Es muy desconcertante ver a un ser vivo sin cabeza. Pero en Estados Unidos, en la década de 1940, la gente no se cansaba de esto. “Miracle Mike”, el pollo sin cabeza, fue una sensación nacional y recorrió el país durante 18 meses hasta que se asfixió con su propia mucosidad en 1947.
En 2018 se informó de un pollo similar asombroso sin cabeza en Tailandia, y en 2021 a un chef lo mordió la cabeza de una serpiente sin cuerpo. La pregunta es: ¿podría un humano lograr esta hazaña que desafía a la muerte?
A lo largo de la historia, la decapitación se ha considerado una de las formas de ejecución más infalibles. Durante la Revolución Francesa, solo una de las 10,000 personas que pasaron por la guillotina recibió una ejecución “imperfecta”, según John Wilson Croker en su libro de ensayos sobre el periodo inicial de dicho movimiento.
Pero, infalibles o no, numerosos informes históricos indican signos aparentes de vida provenientes de estas cabezas incorpóreas. Por ejemplo, la segunda esposa del rey Enrique VIII, Ana Bolena, supuestamente trató de hablar después de que le cortaran la cabeza. En 1905, el médico Dr. Gabriel Beaurieux estudió la cabeza sin cuerpo de un criminal llamado Henri Languille e informó que los ojos del cadáver se abrieron de golpe y se crisparon.
EL MOMENTO DE LA MUERTE
“La muerte en sí misma no está muy bien definida”, dice a Newsweek el neurocientífico Ajmal Zemmar, de la Universidad de Louisville. “Siempre pensamos en el ‘momento de la muerte’ como el momento en el que el corazón deja de latir. En las películas de Hollywood, escuchamos este sonido parpadeante de la onda del corazón, y cuando eso se apaga, significa que la persona está muerta. Pero, ¿realmente es cierto esto?”.
En un estudio publicado en febrero de 2022, Zemmar y sus colegas registraron la actividad de un cerebro moribundo antes y después de este punto de muerte clínica. “Treinta segundos después de que el corazón dejó de latir, las ondas cerebrales continuaron”, dice. “Eso plantea la pregunta ‘¿cuándo morimos realmente?'”.
Se han realizado experimentos similares en monos, que exhiben actividad cerebral hasta dos horas después de que el corazón se detiene. Pero, ¿esta actividad cerebral es realmente indicativa de conciencia?
“No podemos preguntarle a una persona muerta, por lo que la única forma en que podemos investigar esta actividad es grabando su cerebro”, indica Zemmar. “Entonces podemos correlacionar esta actividad con las experiencias de las personas que han sobrevivido a experiencias cercanas a la muerte… Curiosamente, lo que estas personas nos dicen es consistentemente igual: que tenían un recuerdo de la vida”.
OSCILACIONES GAMMA
Cuando un ser humano saludable ve fotos de momentos clave de la vida, como el primer día de clases o el nacimiento de un niño, exhibe patrones de ondas cerebrales distintos. Las formas de onda conocidas como oscilaciones gamma se ven de forma constante durante esta actividad.
Un estudio realizado en 2013 mostró patrones de onda similares en el cerebro de ratas durante 30 segundos después de haber sufrido un ataque cardiaco inducido. Pero, hasta este año, no sabíamos si estos datos eran aplicables a los humanos.
“Por primera vez, registramos la actividad del cerebro humano en el momento de la muerte”, dijo Zemmar. “Vimos exactamente las mismas ondas gamma que se vieron en las ratas y en los humanos cuando tienen un recuerdo. No lo sabemos con certeza porque no podemos preguntarle al paciente, pero es interesante especular que estas ondas gamma que grabamos podrían representar un recuerdo de la vida”.
Con estos datos en mente, parecería que la vida continúa, al menos por un corto tiempo, después de que el corazón deja de latir. “Si detuvieras la función cardiaca durante cierto tiempo, no necesariamente estarías muerto”, explica Zemmar. “Si pudieras reponer el suministro de sangre al cerebro, regresarías. Puedes poner un corazón nuevo y el humano sigue viviendo. Podrías hacer esto con el hígado, con el riñón, con todo. Pero no puedes hacer eso con el cerebro. Es el único que no puedes reemplazar”.
¿ANDAR SIN CABEZA?
Como resultado, muchos médicos han optado por redefinir la muerte como el punto en el que la actividad se detiene en el cerebro y no en el corazón. Por lo tanto, cortar la cabeza de una persona parecería ser el método más rápido para apagar la conciencia.
Cuando la cabeza se separa del cuerpo hay una caída repentina en la presión arterial y, por lo tanto, una falta de oxígeno y energía necesarios para impulsar la actividad cerebral. En 2011, científicos en los Países Bajos realizaron un estudio utilizando un escáner de electroencefalograma en ratas decapitadas y, dentro de los tres o cuatro segundos posteriores a la decapitación, la actividad cerebral “consciente” había cesado.
Entonces, ¿qué pudo haber causado las muecas nerviosas de las cabezas incorpóreas más famosas de la historia? “Si cortaras la cabeza, tendrías esta activación excesiva no regulada de las células nerviosas que sería similar a una convulsión”, señala Zemmar. “Entonces solo tienes esta hiperactividad de las células nerviosas que continúan disparándose hasta que mueren”.
¿QUÉ PASÓ CON EL POLLO MIKE?
Sin embargo, esto no explica cómo el ave “Miracle Mike” pudo sobrevivir durante 18 meses sin cabeza. “El control de la frecuencia cardiaca y la presión arterial se encuentra en el tronco cerebral”, indica Zemmar. “Si cortas o dañas el tronco encefálico, los perderás. Pero, si por alguna razón, el tronco encefálico se mantuvo vivo, es posible que de alguna manera puedas mantener esas funciones”.
Cuando le cortaron la cabeza a Mike, la parte posterior de su cerebro y la vena yugular quedaron intactas. Un coágulo de sangre en el momento oportuno impidió que el pollo muriera desangrado y quedó suficiente cerebro para realizar funciones esenciales como la respiración y la frecuencia cardiaca. Obviamente no podía alimentarse solo, pero sus dueños lo mantuvieron con vida alimentándolo con un gotero a través del muñón de su cuello.
En los pollos, el cerebro se concentra principalmente en la parte posterior del cráneo, donde la cabeza se une al cuello. Pero, en los humanos, la arquitectura del cerebro es muy diferente. “Puedo garantizar que ningún ser humano sobreviviría 18 meses después de que le cortaran el cerebro, sin importar cómo se hiciera”, concluye Zemmar. “Es imposible”. N
(Publicado en cooperación con Newsweek. Published in cooperation with Newsweek).