Las niñas pequeñas podrían ser hasta diez veces más vulnerables a la radiación nuclear que otros miembros de la sociedad, y las niñas de hasta cinco años tienen el doble de probabilidades de desarrollar cáncer que los varones de la misma edad.
La comprensión del riesgo que representa la exposición a la radiación se catapultó a la conciencia pública en febrero pasado, cuando Rusia invadió Ucrania. Desde entonces, las conversaciones sobre la guerra nuclear se han gestado a fuego lento, y la retórica se intensificó el 6 de octubre cuando el presidente Joe Biden advirtió sobre el “Armagedón”, a pesar de que Estados Unidos no tenía nueva información de inteligencia de que el presidente ruso, Vladimir Putin, estuviera planeando un ataque nuclear.
“En Hiroshima y Nagasaki mucha gente se vaporizó de inmediato”, dice a Newsweek la bióloga Mary Olson, fundadora de Gender and Radiation Impact Project (Proyecto Impacto de Género y Radiación), refiriéndose al lanzamiento de bombas atómicas estadounidenses sobre las ciudades japonesas en 1945. “Pero hubo lugares donde la gente sobrevivió. Esas son las personas que se están estudiando ahora”.
Los datos recopilados sobre el estudio a largo plazo de los sobrevivientes de los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki son ampliamente utilizados por organismos reguladores e investigadores de todo el mundo. El objetivo es evaluar los impactos de la exposición a la radiación nuclear, en el cuerpo humano, en el largo plazo.
HOMBRE DE REFERENCIA
En la actualidad, la Comisión Reguladora Nuclear de Estados Unidos basa sus evaluaciones del impacto de la radiación ionizante en el público y, asimismo sus decisiones sobre la regulación y la concesión de licencias nucleares, en un subconjunto de datos que describe al llamado “hombre de referencia”.
El hombre de referencia, según lo define la Comisión Internacional de Protección Radiológica, tiene entre 20 y 30 años, pesa 70 kilogramos, mide 1.70 metros de alto, y es caucásico con un estilo de vida de Europa occidental o América del Norte. Este enfoque general que se aplica a todos describe tan solo a un pequeño subconjunto de la sociedad.
En su investigación, Olson comparó los efectos de la radiación en diferentes grupos demográficos con el impacto de este mismo nivel de radiación en el hombre de referencia. “Me parece natural tomar a aquellos que se vieron más afectados en ese conjunto de datos y luego compararlos con el lugar en el que las agencias reguladoras basan sus regulaciones”, dice Olson.
El grupo más gravemente afectado en el conjunto de datos fueron las niñas de 0 a 5 años en el momento de la exposición. “¿Y cuál fue la diferencia?”, pregunta retóricamente. “Un factor de diez”.
LAS MUJERES, LAS MÁS AFECTADAS
El segundo grupo más afectado fueron los varones en ese mismo grupo de edad. Aun así, las niñas tenían el doble de probabilidades de desarrollar cáncer durante el periodo de estudio que sus homólogos masculinos. En todos los grupos de edad, las mujeres tenían mayor probabilidad de desarrollar cáncer por la radiación que los hombres, aunque la diferencia de sexo se volvió menos marcada en los grupos de mayor edad.
Hay una explicación clara de por qué los jóvenes corren más riesgo de radiación: los cuerpos de los niños crecen constantemente, lo que significa que sus células se dividen con más rapidez. Como resultado, su ADN es más vulnerable al daño inductor de tumores.
Pero, ¿por qué las niñas son el doble de vulnerables que los niños? Es posible que las jóvenes del estudio simplemente hayan recibido más radiación que sus homólogos masculinos, pero la consistencia y la importancia de la correlación sugieren que hay algo más en juego.
Se necesita más investigación, pero Olson cree que esta discrepancia puede deberse a diferencias fisiológicas entre el cuerpo masculino y femenino. “Los cuerpos femeninos tienen una concentración relativa más alta de células madre [que los hombres]”, indica. “Estas células madre son mucho más sensibles al daño por la radiación nuclear”.
RADIACIÓN NUCLEAR Y OTROS MALES
Si bien esto sigue siendo una teoría, explicaría el patrón que se observa en los datos de Olson: “La diferencia en la concentración de células madre cambia con la pubertad”, explica Olson. “El inicio de la menstruación da como resultado una disminución real de las células madre en el cuerpo femenino en comparación con el masculino”.
A medida que envejecemos, la concentración de células madre en nuestro cuerpo disminuye y esta disminución refleja la convergencia cercana del riesgo de radiación nuclear en hombres y mujeres en grupos de mayor edad.
Es probable que la evaluación del riesgo con este enfoque general confirme que las mujeres jóvenes están más expuestas a niveles peligrosos de radiación, no solo ante una guerra nuclear, sino también de radiaciones más rutinarias como las tomografías computarizadas, viajes aéreos y radiografías médicas. Como resultado, es probable que se subestime el riesgo y el daño de la radiación ionizante en la sociedad. N
(Publicado en cooperación con Newsweek. Published in cooperation with Newsweek).