Muchas veces he escuchado el mismo final de la historia, esa en la que llega un momento en el que después de un tiempo volteas hacia atrás y a pesar de que no puedes ubicar el momento preciso te cae el veinte; todo ha cambiado, el tiempo pasó volando y toca otra vez descubrir quien eres en esta nueva versión de ti mismo. Ahí me encuentro hoy.
Con menos pelo del que me gustaría tener, a los 54 años, desempleado y empezando de nuevo, esta vez; completamente sobrio. Han pasado 124 días desde que bebí por última vez, hay momentos durante el día en los que me inunda el miedo de recaer, de regresar a los patrones de comportamiento que me trajeron hasta este momento. Me miro al espejo y es como si no me hubiera visto nunca, al menos no con esta atención a los detalles, en mi entrecejo y mi frente se marcan surcos profundos a los que parecería casi imposible ignorar, tengo manchas en mi piel, las más obvias están en mis mejillas y debajo de los ojos, ojos que aunque ya no siento que van a estallar junto con mi cabeza cuando al despertarme no pueden ocultar que aún tienen mucho que llorar.
La primera vez que entre a una reunión de alcohólicos anónimos me sentí fuera de lugar, ahora entiendo que eso que sentía era miedo, miedo mezclado con vergüenza, mientras escuchaba a los otros contar sus experiencias, malas decisiones y borracheras me apenaba encontrarme en ellas, verme a través de esos otros ojos, aceptarme como lo que era, como lo que soy; un alcohólico.
Me perdí de mucho: de la oportunidad de tener una carrera, un trabajo estable, relaciones saludables, amistades sinceras, y lo peor de todo, perdí a mi esposa y a mi hija, Me di cuenta muy tarde de que para dejar de beber hay que dejar de beber por completo, hasta que, no tuve más remedio que levantarme del piso para no solo pedir sino también aceptar la ayuda que tanto necesitaba y aun necesito.
Me veo y apenas me reconozco, he perdido algunos kilos, en cuestión de semanas fue como si me hubieran caído de golpe todos los años, Quién es este hombre frente a mí, quién es este , el del espejo? La sobriedad te obliga a estar contigo, a escucharte, sin embargo no siempre estoy listo para lo que encuentro, por eso es un trabajo arduo, como alcohólico en recuperación sólo conozco mi propia experiencia, lo que mas trabajo me cuesta es la compasión, ver a esta persona que soy y reconocer que cada día qué pasa sin que beba alcohol es un gran logro que debe celebrarse, verme como un enfermo en recuperación y no como solía hacerlo, como si fuera una causa perdida, como si no valiera la pena.
Lo primero, primero. Para muchas personas alejadas de las adicciones quizá pueda sonar muy drástico pero la prioridad de mis días, de mi vida, de este nuevo comienzo es que lo primero es no beber, ni una copa, ni una gota , ni nada. Entendí que basta un trago para abrir la caja de pandora que con tanto esfuerzo he cerrado pero que sigue haciendo ruidos desde el oscuro closet donde la dejé. Por fin veo esta enfermedad como lo que es, una lucha constante, que no puede ganarse solo, y en la que por ningún motivo se debe de bajar la guardia, porque es una cuestión de vida o muerte, y aunque por años no lo supiera, hoy lo tengo claro; quiero seguir vivo.
Esta nueva versión de mi mismo sigo siendo yo, eso no cambia lol que hice en el pasado, ni las consecuencias de aquello. Pero si cambia lo qué pasa hoy, todo el tiempo estoy a una decisión de una vida distinta. Lo de menos es volver a empezar, lo importante es no cometer los mismos errores otra vez, no ceder, evitar la oportunidad, el pretexto y la tentación. Sólo por hoy.