Las lluvias récord que ya dejaron casi medio centenar de muertos en el sureste de Brasil suponen el último fenómeno extremo causado por el calentamiento global, que exige políticas públicas de mitigación y reordenamiento urbano, señala una experta climática.
Más de 680 milímetros de lluvia cayeron en 24 horas el pasado fin de semana en Sao Sebastiao, un balneario en el estado de Sao Paulo, entre el mar y la sierra, donde se hallaron la mayoría de las víctimas.
Las precipitaciones provocaron ríos de lodo que arrasaron viviendas precarias construidas en las laderas de esta zona costera, a 200 kilómetros de la ciudad de Sao Paulo. Llovió más del doble de lo esperado para todo el mes, marcando el mayor volumen acumulado en la historia de Brasil, según las autoridades.
La cifra es superior a la del temporal que azotó en 2022 la ciudad de Petrópolis, al norte de Río de Janeiro, con 534 milímetros en 24 horas y un saldo de 241 muertos.
Francis Lacerda, investigadora del Laboratorio de Cambio Climático del Instituto Agronómico de Pernambuco (noreste), explica las causas de este fenómeno.
—¿Por qué Brasil experimenta temporales devastadores cada vez más frecuentes?—pregunta la AFP.
—Es una consecuencia del calentamiento global, que ha generado más eventos extremos en Brasil, así como en Sudamérica y en todo el planeta.
DISMINUCIÓN DEL VOLUMEN DE LLUVIAS EN BRASIL
En el sureste, centroeste, norte y noreste de Brasil en los últimos 30 o 40 años hay una disminución del volumen total de lluvia al tiempo que aumentan estos episodios extremos.
Una gran cantidad de calor de los gases de efecto invernadero se almacena en los océanos, lo que altera las corrientes marinas. Eso provoca una alteración en la distribución del calor de los polos al Ecuador y la atmósfera responde causando eventos extremos. El total de precipitaciones ha disminuido. Sin embargo, su distribución se ha hecho más intensa, o sea que a veces la cantidad de lluvia prevista para un año entero cae en unas horas”.
—¿Puede suceder en cualquier lugar del país?—cuestiona la agencia.
—Sí, aunque las áreas montañosas tienen un grado de vulnerabilidad mayor. En el litoral paulista el fenómeno fue intensificado por la sierra y el paso de un frente frío con vientos marítimos más intensos. Pero una lluvia así puede ocurrir también en un litoral sin montaña.
“Es una tragedia anunciada. Un día antes los modelos (meteorológicos) empezaron a percibir que había una gran probabilidad de que ocurriera un fenómeno como ese. Es posible dar suficiente información a Defensa Civil para que pueda evacuar esas áreas y salvar esas vidas. Además de eso, los municipios, estados y el gobierno federal no están preparados para el cambio climático. Es necesario tener planes de adaptación y mitigación”.
—En Brasil 9.5 millones de personas viven en áreas de riesgo por deslizamientos o inundaciones, según cifras oficiales. ¿Cómo se ataca ese problema?
—Debido a la especulación inmobiliaria, las personas pobres de la periferia son prácticamente empujadas para esas áreas de riesgo y no tienen alternativas. Se deben hacer esfuerzos, no es solo “sacar a la población de ahí”. Hay que mirar las ciudades en vistas a una reformulación de las políticas públicas urbanas. Se pueden hacer muchas cosas y una de ellas es sanar el déficit habitacional. N