El pasado 15 de febrero 2023 en la Universidad Panamericana Campus Aguascalientes, se celebró un conversatorio relativo a los Lineamientos que el Tribual Electoral del Estado (TEEA) que determinó: “Lineamiento que regula la disculpa pública ordenada por el Tribunal Electoral del Estado de Aguascalientes, que se deba ofrecer a las víctimas de violencia política contra las mujeres en razón de género.”, a cargo de la consejera electoral Norma Irene de la Cruz. Sin duda, una vanguardia en el ámbito ético del reconocimiento de errores, delitos, ofensas… Inédito instrumento jurídico de reivindicación a las víctimas.
El TEEA no se refirió a un escueto acto de pedir perdón estilo judeocristiano, sino en valores que subyace en el reconocimiento de la Otredad; daños provocados impulsan la voluntad de una calidad ética de convivencia, el epicentro de una convivencia humana, empática, solidaria…, que no anide ni rencores, ni odios, sino atención de conflictos.
Una manera adecuada para que una disculpa tenga los efectos morales y éticos es, sin duda, la manera como se realice el intercambio del poder con la vergüenza en la que disculpa se sustente desde el yo interior. Con ello el ofendido es estimulado para disculpar. Una compensación por el cual el arreglo deja satisfechas a las partes. La disculpa establece, restituye, redime, rehabilita… las relaciones, un acto de interacción de personas. Quien recibe la disculpa queda curado, es reconocido por el ofensor. La disculpa entraña responsabilidad. La ruta es sencilla, demanda voluntad, virtud, amor por el prójimo; opera con el reconocimiento de la ofensa; posibilita la descripción del daño; asume responsabilidad y repara el daño.
En la cultura occidental es de marcado escolasticismo para una persona solicitar disculpas, le genera incomodidad, miedo, humillación…; le produce una sensación de desmerecer. Disculparse aún conserva la idea que no se tiene la verdad, que algo pasó que los demás no entienden, pero sin asumir culpabilidad. Es el caso de no discriminar los actos por omisión o por comisión. El Laberinto de la soledad da espacio en su escena a un ser que no ofende ni incomoda…, simplemente es el chido, la neta, el que manda…
Una actitud de saber transmitir opiniones, sentimientos, intereses y necesidades de manera oportuna, correcta y eficaz, sin duda, consiste en admitir tropezones, faltas, en consecuencia, presentar excusas, ¡un salto cualitativo en la cultura! Es el tiempo preciso de mejorar. La oportunidad para que el carácter dé vista a la ética con el propósito de cambiar de maneras. Un cambio de actitud en una nueva mentalidad. Es el tiempo de renacer en un ente virtuoso que dé vida a un ser capaz de presentar excusas y al propio tiempo modificar su conducta.
Disculparse no es un acto unidireccional, la disculpa está formada por diálogos de comprensión, no de apologías sobre el motivo y consecuentes en los interlocutores. Una disculpa pública es consistente con una actitud dialógica que presente significados que propicien una vida compartida deseable. La vivencia, como decía Ortega y Gasset, es darse cuenta de que algo ocurre, racionalmente saber que se comete un error, una acción no adecuada. Disculparse exige la asistencia del “Otro”, así las disculpas serán justas, su posibilidad dependerá de la relación disculpa – interlocutor.
Cometer un mal nos liga a ese mal en el orden de lo sucesivo, nunca es posible dominar el tiempo, por una razón simple que nos dejó Heidegger, porque el SER es el TIEMPO. Dicho de otra manera, las acciones conllevan una irreversibilidad entre el ahora-ya-no-ser y la posibilidad de haber-sido. La petición de una disculpa es condición necesaria para concederla. Es inconmovible el acto presencial de víctima y victimario, porque no se trata de una reconciliación. El Tribunal Electoral del Estado, nos ha demostrado que la disculpa pública ya está institucionalizada. Traza una avenida amplia y clara para un culpable con dignidad.
La disculpa pública es una medida sensible, tiene una unidad simbólica que reconoce injusticias y dignidad de las víctimas. El Estado debe estar presente, es una responsabilidad la prevención de las violaciones. El paso que ha dado el Tribunal Electoral es la cartografía de nuevas curvas de nivel en la relación con el Estado. El reconocimiento público se nutre de las causas sociales y políticas, su valor estriba en que la autoridad que participó acepta y pide disculpas por los hechos deplorables en que incurrieron los funcionarios públicos involucrados. La disculpa pública es una muestra de que las autoridades deben estar al servicio de la ciudadanía, y también es el primer paso para instaurar una comunicación franca y efectiva entre la autoridad y la sociedad. Es muestra del respeto irrestricto a los derechos humanos.
Felicidades a la Magistrada Llamas Hernández, al Magistrade Baena Saucedo, al Magistrado presidente Hernández Gallegos. Un acto Jurídico-Ético que beneficia la calidad de la vida compartida.