No existen registros de que las orcas hayan cazado y matado humanos en la naturaleza, a pesar de las numerosas interacciones entre las dos especies. Se sabe que las orcas han atacado a especies de ballenas más grandes que ellas y que son los únicos depredadores conocidos de los grandes tiburones blancos. Su dieta también consiste en focas, peces y aves marinas.
Para estos depredadores alfa, que pueden alcanzar tamaños de más de 9 metros de largo y pesar hasta 11 toneladas, cualquier humano en el agua sería trabajo sencillo si les interesara.
“Es asombroso”, dice a Newsweek Deborah Giles, directora de ciencia e investigación de Wild Orca, organización sin fines de lucro con sede en Washington, Estados Unidos. Ella ha estudiado una población de orcas en el mar de Salish, ubicado en el noroeste del Pacífico, desde 2005.
“Hay áreas alrededor del mundo donde las personas están en el agua con orcas con relativa frecuencia”, indica. “Ciertamente, ha habido una gran oportunidad para que las orcas maten a humanos y simplemente no lo han hecho. Es confuso. Parece uno de los misterios de la vida que nunca vamos a saber con certeza porque en realidad no podemos hablar con ellas”.
La pregunta se vuelve aún más desconcertante dada la amplia gama de diferentes animales que comen las orcas que se encuentran en aguas de todo el mundo.
Si bien todas las orcas se consideran una sola especie (Orcinus orca), Giles explica que las diversas poblaciones de estas probablemente deberían clasificarse en subespecies. Al menos, si no es que en especies enteras porque son genética y culturalmente distintas.
¿POR QUÉ NO NOS CAZAN LAS ORCAS?
Uno de los principales rasgos que diferencia a estas distintas poblaciones es lo que comen. De hecho, para los diferentes grupos de orcas el alimento de las otras no son presas potenciales.
“La población que más estudio en estas aguas solo come pescado”, comenta Giles. “Aunque se sabe que matan marsopas, y a veces juegan con ellas hasta asesinarlas, creemos que no se las comen, ni siquiera les dan un mordisco.
“Por otro lado, hay otras poblaciones de ballenas asesinas que solo comen mamíferos. Y luego están las orcas de altamar que son más generalistas para comer, creemos que sus principales presas son los tiburones y las rayas”, añade la experta.
“Es asombroso que, dada la amplia variedad de fuentes de alimento que estas ballenas asesinas en todo el mundo, nunca se haya registrado una matanza de un ser humano por una orca”.
Incluso las poblaciones de orcas en áreas del mundo donde han sido atacadas con fines balleneros no parecen actuar agresivamente hacia nosotros, según Giles.
Si bien no se han registrado matanzas de humanos por orcas en la naturaleza, hay un puñado de incidentes muy raros en los que estos animales entraron en contacto con humanos y representaron una amenaza.
Giles señala un incidente que ocurrió en Alaska en 2005. Un niño de 12 años nadaba a baja profundidad en Helm Bay cuando una orca se abalanzó sobre él y chocó contra su hombro, aunque no lo lastimó ni mordió.
“En el último minuto, la ballena reconoció que era un humano, o reconoció que no era una presa, y esencialmente se dio la vuelta para regresar al mar”, explica Giles.
APENAS UN ROZÓN
Otro individuo que estaba surfeando en Point Sur, frente a la costa de California, en 1972, informó que lo mordió una orca y luego necesitó puntos de sutura. Este es quizás el único caso bien documentado de una orca salvaje que realmente mordió a un humano.
Pero, salvo incidentes muy raros como estos, ¿por qué las orcas generalmente evitan atacar a los humanos? Si bien Giles cree que la pregunta no tiene respuesta definitiva, explica que es probable que los factores culturales desempeñen un papel clave.
Al igual que los humanos, “las orcas tienen cultura, la capacidad de transmitir comportamientos, casi como si fueran tendencias”, expone Giles. “Son animales increíblemente inteligentes. Dominan su entorno, dependiendo de dónde estén. Sus cerebros son increíblemente complejos.
“La fisiología de estos animales sugiere que son lo suficientemente inteligentes como para saber que los humanos no son presas. Pero, ¿por qué? Creo que se trata más de una cuestión cultural. Aprenden a comer lo que sus madres les enseñan a comer, y los humanos nunca han sido parte de esa dieta. Los humanos nunca han sido parte del menú. Creo que podría ser tan simple como eso”, explica Giles.
La directora de ciencia e investigación de Wild Orca señala el ejemplo de la población de orcas que estudia. Estas se alimentan de peces y son conocidas por capturar y jugar con marsopas. Este acto a veces resulta en la muerte de la marsopa.
Sin embargo, estas ballenas no parecen comerse a las marsopas, a pesar de que algunos miembros del grupo se están muriendo de hambre por falta de alimento.
EN PELIGRO DE EXTINCIÓN
Esta población está en peligro de extinción y solo quedan alrededor de 75 miembros. Entre las principales amenazas que enfrenta este grupo está la reducción de la abundancia de su presa preferida, el salmón Chinook.
“Incluso frente al hambre, no cambian lo que comen”, dice Giles. “Están matando a la marsopa, ya está muerta o muriendo. Y podrían comérsela entera de un solo bocado. Sin embargo, estas ballenas simplemente no ven a las marsopas como presas.
“Y creo que sucede exactamente lo mismo con los humanos: no ven a los humanos como presas. Gracias a Dios, no ven a los humanos como juguetes.
“Es como un vegano hambriento que juega con los peces en un arroyo, pero no se los come. Por qué las ballenas no lo hacen cuando se están muriendo, cuando sus familias se están muriendo, es una pregunta tan desconcertante como interesante”.
Lori Marino, experta en el cerebro de las orcas, también está de acuerdo con Giles en que los factores culturales son probablemente la razón principal por la que no existen registros de matanzas de humanos por parte de las orcas. Sin embargo, los cerebros enormemente complejos de estas ballenas también pueden proporcionar algunas ideas importantes.
“El cerebro de las orcas, especialmente su neocórtex, es enorme y muy complejo, por lo que claramente pueden hacer distinciones muy finas entre objetos”, explica Marino a Newsweek. “Esto significa que casi nunca, por ejemplo, confundirían a un humano en el agua con una presa.
SON MUY INTELIGENTES
“Los tipos de conductas de resolución de problemas de las que son capaces y han demostrado dejan en claro que son mucho más inteligentes de lo que sería cualquier animal si llegaran a confundir una presa con otra.
“Pero creo que lo más importante tiene que ver con el hecho de que poseen un sistema límbico altamente desarrollado. Esta es la parte del cerebro involucrada en el procesamiento de las emociones. Simplemente no les motiva matarnos, al menos en la naturaleza”, añade Marino.
La experta agrega que las tradiciones culturales de estas ballenas incluyen aprender qué comer y qué no comer, así como la “etiqueta” social.
“Por lo que, si bien la anatomía del cerebro puede decirnos algo sobre cuán complejas son estas ballenas en términos cognitivos, creo que la respuesta radica más en sus prácticas culturales”, explica.
Cuando le preguntaron si una de las razones por las que las ballenas no intentan matar humanos es que también nos reconocen como inteligentes, Giles contesta: “No sé cómo responder a eso, pero si hay algún animal en el planeta que tenga la capacidad de juzgar la inteligencia de otra especie, además de los humanos, serían orcas”.
Un factor final que podría entrar en juego es la idea de que quizá los humanos simplemente no resultan muy atractivos para las orcas en comparación con su elección normal de presa.
“No somos tan gordos, lo cual posiblemente influye”, dice Giles. “Pero entonces, si ese fuera el caso, uno pensaría que habría algunos ejemplos en el pasado de orcas que comían humanos y después dejaron de hacerlo”.
ATAQUES DE ORCAS EN SEAWORLD
Pese a que nunca se han registrado orcas matando humanos en la naturaleza, en cautiverio se han producido varios ataques en los últimos 50 años. Y al menos cuatro de ellos han sido fatales.
Tres de estas muertes fueron causadas por la misma orca cautiva Tilikum (tema del documental Blackfish de 2013) que permaneció en SeaWorld Orlando, en Florida, durante la mayor parte de su vida.
Existe cierto debate entre los expertos sobre si estos ataques en cautiverio fueron deliberados o accidentales. Según el punto de vista de Giles, Tilikum pudo haber estado sufriendo de problemas mentales que jugaron un papel en las muertes, dentro de las cuales estuvo la de la entrenadora de SeaWorld de 40 años, Dawn Brancheau.
“Las ballenas asesinas son animales muy sociales y tradicionalmente muy vocales”, explica Giles. “Entonces, para un animal como este, el estar en un entorno tan antinatural probablemente causó psicosis. Hubo un comportamiento aberrante por parte de Tilikum que, por ejemplo, no se habló públicamente durante años.
“Personalmente, creo que se volvió loca por el entorno en el que fue obligada a vivir. Probablemente no fue premeditado. No hay forma de saberlo, por supuesto. Pero había interactuado con Dawn Brancheau durante muchos años antes de eso. Creo que algo se rompió repentinamente”. N
(Publicado en cooperación con Newsweek. Published in cooperation with Newsweek).