁSTICO
Entre los aditivos más comunes se encuentran el bisfenol-A (BPA), que es empleado como revestimiento protector de plásticos; los éteres de polibromodifenilo (PBDE) y el hexabromociclododecano, estos dos últimos usados como retardadores de llamas.
A escala global, los materiales plásticos más producidos son el PE (polietileno), el PP (polipropileno), el PVC (policloruro de vinilo), el PS (poliestireno) y el PET (polietileno tereftalato). Todos estos, al ser arrojados al medioambiente, comienzan a fragmentarse progresivamente debido a la oxidación, la temperatura y la radiación solar, sin degradarse en su totalidad, por lo que el proceso de “descomposición” será más lento en objetos plásticos que se encuentran enterrados o sumergidos.
Aun cuando el uso de materiales plásticos no es reciente, sí lo es la preocupación por tomar medidas emergentes para la solución de este problema, dado que ya se conoce el impacto que provocan sus fragmentos (microplásticos) en el ambiente.
MICROPLÁSTICOS Y SUS CONSECUENCIAS
Los microplásticos son partículas derivadas de objetos plásticos que cuando se fragmentan por erosión adquieren tamaños de 1 a 5 mm. Estas pequeñas partículas se pueden clasificar según su tamaño y pueden derivarse de la fragmentación de plásticos mayores (microplásticos secundarios), o bien, fabricarse directamente como tales (microplásticos primarios), por lo que su impacto en el ambiente varía en función de su composición y tamaño.
Dados su tamaño y densidad, son fácilmente transportados por el viento y escorrentía de lluvia, pero debido su composición química fácilmente pueden absorber y acumular elementos tóxicos (mercurio, plomo) a través de su paso por distintos ambientes.
Además, estas estructuras se depositan y sedimentan en distintos ecosistemas, siendo capaces de modificar su estructura, capacidad de aireación, retención de agua, e incluso, materiales como el poliestireno expandido (unicel) pueden aumentar la temperatura del medio en que se encuentren al contener el calor.
Los materiales plásticos fabricados de PVC, PE y PS más demandados son los juguetes para niños y mascotas. Se estima que su persistencia en el ambiente es de 100 a 400 años, por lo que su mal manejo ha conllevado a que se incremente la contaminación a nivel global, siendo los ecosistemas acuáticos costeros y oceánicos los más afectados.
Por ejemplo, en los sedimentos de manglares en el estero de Urías, Mazatlán, Sinaloa, así como en la Reserva de la Biósfera Marismas Nacionales, en Nayarit, se han hallado juguetes de plástico. ¿Cuánto tiempo ha pasado desde que quizá la corriente de los ríos los depositó en estos ecosistemas?
SE INGIEREN DE MANERA DIRECTA O INDIRECTA
En muchos casos, estos objetos de plástico quizá ya no conserven su forma original, sino que con el transcurso del tiempo se han incorporado a los ecosistemas terrestres y marinos como microplásticos.
Dadas las dimensiones que presentan, no es sorpresa que se encuentren en todos los ambientes y que pueden ser ingeridos de manera indirecta por organismos carnívoros que consumen presas contaminadas. O directamente, como es el caso de los filtradores (almejas, ostiones, mejillones, sardinas, anchovetas, entre otros). Y, por tanto, al llegar a nuestra mesa también los ingerimos.
Es tan grande la cantidad de productos plásticos que usamos a diario y la interacción constante con ellos para prácticamente todas nuestras actividades, que investigadores asumen que pudieran encontrarse en nuestro organismo, ya que han observado microplásticos en alimentos como la miel, sal de mar, agua de la llave e incluso en la cerveza. La vía de eliminación de aquellos de nuestro cuerpo podría ocurrir a través de la orina, lo que se reportó en bioensayos realizados en ratones.
La forma en que estas micropartículas pudieran ingresar en el cuerpo es a través de inhalación, contacto dérmico con productos elaborados con estos materiales, o bien, ingiriendo alimentos que los contengan. Y sus efectos pueden ser desde lesiones inflamatorias y adherencia de los microplásticos en la mucosa gástrica, hasta su distribución hacia diferentes partes del organismo.
MICROPLÁSTICOS EN ECOSISTEMAS ACUÁTICOS
Son muy conocidos los beneficios que brindan los humedales a la biodiversidad y humanidad en general. Y también se entiende la relevancia que han adquirido los plásticos y su impacto en los ecosistemas debido a su uso desmedido; sin embargo, aún falta más investigación sobre este tema.
De acuerdo con algunos estudios, en el litoral del Pacífico mexicano se han encontrado microplásticos en muestras de sedimento y agua superficial en la Bahía de Todos Santos, Baja California Sur. Asimismo, en zonas arrecifales de Áreas Naturales Protegidas en el Golfo de California. Los componentes más comunes encontrados fueron el PL, PET, PP, celofán y, por supuesto, las fibras. El desarrollo turístico en esos sitios podrían ser la principal fuente de contaminación.
En los ecosistemas oceánico-costeros, los residuos plásticos pueden afectar tanto al hábitat como a la biota, entre las que se pueden encontrar aves, tortugas, peces y mamíferos. Por ello, es importante comprender los mecanismos de acción, las vías o actividades de contaminación y los efectos tóxicos de los microplásticos en el ambiente, ya que serán relevantes tanto para la conservación de los ecosistemas como para la salud de los organismos y de los consumidores que por cadena trófica pueden afectarse.
En la segunda parte de esta investigación se comentará el caso del estero de Urías, un humedal urbano en Mazatlán, Sinaloa, que al igual que muchos otros en el país, registra problemas de contaminación notorios. N
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Los autores de este artículo son investigadores y especialistas medioambientales. Los autores agradecen el apoyo financiero derivado del proyecto PROFAPI 2022 clave PRO_A1_006, así como al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, por otorgar la beca número 813773 a Victoria Sabrina Pérez Hernández para realizar la tesis doctoral.