Un equipo de investigadores recurrió a la tecnología de escaneo computarizado para autenticar una cabeza humana reducida que estuvo resguardada en un museo de Canadá.
Los investigadores —científicos de instituciones canadienses y ecuatorianas— afirman que sus hallazgos son indispensables para entender la historia de los pueblos indígenas que probablemente utilizaron dichas cabezas en sus ceremonias.
Creada en Sudamérica y conocida como tzantza (o tsantsa), la cabeza reducida de humano suele figurar en muchas colecciones museográficas. Sin embargo, es muy difícil determinar si se trata de restos humanos reales modificados con fines ceremoniales, o bien, de artefactos comerciales fabricados con otros materiales orgánicos.
Diversas investigaciones han establecido que, ya desde el siglo XVI, los pueblos achuar y shuar (naturales de un territorio que abarca la frontera entre Ecuador y el norte de Perú) tomaban cabezas humanas como trofeos de guerra, y las reducían mediante un proceso que, supuestamente, capturaba el alma del enemigo dentro de la tzantza, evitando así que el difunto llevara a cabo una venganza espiritual.
Sin embargo, también se han propuesto otros orígenes. Entre ellos, que algunas tzantzas pertenecieron a líderes tribales muertos de causas naturales, por lo que el pueblo preservó las cabezas como una muestra de respeto o para utilizar su poder de una manera positiva.
“La creación de una tzantza pretendía capturar el alma, ya que parte del proceso consistía en cerrar los ojos y la boca para impedir que el poder del espíritu afectara accidentalmente a los vivos”, escriben los autores en su estudio.
SE EXHIBÍAN EN ESTACAS
“A continuación, las tzantzas se exhibían dentro de construcciones específicas o colocadas en estacas. De modo que los guerreros no las llevaban consigo como sugiere gran parte de la literatura antropológica existente”.
El estudio agrega que, con base en los relatos de la preparación ritual, la producción de una cabeza reducida implicaba separar la piel del cráneo para luego hervirla. Este procedimiento, además de eliminar los microbios, extraía la grasa y los aceites naturales de la piel, ocasionando que esta se contrajera y engrosara.
La producción comercial de tzantzas comenzó a documentarse cuando otras culturas descubrieron el proceso de reducción y empezaron a ofrecer sus cabezas a turistas, coleccionistas y museos.
Sin embargo, esas cabezas reducidas rara vez se hacían con piel humana, ya que la producción comercial solía utilizar cuero de animales.
El estudio señala que “la producción comercial documentada señala que los ‘rasgos realistas’ de algunas tzantzas contribuían a mejorar las ganancias. Por ello, según informes, esas cabezas procedían de cadáveres no identificados y abandonados en hospitales locales.
Con todo, semejante afirmación es objeto de gran controversia, ya que la única fuente que argumentaba dicha práctica es una colección de artículos periodísticos sensacionalistas”.
Para su estudio, el equipo de investigadores recurrió una tecnología de escaneo conocida como tomografía computarizada (TC). Esta cual permitiría establecer si la cabeza reducida del Museo Chatham-Kent de Ontario, Canadá, era una cabeza humana auténtica y no una falsificación producida con piel animal u otros métodos a menudo utilizados en la producción comercial.
CÓMO SE ESTUDIÓ LA CABEZA REDUCIDA
La tomografía computarizada genera cortes bidimensionales de un cuerpo o una extremidad. Las secciones así obtenidas se recopilan posteriormente para formar una imagen tridimensional.
Cabe señalar que esa tecnología tiene especial utilidad en la arqueología, disciplina que recurre a los métodos de investigación menos invasivos posibles.
“La arqueología digital —que incluye la tomografía computarizada— brinda una nueva dimensión de validez y refresca el campo al volverlo mucho menos invasivo”, informó el comunicado de prensa de Lauren September Poeta, investigadora de los pueblos anishinaabe y asociada de proyectos en la Oficina de Iniciativas Indígenas de Western University en Ontario, Canadá.
Los investigadores confirmaron la autenticidad de la cabeza reducida gracias a los detalles que reveló la tomografía computarizada. En específico, las capas de la piel.
“La tomografía computarizada nos permitió visualizar cada una de las capas cutáneas, en tanto que la micro-TC reveló los folículos pilosos individuales. Eso nos dio una idea muy clara de lo que estábamos examinando”, agregó el comunicado de prensa de Andrew Nelson, presidente del Departamento de Antropología en Western University.
Los investigadores obtendrán detalles mucho más precisos y desentrañarán el propósito de la tzantza estudiada una vez que examinen otros ejemplares auténticos.
“La colaboración de nuestros colegas ecuatorianos, así como sus contactos con los pueblos shuar y achuar, han sido indispensables para iniciar el proceso de descolonización”, añadió Poeta.
La cabeza reducida examinada fue donada al museo por la familia Sulman. Esta adquirió la pieza en la década de 1940 durante un recorrido por la cuenca del Amazonas.
El estudio fue publicado el 3 de agosto de 2022 en la revista científica PLOS ONE. N
(Publicado en cooperación con Newsweek. Published in cooperation with Newsweek).